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Lunes, 28 de abril de 2008
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CRITICA. EL NIDO VACIO, ADMIRABLE PELICULA DIRIGIDA POR DANIEL BURMAN.

El desafío de abrir más preguntas

El sexto film del autor de "Derecho de familia" se centra en la crisis de una pareja madura, cuando los hijos se van.

Por Emilio A. Bellon
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Cecilia Roth y Oscar Martínez dan el tono exacto de la crisis existencial.

"El nido vacío". Argentina-España-Italia-Francia, 2008

Dirección: Daniel Burman

Guión: Daniel Hendler y Daniel Burman

Fotografía: Hugo Colace

Música: Cesar Lerner y Jorge Drexler

Intérpretes: Oscar Martínez, Cecilia Roth, Arturo Goetz, Eugenia Capizzano, Jean Pierre Noher, Ron Richter, Inés Efron.

Duración: 87 minutos.

Salas de estreno: Monumental, Showcase y Village.

Calificación: 9 (nueve).

Tal vez no corresponda publicitar este film, como lo hacen los avisos publicitarios en los matutinos porteños, como "la película argentina del año". Creo que dicha afirmación es otro de los tantos actos de imprudencia que cometen los medios periodísticos en relación con los sistemas de promoción de un film; más aun, si tenemos en cuenta de que dicha exclamación no tiene nombre y apellido responsables. Obra como un titular en la página de Espectáculos y crea expectativas respecto de los intereses del mercado y no de lo que realmente va construyendo el film mientras estamos frente a él. Para rematar con esta observación podemos objetar además que recién estamos a fines de abril, es decir en el mes número cinco.

Pero sí, y ahora sí lo hago como tantos otros colegas, quisiera poder transmitir en esta nota mi respuesta de admiración hacia este film, siendo que el anterior de este director, comentado en este mismo medio, "Derecho de familia" no me resultó en lo mas mínimo a destacar. Aquel recorrido que planteaba dicha realización no pasaba, para quien escribe esta nota, de lo que puedo definir como un "borrador de película casera", aunque se podía notar que su director aspiraba a mucho más.

Sin parentesco alguno -así lo creo- con los protagonistas de Nueve lunas, los nombres de Oscar Martínez y Cecilia Roth, es decir sus actuaciones, ofrecen una perspectiva de comportamientos en el marco de crisis de una pareja, cuyos tres hijos, adolescentes tardíos, van marcando un lugar de partida, un espacio de ausencias, desconcierto y ciertamente, para sus padres, de pérdida.

Obra de madurez y reflexión, el sexto largometraje de Daniel Burman, guionado junto a su amigo y actor Daniel Hendler, nos ofrece un recorte de vida, marcado por la angustia e interrogantes, de una pareja de mediana edad que parece sostener una pregunta sin respuesta: "¿Qué es lo que realmente hicimos mal?"

Para ingresar a este film hay que proponerse dejar de lado una lectura a un acostumbrado tono naturalista. Hay que aceptar el juego con el tiempo. Hay que arriesgarse a seguir algunas aventuras y tratar de encontrar otra ventana, en un ámbito que se considera ya cerrado. Hay que atreverse a imaginar, como lo hace el protagonista, Leonardo, dramaturgo. Y a su lado, su mujer Martha, con una frustración vocacional a cuestas.

Con un armado casi imperceptible en lo que hace al transcurrir del tiempo, El nido vacío asoma hoy como una propuesta desafiante cuyos puntos centrales desatan otras reglas de juego. Y en este sentido, hay una carta o una pieza de este tablero que funciona como un comodín, figura que formulará una hipótesis inicial y que le permitirá al protagonista (que acaba de sentirse capturado por una joven que en este preciso momento está frente a su mesa) convocarlo cuando él, o bien cuando sus fantasías, se lo reclamen.

Como en un juego caleidoscópico las imágenes del film van cambiando. Una sucesión de episodios van saliendo al cruce de este hombre llamado Leonardo que hoy, ante la partida de sus hijos que se han ido al extranjero para completar sus estudios y de la demora de su hija en llegar a la casa, viendo que ya está por amanecer, comienza a sentirse asaltado por las dudas y frente a ello empieza a imaginar que tal vez haya que descubrir otros lugares. El cómo y desde dónde, con quién y de qué modo es algo que el espectador irá descubriendo desde un film que también se propone como un permanente borrador, que muestra sus garabatos y siluetas, que se atreve a despertar diez años después, en otro lugar y con ese toque surreal que tanto echamos de más en el cine argentino.

En declaraciones publicadas en Radar, el domingo 20 de abril, el director de El abrazo partido, film aplaudido y merecedoramente galardonado en varios encuentros internacionales, comenta qué línea estética adopta: "El costumbrismo es la exacerbación de lo que se cree cotidiano en función de una necesidad de efectividad dramática. No me gusta el costumbrismo, no me gusta el sainete, no me gusta. Me gusta lo cotidiano, las pequeñas trampas que nos hacemos todos los días para soportar la vida cotidiana. Eso es lo cotidiano: la representación que hacemos de nosotros mismos o de las situaciones en el día a día. Es todo mucho más transparente, más escondido, con mayor sutileza y tiene también una emoción más real. Cotidiano es Truffaut".

Director de valor por sus particulares enfoques, entre ellos el de recuperar aspectos de la cultura judía -en un cine que ha omitido estos acercamientos-, en sus films Burman no juzga a sus personajes. Con un trazo particularmente leve, ellos se mueven dentro de los márgenes posibles y no conforme a un modelo convencional. De ahí que el espectador medio puede trazar ciertos puentes, abrir ciertos diálogos con ellos.

Si el lector esta dispuesto a dejarse sorprender, a permitirse pasar de una puerta a otra, sin que las mismas guarden idénticas proporciones; si de pronto puede disfrutar -y arrugar igualmente su entrecejo-, como para saltar del consultorio de una dentista que se identifica con la letra T a un paso de comedia musical en el interior de un shopping; o bien si decide partir de un encuentro de amigos (tolerables o no, cada uno lo sabrá) que nos lleva al cine de Woody Allen y al mismo tiempo solicitar los servicios de un amigo imaginario, entonces El nido vacío, film sobre la ausencia, la espera (aún la hija no ha llegado) y los adioses, en un clima de efusividades y desconciertos, de galanteos y rechazos, puede llegar a ser una feliz opción, puede ser considerado un film más que bienvenido. ¿Por qué no? Como un soñado y resistido viaje.

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