Si aceptamos que se pueda formar el oÃdo escuchando música en un aparato del tamaño de una pila, o en un teléfono, entonces los chicos de hoy escuchan música. Si aceptamos que teclear en una jerga lejanamente parecida al castellano en una pantalla en la que no queda ningún registro de lo escrito -o en un teléfono-, es escribir, entonces los chicos de hoy escriben. Si aceptamos que ver textos en internet -o, créalo, en un teléfono-, es leer, entonces los chicos de hoy leen. Y lo mejor de todo: Lo hacen casi todo el tiempo. Si aceptamos que los consumos culturales y la cultura del consumo se han imbricado de tal modo que se hace imposible diferenciar una cosa de la otra, y por tanto, calificarlas, entonces habrá que aceptar que La Cultura, tal cual la conocÃamos, ha abandonado sus locus tradicionales para habitar, en términos de Augé -y en sintonÃa con otros conceptos anacrónicos-, nuevos no lugares.
Antes de presentar su último libro, Lectura escuela y familia. Hacia una comunidad de lectores y escritores (Ed. Homo Sapiens) en la Feria del Libro de Buenos Aires, la escritora, investigadora y docente Beatriz Actis habló con Rosario/12 sobre éstas y algunas otras disyuntivas que desvelan a padres y maestros desde hace, por lo menos un lustro.
-¿"Los chicos de hoy, ¿ya no leen?"?
-Lo primero que hay que decir es que partimos de la idea de que leer hoy, no es lo mismo que era hace diez o veinte años. Entonces tenemos que empezar por decir que el concepto de lectura es una construcción social, de modo que esta pregunta tan simple, ya no tiene una respuesta simple. En todo caso deberÃamos plantear qué es leer hoy. DeberÃamos entonces ampliar el concepto de lectura verbal --que es el de nuestra generación-- a un concepto de lectura, digamos, semiótica, es decir, más amplio: leer imágenes, leer en internet, etc. Esto no quiere decir que no serÃa bueno que los chicos sigan leyendo libros convencionales, pero tampoco hay que ser tan prejuicioso respecto de los nuevos consumos culturales, no nos olvidemos que un chico que navega por internet, lee y escribe, o sea que internet es deudora de la cultura alfabética. La idea serÃa que esos dos tipos de lectura pudieran potenciarse mutuamente.
-¿Y qué caracterÃsticas implicarÃa este nuevo modo de leer?
-Es una lectura que implica otros códigos y otros además, otros procedimientos, porque el chico que lee en pantalla no hace una lectura lineal. Al abrir hipervÃnculos constantemente está haciendo un tipo de lectura arbórea, donde una palabra o un concepto se puede profundizar casi infinitamente. Esto implica hasta procesos cognitivos diferentes para construir significados. Resumiendo, si replanteamos qué es leer hoy, y ampliamos el concepto clásico de lectura verbal, respetando otros consumos, yo dirÃa que los chicos que tienen acceso a esos consumos -y estamos hablando de chicos escolarizados, chicos de clase media, no de problemáticas sociales extremas dónde no hay acceso a ningún tipo de consumo cultural- leen. Sobre todo los productos de ciertas editoriales. El fenómeno de Harry Potter es un buen ejemplo de esto. Sin embargo aquà también hay que hacer una aclaración: no de todas las edades. Hay una especie de quiebre en el final de la niñez y el ingreso a la adolescencia, pero creo que esto responde más a un cuestión de mercado que a otra cosa. Me parece que en ciertos sectores de las clases medias se incorpora todavÃa esta cuestión de los libros, de frecuentarlos, de regalarlos. Y dentro de la escuela, en los primeros años, también está como más instituÃdo el tema de la lectura. Después, al menos en mi apreciación como docente y escritora, hay una especie de transición en lo que podrÃamos llamar la preadolescencia en la que se vuelve difÃcil seguir estimulando al lector incipiente.
-¿Cómo cree que se puede comenzar a paliar este déficit?
