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Entre tantos aspectos que por razones de espacio quedaron afuera de nuestro habitual balance del año, destaca la paciente y efectiva labor del Grupo Laboratorio de Teatro "El rayo misterioso", que es uno de los pocos que no abandona sus postulados en defensa de un espacio que trasciende los conceptos del teatro como mero espectáculo. Por eso, Rosario/12 entrevistó a su director Aldo El-Jatib y algunos de los integrantes de El Rayo que vienen preparando una serie de sorpresas para este año. "En el año 2007 estuvimos presentes con algunos de nuestros trabajos como `Muz', o `La consagración de las furias' que se repartieron entre salas como Lavarden; el Centro de Estudios Teatrales , La Grieta, y llegamos a estrenar Chéjov, Strindberg y Pirandello -comentó El Jatib-, a pesar de que reconoce las diferencias con la perspectiva de contar con un espacio propio. El año pasado el grupo resigna las posibilidades de presentar nuevos montajes y posterga también el tradicional Experimenta, para dedicarse intensivamente a construir su nueva sala de calle Salta 2991.
"El Instituto ya había hecho todo lo posible y ya no había más fondos para continuar con las refacciones, entonces volvimos a pedir a otros organismos y nos rechazaron dos veces del Fondo Nacional de las artes y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, pero decidimos igual que íbamos a agotar todas las gestiones para que esto salga", asegura El-Jatib.
Finalmente y gracias a una gestión del diputado nacional Agustín Rossi (PJ), el grupo recibe el dinero necesario para seguir adelante con uno de sus objetivos prioritarios para el desarrollo de sus actividades.
"Creemos que lo que motivó esta decisión, fue la presión ejercida por la carta firmada por personalidades en apoyo de nuestra labor, eso movilizó mucho y gracias a esos fondos pudimos hacer el techo de la sala, que ya está listo", explicó el director.
Una de las carencias más sentidas por los integrantes de El Rayo fue perder el centro de operaciones que les permitía generar actividades para sostener un proyecto que viene creciendo desde hace más de 15 años.
"Siempre contamos con programación de espectáculos, ciclos de cine, eran todas tareas que garantizaban nuestra sobrevivencia y ahora no la teníamos", plantean, mientras siguen pensando en el antes y el después que marcará una nueva etapa.
Para El-Jatib esta situación los llevó a "dar un paso atrás para dar dos adelante, además de ser un momento de introspección para saber hacia dónde va el grupo una vez que se consolide la nueva sala, se vive como una especie de tiempo tomado para surgir más adelante como el ave fénix".
Estas situaciones límites caracterizan a este colectivo teatral que pareciera fortalecerse frente a cada uno de los nuevos obstáculos que aparecen en su obstinado camino por sostener sus principios originales.
"Como coordinador trato siempre de provocar terremotos, de provocar cambios para que el grupo pueda tener continuidad, para que las personas que ingresan puedan estar en un lugar que tienen que ver con la creación, con el avance y lo antirutinario, donde siempre aparece algo nuevo", afirmó el director.
En esta etapa, se suman nuevos integrantes que toman la posta de aquellos pioneros que fundaron y consolidaron la poética vital de uno de los grupos mas antiguos de la ciudad. "El hecho de que la gente deje produce un recambio de oxígeno, los nuevos que se acercan ven que es un espacio no habitual, que no se encuentra en cualquier lado, lo ven como posibilidad de crecimiento o búsqueda personal, nos proponemos un recambio de gente y seguimos sosteniendo los valores y el entrenamiento, algunos se van y otros se acercan".
Con el mismo fervor con el que creó este proyecto, El-Jatib sigue defendiendo una postura ideológica que sigue molestando a algunos y que para otros es un concepto demasiado anacrónico que no se condice con los tiempos que corren.
"Estamos en una época donde el trabajo de grupo no está bien visto, tiene mala propaganda y es porque el sistema no quiere que la gente se junte y haga cosas, no le conviene, por eso se alimenta el individualismo, nos dicen que somos sectas y entonces algunos se cansan, ya no es como en los 70 donde el trabajo de grupo era un elemento necesario para la cultura".
Por su parte, María de los Angeles Oliver, una de las integrantes históricas de la última etapa de El Rayo, opina que "más allá de este ir y venir de personas, el grupo logró un mecanismo para que ese recambio no afecte a los objetivos o a los proyectos concretos que se siguen cumpliendo".
A la hora de analizar el comportamiento interno de sus dirigidos, el director compara su evolución con la de grupos emblemáticos del teatro contemporáneo que han perdurado y sostenido sus postulados estéticos e ideológicos mas allá del ir y venir de sus integrantes. "En toda la historia de los grupos hay una norma psicológica que se produce con el paso del tiempo y es cuando el grupo deja esa fuerza centrífuga que lo hizo estar adentro, pasados los 5 ó 10 años, son pocos los que pueden sortear este mecanismo, continuar y sostener la fe en el proyecto.
Eugenio Barba no está con ninguno de los primeros integrantes del `Odin', tampoco son los mismos actores los de la `Comuna Baires' de Renzo Casali, todos con más de 40 años de trayectoria, lo que nos pasó a nosotros también les pasó a esos grupos", afirmó El-Jatib.
Durante este período de ausencia en las salas, la revista "Truenos y Misterios" se convirtió en la cara visible de El Rayo, su punto de contacto directo con la comunidad. "Era el hilo que nos unía y una especie de voz que decía que estamos vivos y acá seguimos, sirvió para retomar ese espíritu de militancia".
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