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Martes, 20 de mayo de 2008
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Plástica. La muestra de León Ferrari puede visitarse hasta el 29

Releer la maraña de imágenes

En el Castagnino se exhiben obras casi desconocidas del artista que el público cree conocer por íconos y escándalos.

Por Beatriz Vignoli
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"La civilización occidental y cristiana", un trabajo icónico.

Hay tiempo apenas hasta el 29 de este mes para recorrer la muestra antológica de León Ferrari en la planta alta del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino (Bv. Oroño y Av. Pellegrini). León Ferrari (Buenos Aires, 1920) es uno de esos artistas que el público cree conocer a través de un par de obras icónicas, declaraciones fuertes y algún que otro escándalo (ver Rosario/12, domingo 11 de mayo de 2008). La muestra revela obras casi desconocidas, hasta bellas, del polémico artista. Según anticipa el catálogo, abarca obras fechadas entre 1976 y 2007 e incorporadas a través de donaciones del autor. La mitad de las piezas no proviene del patrimonio y del Museo, sino de la colección de Alicia y León Ferrari. Un recorrido curatorial inteligente, guionado por el equipo del Museo con el asesoramiento de Andrea Giunta y Liliana Piñeyro, permite encontrar ecos y resonancias formales, no sólo del contenido, que articulan el conjunto.

Se suele olvidar que el sesentista Ferrari comenzó a producir allá por 1954. En aquellos primeros años de la Guerra Fría, las imágenes más cotizadas eran las del Expresionismo Abstracto de la Escuela de Nueva York cuyo pope, Jackson Pollock, a instancias del crítico Harold Rosemberg, había abandonado todo contenido figurativo y dejaba fluir chorros de esmalte para autos que serpenteaba en grafismos como una maraña potencialmente infinita de espagueti cósmico. El entonces joven Ferrari imitó esto, pero haciendo reingresar a su interior lo que la maraña había expulsado: el sentido crítico. Lo logró tomando prestados elementos de otro lenguaje: las palabras. Así, tanto la maraña como el caligrama recurren en gran parte de su obra, desde sus Heliografías (que denuncian la locura que es la normalidad cotidiana de las ciudades) hasta sus bellísimas esculturas aéreas en ramas de sauce eléctrico, pasando por sus videos con lombrices que se retuercen y parecen formar azarosos textos en árabe. Y siempre se trata de trazos en alguna medida herméticos: o son puntos de una escritura en braile, o, como en las heliografías, son sombras de lo invisible de la luz. Los materiales dicen lo suyo: las ramas de sauce podrían leerse como referencias al noble caos organizado de la Naturaleza, en contraposición al orden devastador que la civilización impone mediante sus mapas, sus tanques, sus moldes, sus retículas. Hasta el color tiene una carga política en Ferrari: la masa antropomorfa en poliuretano que parece sudar soplando un trombón es negra, en homenaje a la etnia que inventó el jazz pero se lo robaron.

Un breve inventario del recorrido abarca entonces los fotomontajes de L'Osservatore Romano (2002 a 2007) y los de la serie Nunca más (1995 a 2007). Entre los múltiples también está Nosotros no sabíamos (1976 a 2007), 81 reproducciones de recortes de diarios informando sobre los crímenes de la primera época de la Junta Militar. Entre las piezas únicas tridimensionales figuran 20 Botellas (1992 a 2007) y Autocensura (1992): una gallina embalsamada, una alegórica balanza de platillos y una carta a la Sociedad Protectora de Animales, que había protestado porque el autor usaba una gallina viva en la primera versión de la obra. Se le suman 4 collages de la serie Juicio Final (1994) y un objeto dadaísta: una jaula con canarios vivos, piando y cagando inocentemente sobre el Infierno del Bosco. Se incluye el texto que acompañó la obra presentada en la muestra en Banco Patricios en 1994, donde Ferrari elude todo eufemismo.

En el departamento collages, están también las Serpientes (1994) y Tormenta apocalíptica (1994), destacándose la serie Relecturas de la Biblia (1988 a 2008), iniciada en el exilio, junto a Inaceptable (1997) y Los hambrientos (1997). Dos esculturas sin título de 2006 en huesos de poliuretano atados con alambre acompañan objetos de las series La anunciación, Maniquí, Las adúlteras y Mimetismo. La pieza Amate (1997) generó polémica en 2002 cuando integró la muestra Pie de obra. En el departamento de crítica social, la serie Heliografías (1981 a 2007) desarrolla planos urbanos abstractos en una técnica hoy obsoleta de dibujos a plantilla copiados mediante frecuencia ultravioleta a un papel emulsionado industrialmente. Los primeros dibujos de la serie fueron realizados en el exilio en San Pablo, Brasil. Dos esculturas en alambre reflejan la recurrente preocupación formal de Ferrari por la línea en el espacio, y Blindados (2006) combina madera, árboles artificiales y tanques de juguete siguiendo el mismo plano en espiral elaborado en Espiral, una de las Heliografías. A los videos Lombrices y Casa Blanca (2004) los secundan en su crítica al imperialismo los revulsivos objetos Planeta (2003), Calavera con cucarachas (2003) y el assemblage Evangelización (2003). Y una serie de ruedas de hámster, realizada en 2006, retoma el tema de las vueltas en círculo de Espiral mientras se burla de algunos símbolos. Todo un mal viaje de pesadillas, tan magníficas como atroces, se despliega en los Electronicartes (2002 a 2003), collages digitales que circularon como arte correo electrónico. El pequeño objeto satírico Papa con gorila (2008) contrasta con las bellas esculturas abstractas colgantes en alambre o en ramas de sauce, recientes, al igual que los magmáticos poliuretanos. Ellos cierran la muestra junto con 3 magníficas Escrituras, entre ellas Bienaventurados malditos (1998) y Mujer (1994) y el conmovedor Homenaje a las víctimas de la tortura. Suplicios cristianos (2001).

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