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Lunes, 6 de octubre de 2008
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Espejos siniestros, malograda remake de Hollywood

El terror que sólo grita y aburre

Por Leandro Arteaga
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La figura de Kiefer Sutherland atenta contra el tono del film.

Espejos siniestros. (Mirrors). EE.UU./Rumania, 2008

Dirección: Alexandre Aja.

Guión: Alexandre Aja, Grégory Levasseur.

Fotografía: Maxime Alexandre.

Montaje: Baxter.

Música: Javier Navarrete.

Intérpretes: Kiefer Sutherland, Paula Patton, Cameron Boyce, Erica Gluck, Amy Smart, Jason Flemyng.

Duración: 110 minutos.

Salas:Monumental, Village, Showcase.

4 (cuatro) puntos

Hablar, otra vez, del procedimiento comercial cinematográfico de las remakes norteamericanas aburre. Pero repitamos: las nuevas versiones se deben a, estimamos, dos factores: la escasa memoria cinéfila del público norteamericano, y el rechazo hacia las películas con subtítulos.

Ello posibilita que cantidades industriales de films de distintas latitudes posean una re﷓versión marca Hollywood, donde las virtudes originales culminan, las más de las veces, por ser pasteurizadas para el gusto de este público. En dicho marco de producción, las películas de terror oriental se han revelado como un lugar propicio para el fomento de un género que, en el caso original, conoce una frescura de la que adolece la pantalla norteamericana.

Con Espejos siniestros estamos frentes a otra de estas "rarezas": film de origen coreano, reversionado en Estados Unidos, y dirigido por un francés: Alexandre Aja. Mismo responsable de, convengamos, muy buenas incursiones dentro del mismo género: Alta tensión (2003) ﷓filmada en Francia y plena de referencias al mejor cine de terror de los '70﷓ y El despertar del diablo (2006), título local que esconde la remake de la clásica Las colinas tienen ojos (1977), de Wes Craven.

Los antecedentes son buenos y el amante del género debiera tener, ante sí, una buena oportunidad. Pero aquí juegan, lamentablemente, otros factores. Uno de ellos -el principal- es la figura del actor Kiefer Sutherland. La imagen pulcra y puritana que desprende desde la serie televisiva 24 debe tener una necesaria continuidad en sus demás proyectos. Entonces, su papel de policía retirado, afectado psíquicamente, con problemas de pareja, es el lugar adecuado para, por un lado, justificar las extrañas visiones en los espejos como delirios suyos y, por el otro, procurar que el mal ejemplo que ofrece a su familia sea resuelto de un modo feliz. El ex﷓policía devuelve, así, al cauce normal lo que en un momento supo descarrilar.

Todo ello a partir de un edificio gigantesco y víctima de un incendio. Los espejos, limpios y nítidos, devuelven imágenes de otra historia, secreta. Situación que es propia, también, de la mayoría de temáticas que abordan los films de terror orientales. Pero lo que en dichos casos es motivo de un horror que se asoma de un modo tenue pero cada vez mayor, en Espejos siniestros es causa de que Sutherland comience a vociferar sus visiones a todo el mundo, de manera inverosímil. En otras palabras, no hay credibilidad en el relato, y lo que pudiese haber sido un film de mayor interés, culmina por ser obvio y banal.

Para el caso, baste recordar la remake que del film japonés Dark Water realizara Walter Salles. El mismo director de Diarios de motocicleta, aunque en el marco de un film de terror, no pierde su mirada social (aún cuando, convengamos, éste sea uno de sus films menos interesantes). En Espejos siniestros no tenemos más que una fórmula vista y bastardeada por la mayoría de títulos con temáticas similares.

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