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Domingo, 4 de diciembre de 2005
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TOQUINHO EN EL BROADWAY CON UNA BANDA BRILLANTE

Una noche mágica para la saudade

Por Edgardo Pérez Castillo
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Toquinho repasó sus más grandes éxitos de tantos años. También temas de Baden Powell, María Creuza, Buarque, y Jobim.

Por más que algunos se retuerzan de sólo pensarlo, hay hechos tan ineludibles como evidentes. Afortunadamente para aquellos que no conocen de estúpidos nacionalismos, uno de esos "karmas del ser argentino" indica que los brasileños tienen onda, y mucha. Trasladada al arte de la música, ésa carismática levedad del ser puede verse traducida en una terminología más concreta, en swing, ritmo, alegría. Porque así como nuestros puertos supieron exportar al tango y su melancolía, sus guapos de arrabal, desde el Brasil la bossa nova, el samba, el chorinho o cualquiera de sus derivados pusieron un manto de felicidad sobre sentimientos varios. De la mano del emblemático Toquinho, el viernes por la noche las más de mil personas que colmaron el teatro Broadway se contagiaron de ese mágico andar por la vida, en un recital que cobró intimidad en las relajadas historias del cantante y guitarrista, y un vuelo de notable calidad cuando, en quinteto, repasaron algunos de los clásicos más importantes de la música popular brasileña.

Porque, de hecho, no hubo más novedades en el Broadway que las reversiones propuestas por Toquinho y su grupo, ése que conforman la notable pianista Silvia María Góes -capaz de insertar escapes de corte clásico o de jazzear con la ferocidad de Jarret-, el preciso bajista Lupicinio Morais Rodrigues, el baterista Ivani Sabino y la maravillosa voz de la cantante Vanda Lucía Breder. Así, luego de su ingreso con "Tarde en Itapuá", Toquinho abordaría una veintena de temas (incluyendo allí sus cuatro regresos a escena post despedida) que se hilvanarían mediante un anecdotario que terminó de delinear el carácter de homenaje a algunos de los músicos y poetas que lo influenciaron o acompañaron en sus cuarenta años de carrera. Entre ese listado, claro, la figura de Vinicius (probablemente el responsable de completar junto al guitarrista una de las duplas más importantes de la historia musical brasileña) fluyó constantemente a lo largo del concierto.

Un encuentro donde tampoco faltaron nombres como los de Baden Powell ("El más grande guitarrista del Brasil", sintetizó), María Creuza, Chico y Miúcha Buarque, Tom Jobim o Joao Gilberto, a quien reconoció como el padre de la bossa, ese género que no es género sino un espíritu, definición que ejemplificó con precisión ya desde la interpretación del segundo tema de la noche, en donde el jazz se hizo presente para, esencialmente desde los teclados de Góes, no abandonar nunca a cada una de las interpretaciones, evidenciando la perfecta química existente entre ambos estilos, y que tan bien supo explotar Stan Getz al conquistar a Gilberto y sus sueños de trascendencia americana.

Historia viva de la música popular latinoamericana, soberbio guitarrista (por allí pasó su solitaria versión instrumental de "El día que me quieras" o su aria de J.S. Bach) y cautivante cantante, Toquinho supo darle un giro a sus obras más esperadas, haciendo de "Garota de Ipanema" una repentina y acelerada versión construida desde los teclados, o llevando a "Aquarela" a cierto terreno de pop rock y presentándola en castellano, sincopando las estrofas y demostrando así que pocos idiomas son tan musicales como su portugués natal.

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