Resulta cuanto menos curioso ponerse al tanto de que, mucho antes de haber parido las obras que lo componen, Coki Debernardi ya estaba determinado a llamar a su tercer disco, post Punto G, como Perdida. O bien paradójico, porque si algo atraviesa a la flamante obra del músico es la sensación de que, mediante esa decena de canciones viscerales, uno se sumerge en un viaje con rumbo definido, un camino que terminó de delinearse una vez descubierto el preciso ordenamiento de los temas dentro de la placa, ése que generó el contexto que moldea el concepto de cada una de las obras. Ese mismo encadenamiento que se sostendrá cuando -probablemente el próximo 18 de febrero- Debernardi presente su creación en el Anfiteatro municipal en un concierto gratuito y pleno de invitados.
Mientras tanto, Perdida ya se hizo de un lugar entre los mejores discos editados en Argentina en este 2005. Carente de bajos y plena de guitarras -las del propio Debernardi junto a las aportadas por Julián Acuña Di Mauricio- que se construyen sobre la solidez rÃtmica de Emiliana Arias, la placa reafirma el valor del músico como un autor honesto, creativo y poco apegado a las resoluciones facilistas. Rico en climas e historias, impregnado por perfumes e influencias diversas (de Dylan a Clapton y Reed, de Pink Floyd al propio Debernardi) el disco tuvo algún tiempo de maduración hasta llegar a cautivar a su creador. Instalado en su rincón del anacrónico bar céntrico que lo tiene como habitué, el cantante asà lo reconoce a Rosario/12. "La verdad que no pensaba que las canciones, como están en el disco, como ese bloque, podÃan funcionar tan fuerte, que iba a ser tanto el impacto cuando lo escuchara de corrido por primera vez, por la intensidad que tiene en las letras y la música. Cuando lo terminé de grabar lo dejé ahà sin escucharlo, y cuando lo escuché terminado vi que era el disco que querÃa tener, con la tapa y los colores que querÃa tener. Era parecido a lo que yo imaginaba para el disco", admite Debernardi, a sólo semanas de que su tercer creación como solista llegara a las disquerÃas.
Y aunque aquà el músico parece haber confirmado cuál es el terreno por el que transita con mayor comodidad, Debernardi no se muestra convencido respecto a la finalización de un perÃodo iniciado con Mi Parrillada y continuado más tarde con Un millón de dólares. "No pienso en el cierre de una etapa, en una trilogÃa con los otros dos discos –admite-. Realmente no lo habÃa pensado, pero el disco es el producto de todos los discos que hice en mi vida. Creo que uno es el producto de todo lo que hizo anteriormente. Haber podido hacer todos los discos que hice, que serán seis, me permite ya saber más adónde voy. Y el disco me gusta mucho porque tiene cosas de muchas de las que hice anteriormente. Pude aprovechar lo mejor que habÃa hecho en los otros discos y lo pude poner todo junto en Perdida. Y a su vez tiene la pasión que no tiene Mi Parrillada. No digo que los otros no lo sean, pero me parece el disco más auténtico de todos. La verdad que funciona como si fueran 45 minutos de música, como un recorrido que a veces pasa por mi vida, por la vida de otros, que después vuelve a mi vida. Es un recorrido y supongo que ya soy más grande y más consciente de lo que quiero hacer, de lo que me sale y adónde quiero llegar con eso".
-¿El qué decir también está más asentado?
-SÃ, uno ya va teniendo el oficio de hacer las canciones y va aprendiendo cómo se va haciendo una canción, cómo puede hacerse y cómo puede quedar. Después de tanto tiempo uno se imagina para dónde van las palabras, o para dónde van a ir dirigidas, si van a formar parte de una historia, si va a ser un relato o una descripción mera de una sensación o situación. O cuando uno tiene que sacarse de encima algo y se lo saca de encima con una canción.
-En el disco hay algunos ejes que llevan a pensar que, de lo que habla el disco, es del amor y la soledad como temáticas centrales.
-Es que el disco habla de esas cosas, sÃ, y lo habla desde un punto de vista no tan tradicional. Y no se trata de hablar de la soledad, de "estoy solo, qué mal me siento". Todo lo perdedor que tiene el disco está tomado con humor. Yo sabÃa que le iba a poner Perdida mucho antes de que lo empezara a componer. SabÃa de qué querÃa hablar en el disco, qué eran las cosas que me dolÃan y que las podÃa exorcizar ahà en una canción. Y sabÃa que me tenÃa que inventar ese lugar, que es Perdida, para dejarlas todas ahÃ. Las tenÃa que contener en un disco, que no querÃa que fuera largo, que signifique una obra conceptual ni mucho menos, pero querÃa que fuera un lindo viaje por lo menos.
-¿La canción es la mejor manera de exorcizarse?
-Si lo podés hacer y te resulta sÃ. Te sacás un peso de encima cuando querés decir algo. Y podés sacártelo de una manera graciosa, y a mà me funciona. Después cuando la canto siento que ya está. A su vez se pueden interpretar de otra manera las cosas, y por eso no están las letras en el disco. No me gusta que la gente se quede sentada leyendo un librito y escuchando música, me gusta que escuche música. Además son letras en castellano y tampoco estamos hablando de literatura, sino de canciones de rock, lo único que puede hacer es sentarse y escucharlo. Cuando uno escribe es muy pesado leerlo después, más pesado que escucharlo o recibirlo. Cuando leés algo queda muy sellado, y eso te marca mucho.
-Incluso el disco les da un entorno. Sueltas en un compilado quizás no tendrÃan el mismo sentido.
-SÃ, es verdad eso. A veces escucho un tema suelto por ahà y no tiene el sentido que yo querÃa con el disco.
-¿Cómo se sintió compartiendo la escritura con Fito Páez y, también, con su hijo MartÃn, de cinco años?
-Bueno, lo que pasó con MartÃn fue más curioso, porque él tenÃa un tema que se llamaba "Fideos con manteca". Un dÃa escuchó la parte de "Linyera" que dice fideos con manteca y se enojó muchÃsimo, se enojó mal porque decÃa que le habÃa robado la letra, que le tenÃa que pagar (risas). Entonces le dije que iba a estar en los créditos y que se la iba a dejar cantar a él, y en Paraná subió al escenario para cantar ese tema conmigo por primera vez. Y con lo de Fito pasó que se reiteraba una estrofa en "Perdida" y no me gustaba, entonces él la cambió, me preguntó si me gustaba y sÃ, estaba buenÃsimo. Y al otro tema lo encaramos como más seriamente, nos pusimos a ver qué palabras funcionaban, qué se podÃa contar ahÃ.
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