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Lunes, 5 de enero de 2009
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BALANCE 2008. Las películas más importantes del año, y también lo que quedó afuera de la taquilla

Un año para confiar en los finales felices

Sobre el final del año, el esperado anuncio de la reapertura de El Cairo dio el toque de emoción. Entre lo mejor del año, Woody Allen, los hermanos Coen y La escafandra y la mariposa.

Por Emilio A. Bellon
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El sueño de Cassandra, de Woody Allen, devela las mentiras y fisuras que esconde un éxito.

Dar cuenta de toda una actividad en una página de un diario nos pone frente a una idea de recorte, asume un riesgo y es, por sobre todo, el seguimiento de un punto de vista, de un concepto de gusto y preferencias, de exclamaciones y de recuerdos. En esta operación que se llama balance, por acostumbramiento y porque así lo indica este inicio de año, juegan una serie de consideraciones. Pero al mismo tiempo, los juicios de valor definen un posicionamiento, en el que podemos escuchar los ecos de tantos comentarios previos.

Los hermanos Coen llegaron a través de dos films. No me inclino por el primero, Sin lugar para los débiles por ese estallido de violencia mecánica y de personajes demasiado esquemáticos, aunque el actor Javier Bardem haya merecido el Oscar al "mejor actor de reparto". Sí, en cambio, elijo Quémese después de leerse, film en el que a través de un enfoque satírico quedan ridiculizados aspectos de la estupidez humana, que parten de hacer blanco en los mecanismos de control y sistemas de poder. Y aquí sí, además de George Clooney y de Frances McDormand, destaco a Brad Pitt, quien ya a partir de El asesinato de Jesse James ha logrado superar su exitoso esteretipo.

Por lo general me resisto a pensar en los Oscars -de los que raramente me acuerdo- como un patrón de medida. A la Academia le siguen gustando films como Expiación, Deseo y pecado, de Joe Wright y ya veremos como en la próxima entrega hará un giro, afortunadamente, a partir del triunfo de los demócratas. En estos días se ha estrenado El día que la tierra se detuvo y el film abre a un esperanzado mañana, a partir de abandonar el planteo típico de la era Bush, que fue pensar al otro como enemigo.

Hacíamos mención a la violencia. Pero qué diferente es su tratamiento en el film de Sidney Lumet, Antes que el diablo sepa que estás muerto, cuya historia abre, a partir de una singular manipulación temporal, a una serie de consideraciones sobre los mandatos y conductas familiares, llegando nosotros a un estar cara a cara ante una irreversible tragedia, desde una mirada que nos acerca al drama de los humillados. En relación con figuras familiares, tenemos presentes a los dos hermanos de La familia Savage, de Tamara Jenkins, enfrentados ante una situación límite que marcará un ajuste de cuentas con el pasado.

Si pensamos en tradición familiares, asoman paulatinamente las imágenes de Nuevo mundo, de Emmanuele Crialese, con producción del ya célebre Martin Scorsese. En el film vemos los rostros expectantes, asistimos a un viaje, a un itinerario poblado de temores e interrogantes, recalamos en Estados Unidos. Estamos a principios del siglo XX. Del cine italiano también pudimos ver en Cine Club, entre tantos otros estrenos, el último film de los hermanos Taviani, El destino de Nunik o como se la ha conocido en otros países, La casa de las alondras, film que es uno de los pocos que nos lleva a reflexionar sobre el genocidio armenio.

Sobre la memoria, el pasado y sus oscuros meandros, sobre ese vínculo entre individuo e historia, dos films franceses merecen figurar en los primeros lugares. Y son ellos Un secreto, de Claude Miller que indaga en una historia familiar marcada por algo más que aún no se ha dicho y La cuestión humana, de Nicolás Klotz, que permite cierto paralelismo entre las estrategias del mundo laboral y financiero de hoy con los procedimientos que ponía en marcha la maquinaria nazi. Como ocurría, aunque planteado en el ámbito de otra historia, en Los falsificadores.

No ubico en estos párrafos, que forman parte de los films más queridos, ni al cine de Ridley Scott con American Gangster ni al desaforado y efectista David Cronenberg de Promesas del Este. Como tampoco, aunque su director dice seguir los pasos de Alejandro Amenábar, al film El orfanato de Juan A. Bayona, pese a haber recibido tantos y tantos premios. Como tampoco siento simpatía alguna por ese festival de truculencia, sanguinolento, del último film de Tim Burton, Sweeney Todd.

Por otra parte, desde el título Juego macabro-Sleuth parece ubicarse en la línea de los films del género. Sin embargo, esta remake del film del 73 de Joseph L. Mankiewicz, con un cautivante guión del recientemente fallecido Harold Pinter, lejos de apuntar al efectismo nos enfrenta a dos personajes que están dispuestos a llevar sus otros roles hasta el final. Es como un juego de cajas chinas y de trasvestimientos que muestra constantemente el filoso lado de un ambiguo vínculo que pasa por diferentes configuraciones. Admirables nuevamente Michael Caine y para tener presente a Jude Law. La dirigió Kenneth Branagh, quien los últimos días del año nos ofrendó su ocurrente versión de la opera de Mozart, La flauta mágica.

