DÃas de mayo. Argentina, 2009
Dirección y guión: Gustavo Postiglione.
FotografÃa: Héctor Molina.
Música: Iván Tarabelli.
Montaje: Lucio GarcÃa.
Intérpretes: Agustina Guirado, Santiago Dejesús, Caren Hulten, Juan Nemirovsky, Antonio Birabent, DarÃo Grandinetti, Carlos Resta.
Duración: 105 minutos.
Salas: Monumental, Showcase.
6 (seis) puntos
Si bien la elección narrativa -una historia paralela a los dÃas del Rosariazo- no resultará novedosa, es ello lo que permite a DÃas de mayo escapar al didactismo que supondrÃan pretensiones diferentes: esto es, contar cómo fueron aquellos dÃas. El film de Gustavo Postiglione (El asadito, La peli), en este sentido, permite un abordaje lateral, aunque no ajeno, al móvil social y polÃtico de los dÃas de 1969.
Sin embargo -y es éste el rasgo que culmina por sobresalir- pareciera que desde la misma recreación se termina por entramar una suerte de burbuja mÃstica y, por ello, mistificante. Es una cápsula, dirÃa caprichosa, la que termina por encerrar al Rosariazo. Su plasmación romántica, plena de ideas/ideales -que siempre se asoman pero nunca se problematizan- taxativos, sin fisuras, se traducen en personajes lineales y en un argumento, por lo menos, esquemático.
Se señala esto porque, por ejemplo, aún cuando el personaje de Laura (Agustina Guirado, de reminiscencias inevitables a Anna Karina) se nos explique como estudiante de Teatro y de FilosofÃa, poco hay en el film que nos haga ahondar en la cuestión. Es decir, si es la FilosofÃa -la dialéctica, el diálogo entre ideas- la que rige su hacer, su decir, presumiera uno que debiéramos asistir a una reflexión pertinente, que trascienda el momento y se dispare hacia el espectador. En lugar de ello, nos encontramos con una sucesión de nombres que, por el sólo hecho de citarlos (mostrarlos, decirlos, subrayarlos), bastarÃan para tal propósito. Es asà que, ante nosotros, desfilarán Chejov, Godard, Solanas, Nebbia y, como siempre, Eva Duarte o Juan Perón. Y si bien son y serán nombres vinculados con el tiempo que se recrea -y no necesariamente filosóficos- no dejan por ello de ser la manera intelectual e intencional que se decide desde el tiempo presente y cinematográfico.
Aquà es donde, entonces, DÃas de mayo se nos vuelve la burbuja aludida, más la concepción de una Rosario que, sino igual, es también superior al mayo francés o al mismÃsimo Instituto Di Tella. DÃas de amor que, por cataclÃsmicos (y referenciales, allà estamos de acuerdo), significarán también una separación inevitable entre Laura y Pablo (Santiago Dejesús). Situación enclave para lo que acontecerá de allà en más tanto para ellos como para, justamente, todos nosotros.
Quisiera uno que este enclave se vuelva un lugar de pensamiento, tematización y complejización, antes que un ámbito de nostalgia pintoresca. Hay un poco de todo ello en DÃas de mayo, pero desde un argumento demasiado lineal y con piezas que encastran justo. Quizá, por qué no, hubiese sido de mayor interés permitirle a la bella Laura alguna transgresión veraz, que posibilitase a alguna de sus fantasÃas volverse verdad y revertir el clima del relato hacia un juego surreal. Tan onÃrico como el que habilita, siempre y por esencia cinematográfica, toda y cualquier pelÃcula.
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