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Lunes, 18 de agosto de 2008
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La cuestión humana, descarnado film sobre las relaciones laborales

Una responsable toma de conciencia

El film de Nicolas Klotz forma parte de una trilogía sobre el mundo globalizado. En este caso, se mete en las grandes empresas, que apuestan a la alienación como forma de control, con referencias a horrores de otros sistemas de exclusión.

Por Emilio A. Bellon
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La cuestión humana denuncia un mundo de eufemismos que ocultan el sistema totalitario.

La cuestión humana

La question humaine, Francia, 2007

Dirección: Nicolas Klotz

Guión: Elizabeth Perceval sobre la novela de Francois Emmanuel

Intérpretes: Mathieu Amalric, Michael Lonsdale.

Estreno: Cine Del Siglo.

Calificación: 9 (nueve)


Me propongo ser breve. Por múltiples razones. Y una de ellas es para no atentar contra el tono medido, opaco, despojado del film. Conocemos muy poco de este director. Casi nada. Sabemos por una información que la temática del mundo globalizado de hoy, de sus leyes de mercado, forma parte de una trilogía. Y La cuestión humana es un film sobre las rigurosas reglas que funcionan en las empresas de hoy, cuyos espacios operacionales se basan en los mecanismos de selección y exclusión de su personal. El seguimiento de hombres y mujeres, cámaras vigías, alertas y sospechas. Pienso en El Método de Marcelo Piñeyro.

Un escenario rigurosa y geométricamente planificado que no diferencia ni tolera un gesto personal. Un ordenamiento alienado como el que proponen los blancos y simétricos mingitorios de esta empresa en el que transcurre esta historia, que se abre con una imagen de chimeneas encendidas que se funden con el gris neblinoso, que me despiertan imágenes de El desierto rojo de Michelangelo Antonioni.

Un sistema cerrado, de una férrea composición de metal y vidrios, que sin embargo no devuelven el rostro humano. Así, el film de Nicolas Klotz denuncia un mundo de eufemismos que ocultan cínicamente las perversiones de los sistemas totalitarios.

Luego de la proyección, que nos mantuvo en un filo de angustia, ya a la salida el cine, escucho a Sebastián Muratore, estudiante de Ciencias Políticas, decir: "En nombre de la eficiencia, los sistemas de dominación adoptaron otras modalidades, pero que apuntan al mismo fin. ¿No será acaso que la sociedad de hoy, la sociedad de mercado, reproduce los sistemas de control, bajo otra máscara, de los fascismos? ¿Que beneficios les otorgan estos mecanismos al sistema?".

Y es que La cuestión humana mira hacia el pasado. Y es así como las cuestiones individuales permiten hacer emerger lo social, lo colectivo. La Historia misma asoma a través de las grietas marcando un puente que nos conduce a los horrores de otros sistemas de selección y exclusión. Como lo ejecutaba el nazismo. Pienso entonces en los experimentos del Dr. Vergerus que el gran filósofo Ingmar Bergman nos muestra en El huevo de la serpiente. Recuerdo La Corporación de Costa Gavras y Recursos humanos de Laurent Cantet.

Y escuchamos en el film que la obsesión por el perfeccionismo esconde un miedo al vacío. Y el film nos habla de soledades, de personajes que despiertan como autómatas, de encuentros en tiempo real en una anónima discoteca. La cuestión humana es un film que respira el gris, que nos absorbe claustrofóbicamente.

Y ahora es Magdalena Aliau, docente, quien nos dice: "Toda la sociedad se reduce a fragmentos, a pedazos, y frente a una sociedad fragmentada se pierde la idea de una unidad". Y entonces recuerdo palabras de la última secuencia sobre un fondo negro que intentan recuperar la Memoria Histórica, tal como en aquellos años 50 y 60 lo proponía el cine de Jean Luc Godard, el cine de Alain Resnais. Un mirar desde la pantalla hacia una responsable toma de conciencia.

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