-La problemática de la lectura es tan amplia como compleja, es decir, que un chico no acceda hoy a la lectura no tiene que ver con que haya un docente más o menos entusiasta o que los papás les lean o no un cuento a sus hijos antes de acostarse. Por supuesto que esto ayuda, pero creo que es más complejo que eso; tiene que ver con determinadas circulaciones de saber, con consumos culturales diferentes, y hasta con cuestiones de globalización. Yo soy escritora y trabajo como docente la didáctica de la literatura, y no sé si me preocupa tanto que un adolescente no lea libros sino que no sepa construir pensamiento crÃtico. Por eso, como decÃa antes, la discusión excede la dicotomÃa leen o no leen. Aquà lo que nos preocupa es que, más allá del contenido de los mensajes que se "postean" en los fotologs, o las cuestiones que se tocan en el chat, el medio de por sà no permite desarrollar temas profundos. Pensemos en un chico que no lee libros, pero lee artÃculos de divulgación cientÃfica o de problemática histórica, y lo hace por internet; bueno, ahà tenemos un chico que está construyendo pensamiento crÃtico. A lo mejor habrÃa que buscar recursos para lograr que los chicos empiecen a leer libros en internet. Yo siempre pongo el ejemplo clásico de Harry Potter porque es un fenómeno de mercado cuyo valor literario si queremos se puede discutir --yo creo que lo tiene-- pero que deberÃa ser aprovechado didácticamente. Digo, no es poco que un chico lea una saga completa; los libros de Harry Potter, además de ser muchos, son realmente oscuros, densos. Entonces, por qué no pensar que Harry Potter o Las Crónicas de Narnia, pueden ser entonces, una puerta para avanzar hacia Tolkien, y después, por qué no, a Wilde, Verne, Carroll, etc. Lo que quiero decir es que quizá, paralelamente a esto de pensar qué es leer hoy, habrÃa que pensar en las estrategias. A lo mejor es internet, a lo mejor son los juegos de rol, el tema serÃa que uno después, como maestra, como promotor de lectura, como escritor, como padre, puedan ver en esos atisbos, puntos de partida para seguir construyendo pensamiento crÃtico, llegar a la lectura de libros más complejos, etc.
-¿En este punto que rol le adjudica a las bibliotecas?
-La infraestructura pública es indispensable, pero no creo que se pueda circunscribir al concepto de lectura únicamente. Del mismo modo que antes hablábamos de abrir el concepto de lectura verbal a uno más amplio de lectura semiótica, dirÃa que hay una concepción de la lectura individual que deberÃa ampliarse a una idea de lectura colectiva, o bien, ampliar el concepto de lectura escolar al de lectura social. A mà me interesa esa tensión. En este sentido, hay una serie de organismos sociales diversos, que tienen, junto con la escuela, un rol insoslayable. En ese proceso ideal de comenzar a consolidar comunidades de lectores y escritores la escuela, por supuesto, tiene un papel fundamental en tanto alfabetizadora, pero la escuela sola no puede. Las bibliotecas públicas, privadas, populares, las vecinales, los comedores; las organizaciones intermedias son las nuevas protagonistas, por eso serÃa muy bueno que se lograran articular polÃticas interinstitucionales. Es interesante ver cómo se constituyen redes sociales para dar respuestas cooperativas a otras problemáticas, entre las que, a veces, puede estar la lectura. Con esto quiero decir que si bien las polÃticas del Estado son fundamentales en este punto también las acciones que se generan desde abajo, desde las organizaciones sociales, deben ser tenidas en cuenta.
-En este marco ¿qué lugar queda para lo lúdico en la lectura?
-Desde luego que uno muy importante. Recién hablábamos de la lectura como problemática, como generadora de pensamiento crÃtico, pero también está el abordaje de la lectura como incentivo para el desarrollo de la imaginación, como placer. Esto amplÃa las posibilidades de la lectura; la lectura por sà misma y no ya la lectura para tal o cual fin.
-¿Desde lo editorial se puede asistir a este proceso?
-Creo que sÃ, si recuperamos el objeto libro como hecho estético. AhÃ, el juego de la imagen con la palabra puede resultar muy atractivo para el público infantil. Hay también formatos y temáticas, que pueden ser más interesantes que otras para iniciar a un chico en la lectura.
-Cuando usted dice "hay" espacios, ¿dónde hay?
-Existen espacios de promoción de la lectura en lugares no convencionales, y hay muchos más esfuerzos, individuales y colectivos, de los que uno supone. Los voluntariados de lectura para citar apenas un ejemplo.
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