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Lunes, 21 de julio de 2008
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Batman, el caballero de la noche, da un giro

Un héroe psicótico pero correcto

Por Leandro Arteaga

8 - Batman: el caballero de la noche. (The Dark Knight) EE.UU., 2008

Dirección: Christopher Nolan.

Guión: Christopher Nolan, Jonathan Nolan, David S. Goyer.

Intérpretes: Christian Bale, Heath Ledger, Aaron Eckhart.

Duración: 152 minutos.

Salas: Monumental, Del Siglo, Showcase, Village.

8 (ocho) puntos

Hay algo en este Batman que no termina de seducir. Porque -inevitablemente, para ello existe un historial cinéfilo- si lo comparamos con la versión de Tim Burton, recordamos un hombre murciélago afín con el circo noir de su director, poblado de criaturas como El joven manos de tijeras, Ed Wood o Willy Wonka. Romántico y gótico. Marginal e incorregible. Aquel Batman vivía en una Ciudad Gótica de un cuento de hadas oscuro.

En tanto el Batman que aquí ofrece Christopher Nolan (Batman inicia, Memento) está empecinado en adecuarse a los tiempos cinematográficos actuales. Y éstos dictaminan una "credibilidad" mayor. Una Ciudad Gótica avasallada por edificios vidriados y tecnología actualizada. Libre de la mezcla retro futurista que evocaba, en los films burtonianos, a la Metrópolis de Fritz Lang. Será por ello que, ahora, los archicriminales son bestias sueltas, prontas a descerrajar un disparo mortal a quien se cruce en el medio. Sin el honor de hampón que lamenta una de las víctimas en el film.

Ello no quita mérito a Batman: El caballero de la noche, sino que habla de una vuelta de tuerca necesaria, por un lado, merced a las lamentables Batman Forever y Batman y Robin, y por otro, también habilita a entender desde el film una mirada social lúcida. Si en Batman inicia el leit motiv era el miedo -personal y colectivo-, en El caballero de la noche será el vaivén moral y ético entre la ley y la anomia. El orden y el caos. En otras palabras, la ambivalencia entre Batman y Joker.

Llegamos entonces a lo mejor. A la caracterización de Heath Ledger. Irreconocible desde una máscara de maquillaje tan blanca como aterradora. El Joker de Ledger es capaz de reaccionar del modo menos pensado. Todos elaboran planes, se jacta Joker. El nunca. Mientras tratamos, infructuosamente, de reconocer algo reconocible en sus rasgos o en su historia de vida. Nada nos lo dice. Como si fuese una fuerza primaria desatada. El hombre como lobo del hombre. Mientras tanto, Batman amenaza con cruzar esa línea que lo acerca, peligrosamente, a los criminales que persigue.

Será entonces cuando el momento cúlmine no se resuelva del modo previsible. Cuando todo lo que debió saltar por los aires, no lo haga. Momento en el que la atracción/repulsión entre héroe y villano alcance un ciclo nuevo. Dualidad que, además, sabrá traducirse también en cada uno de los otros personajes. Corrupción y principios. Amor y odio. Vida y muerte. Como las dos caras ﷓Batman y Joker﷓ de una misma moneda.

Batman se enarbolará, de acuerdo con la circunstancia, en el paladín que Ciudad Gótica necesite. Guerrillero urbano. Espíritu omnipresente. Caballero prófugo. Lo que sea necesario con tal de mantener el equilibrio delicado de una ciudad al borde del desquicio. Batman, el caballero de la noche, se vuelve, por ello, un héroe "correcto". Psicótico pero correcto. Alma sufrida de una ciudad en llamas.

Situación que provoca, otra vez, un aleteo nostálgico: el de aquél murciélago que supo ser mucho más melancólico e incorrecto.

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