Si hubo una comedia festiva, alocada, y al mismo tiempo crítica sobre los comportamientos de la moral conservadora, fue -y el público la aplaudió- el film de Frank Oz, Muerte en un funeral, que recrea lo que se conoce como "el espíritu de la comedia inglesa" y transforma una ceremonia fúnebre en un lugar de situaciones irreversibles, sorpresivas, que dejan a más de uno con la boca abierta. Y la risa se volvió una reacción contagiosa en el musical de Phyllida Lloyd, Mamma mía!, con una inolvidable Meryl Streep en un pequeño albergue ubicado en una isla del Egeo. Asuntos de paternidad, una boda en marcha, reencuentros y en sí, una jubilosa recepción. Aquí los actores bailan y cantan la música de ABBA y el ritmo asume un crescendo que hace difícil permanecer sentado.

Y también el film de Wes Anderson nos promete situaciones disparatadas y momentos de cálidos acercamientos en un territorio que nos lleva a cruzar fronteras. Muy en la línea del cine de los 60, cuando todos miraban a Katmandú, Viaje a Darjeeling nos invita a acompañar a tres hermanos en busca de su madre, tras la muerte del padre. Tan diferente por cierto del viaje que realizan dos enfermos terminales en el film tal vez menos creíble del año, edulcorado y afectado por una visión pueril, como es Antes de partir de Rob Reiner.

Como acontece, afortunadamente, año tras año, Woody Allen hace llegar su film. Y el 2008 fue El sueño de Cassandra, historia de dos hermanos en crisis que se verán enfrentados a un mandato familiar, de signo trágico y homicida, con resonancias de la tragedia griega, el film va señalando las fisuras que pretenden ser ocultadas, las sospechas y mentiras sobre las que se apoya un aparente éxito.

Al volver sobre las relaciones familiares, el cine italiano no sólo nos hizo recordar a la Loren y a Giannini en Francesca de Lina Wertmüller, sino que nos permitió admirar el film de Daniele Lucchetti Mi hermano es hijo único, un relato en el que a través de la posición enfrentada de dos hermanos, en el plano ideológico, se van revelando comportamientos de una sociedad en sus diferentes órdenes.

Del realizador Patrice Leconte llegó, en enero pasado, Mi mejor amigo, con dos notables: el hoy ya característico actor de comedias Daniel Auteil y su amigo de ocasión, Danny Boon. Aquí se plantea una prueba que es todo un desafío.

Del también aclamado director Oriental Wong Kar﷓Wai llegó El sabor de la noche, film que nos lleva a pensar en las historias de carreteras, bares al paso y luces de neón. Una historia declaradamente sentimental pensada para la cantante Norah Jones, acompañada por Jude Law. Diferentes líneas se van abriendo y se van cruzando en un film que ha permanecido ajeno al canto de sirena del sistema de producción de Hollywood. Y si de historias sentimentales, con destellos melodramáticos hablamos, no podemos dejar de citar al del multipremiado Ang Lee, Crimen y lujuria, realizado a la manera de los films de los 50, historia de espionaje y pasiones en un escenario convulsionado en las altas esferas de poder.

De espaldas al triunfalismo de la administración Bush, el realizador Paul Haggis ofreció el muy silenciado film, La conspiración, en el que la bandera estadounidense es mirada desde otro lugar. Historia que lleva a veteranos de guerra y a su esposa -notables Tommy Lee Jones y Susan Sarandon- a indagar sobre el destino de su hijo, desaparecido tras regresar del frente en Irak. Como altamente crítica y corrosiva es la propuesta del checo Jiri Menzel, en Yo serví al rey de Inglaterra, una ácida biografía sobre los comportamientos de un hombre que ambiciona ser millonario y que poco a poco se encontrará en un territorio vigilado y acechado por las fuerzas de ocupación nazi. Altamente recomendable.

Julie Christie, nominada pero no galardonada, compuso el rol de una mujer veterana afectada por el mal de Alzheimer en el film de la canadiense Sarah Polley, Lejos de ella, expresión que nos lleva a la voz de su compañero de vida, su marido, ante esta situación ya límite e irreversible. Con gran pudor, el film relata los cambios que debe afrontar una pareja que comenzará a compartir de otra manera. Sobre el dolor y sobre las posibilidades de vida, sobre aquello que a veces no se nombra y se teme, sobre lo que nos puede privar de algunas facultades, el film La escafandra y la mariposa, de Julian Schnabel es una de las grandes obras de este año (y de siempre), que nos acerca a la tragedia que debe afrontar un hombre de mediana edad tras un ataque cerebral.

Mientras los estrenos (la mayor parte estadounidenses) se sucedían, una serie de espacios alternativos permitieron seguir disfrutando y conociendo otras expresiones. Siempre presentes, Cine Club Rosario con sus funciones semanales y ciclos quincenales; la sala familiar Madre Cabrini, variada, con cine de géneros y de líneas autorales; el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, con sus ciclos de los viernes, el Lumiere, con programaciones de origen argentino y de otros países, particularmente los fines de semana. Los ciclos del Centro Cultural del Parque España, así como programación de películas undergrounds en bares y otros espacios. Y este año comenzó a ofrecer funciones, ya desde fines de junio, "Cineforum" con sesiones de cine-debate todos los jueves, en la Biblioteca Central de la Facultad de Humanidades y Artes.

Y sobre el filo de diciembre el gran final ya anunciado: la feliz y esperada noticia de que el cine "El Cairo" se volverá a abrir dentro de seis meses. Tal situación nos emociona y nos lleva a pensar en otros finales felices.

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