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Domingo, 2 de agosto de 2009
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Hasta el 20, la muestra Bajo la hierba, territorios y memorias.

Para ir tras las huellas de la ciudad

La muestra propone un recorrido a través de "sitios de memoria", es decir, los lugares donde "pasó algo" que sea preciso recordar. El tema, presentado con sensibilidad, es la represión estatal contra las luchas políticas por los derechos humanos.

Por Beatriz Vignoli
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Las clásicas bicicletas de Fernando Traverso. Todo un símbolo de los desaparecidos en la ciudad de Rosario.

Hasta el 20 de agosto, rosarinos y visitantes están invitados a perderse, o, mejor dicho, a encontrarse con una parte significativa de la propia identidad urbana, en el laberinto de una muestra única. Bajo la hierba, territorios, ciudad y memorias, en el Museo de la Memoria (Aristóbulo del Valle y Callao) fue íntegramente producida por el Museo de la Memoria y es un evento doblemente local en tanto explora la(s) historia(s) de la ciudad. La muestra propone un recorrido por las huellas de la ciudad a través de 15 de sus "sitios de memoria", es decir, los lugares donde "pasó algo" que sea preciso recordar. El tema, presentado con sensibilidad, es la represión estatal contra las luchas políticas por los derechos humanos y civiles en la ciudad de Rosario desde 1890 a 2001.

Diseñada por su director, Rubén Chababo, junto con Viviana Nardoni, la elaboración del laberinto de biombos traslúcidos requirió de la participación de todo un equipo de diseño, foto, montaje, redacción y edición. El montaje es lúdico e invita a descubrir el mapa de la memoria urbana como un juego. Guían el recorrido unos autoadhesivos que reproducen, en el piso de la sala, la trayectoria de una figura entrañable del arte político popular: la "hormiguita" que representa al militante social Claudio "Pocho" Lepratti, víctima de la represión del 19 de diciembre de 2001. Por supuesto no falta el de la bicicleta de Fernando Traverso (n. 1951), evocada a través de fotografías, stickers, textos y una instalación con luz que arroja su sombra, significando la ausencia que es el sentido de la obra: la de sus 350 compañeros desaparecidos por la dictadura.

Intervino en el diseño de montaje otro artista, Darío Ares, quien ya mostró en el Museo de la Memoria en el marco de otra muestra de similar temática urbana y social; en aquella ocasión, sus fotos "señalaban" lugares donde habían ocurrido hechos de violencia urbana. Las fotografías de Bajo la hierba son de Mónica Fessel (Buenos Aires, 1971), célebre por sus retratos que en realidad son autorretratos (los retratados son quienes oprimen el obturador; hay un tierno video que registra los testimonios de los participantes. www.monicafessel.com/visavis.php).

"En las ciudades que vivimos, hay algunos sitios que están cargados de memoria", escribe Rubén Chababo en el texto de presentación. "Los ciudadanos, al pasar frente a ellos, saben que están frente a un poderoso territorio de sentido. En muchos casos se trata de edificios, parques o plazas de la ciudad en la que han ocurrido hechos históricos que han quedado grabados en la memoria colectiva o que por su importancia y su gravitación en la vida cultural y política de la ciudad ni siquiera necesitan ser señalizados porque su sola presencia devuelve a los ojos de los habitantes de la ciudad un destello de aquel pasado que encarnan. Pero hay otros sitios, que permanecen callados o silenciosos, inadvertidos o enmudecidos para la mirada pública. [...] Ocultos por el olvido, abandonados en el desván del pasado, esos sitios pueden ser vueltos a iluminar y a decir cuando la mirada atenta se posa en ellos y lenta o vertiginosamente comienzan a abandonar su anclaje en el olvido para reinstalarse en el presente. [...] De ese modo, y de manera casi maravillosa, el pasado se hace presente cuando el presente tiende sus puentes hacia el pretérito uniendo ambas orillas de la historia y el tiempo".

El hermoso y claro diseño gráfico de Cristian Galván y Florencia Martini pone marcas que diferencian dos series de textos en los paneles y el catálogo: Los informativos e históricos, elaborados por la gente del Museo, y otros decididamente literarios. Para éstos se convocó a la joven escritora rosarina Irina Garbatzky, quien abordó cada uno de los 15 temas a través de una prosa muy bella y a la vez muy comprensible para un público amplio. Mediante el uso del pasado, de la primera persona y de cierta licencia poética que le permite a veces evadirse hacia lo fantástico, Garbatzky reelabora estas dolorosas historias en forma de mito colectivo. El conjunto se lee como si fueran fragmentos de distintas novelas, o como una saga mítica al modo de Las ciudades invisibles de Italo Calvino o El país de las últimas cosas de Paul Auster. Y quedó impecable gracias a la cuidadosa edición y corrección por Ana Laura Idigoras.

"¿Alguien vio la bicicleta que dejé aquí?, decía en la pared", escribe Garbatzky, en puro pretérito lúdico, a partir de las 350 bicicletas que Traverso, a partir de una única matriz, pintó en los muros de la ciudad en homenaje a los montoneros desaparecidos en Rosario. (A la inscripción citada la usa para indicar que le borraron una; el artista ha hecho un prolijo seguimiento de su obra). "En esa época se dejaban bicicletas olvidadas por todas partes. Vimos más de cien. Aparecían apoyadas como si fueran sombras. Tal vez alguien las fabricaba, porque se las encontraba siempre, como se encuentran por ahí los paraguas o las revistas. Las bicicletas se robaban o salían disparadas. No sabíamos cómo lo hacían, ni adónde iban. Alguien imaginó a otro juntando todas las bicis marcadas. ¿En qué pensaba? Inventamos una sala de acumulación de bicicletas. Era una ciudad donde aparecían y desaparecían, las bicicletas".

El equipo trabajó según los protocolos de la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia, que aportó un subsidio de 10 mil dólares para su realización. Ésta abarcó un trabajo de investigación y registro, el complejo montaje con imágenes, mapas y textos, la edición de un video y la publicación de un catálogo. Desde hace tres años, el Museo de la Memoria es miembro institucional de la Coalición internacional de Sitios de Conciencia. Fue convocado a participar por Memoria Abierta, acción coordinada de organismos de Derechos Humanos para promover la conciencia social sobre el terrorismo de Estado. Estos organismos son: la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, el Centro de Estudios Legales y Sociales, la Fundación Memoria Histórica y Social Argentina, las Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora) y el Servicio Paz y Justicia. Un objetivo importante de Memoria Abierta, que coordina la Coalición internacional de Sitios de Conciencia en América Latina, es que todos los registros de lo ocurrido en la última dictadura militar (1976 a 1983) y de sus consecuencias sean accesibles a la investigación y a la educación. El Museo de la Memoria, entidad cultural municipal fundada en el 2001 con una misión similar, viene reclamando como sede a un sitio de memoria: el antiguo cuartel Sede del Comando del II Cuerpo de Ejército, la mansión construida por el arquitecto Ermete de Lorenzi que hoy es el bar Rock & Feller, en Córdoba y Moreno. "Let's Make it Happen", literalmente "Hagamos que suceda", se lee actualmente en la fachada del bar: como un retorno de lo reprimido, que aludiera al siniestro plan de exterminio que tuvo allí su centro durante la última dictadura.

Una vez allí, según relata a Rosario/12 Eva Nardone, el nuevo Museo contará con un centro de documentación, para cuya financiación el Museo se presentó a un nuevo subsidio de la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia. El Museo de la Memoria lleva adelante un archivo de imágenes, algunas de las cuales (como el descenso al centro de detención clandestina conocido como El Pozo o el recorrido por otro, La Calamita) pueden verse en el video editado por la Secretaría de Cultura que se incluye en la muestra. A estos registros se suman otros más recientes, los de las dos plazas y el arzobispado de Rosario donde las Madres preguntaron y reclamaron por la aparición con vida. Las fotos de Fessel documentan además el detalle, que suele pasar desapercibido, de los pañuelos blancos pintados en las baldosas de la Plaza 25 de Mayo, otra instancia de arte político al servicio de la conciencia histórica. En el video, las palomas levantan vuelo en el cielo claro y apacible.

Junto a la Maternidad Martin, la hierba cubre el predio del antiguo Hospital Central en cuya morgue yacieron algunos de los cuerpos torturados, asesinados, desaparecidos. Y la hierba es el olvido. De ahí, el título de la muestra.

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