Dicen que Enrique Santos Discépolo se emocionó hasta las lágrimas cuando esa noche, en el cabaret El Colonial, la escuchó cantar "DiscepolÃn", el tango que Homero Manzi y AnÃbal Troilo habÃan compuesto para él.
-¡Uff, era una piba... qué sé yo, el año 50, 51... - dice del otro lado de la lÃnea Alba SolÃs, con una voz increÃblemente joven, sobre todo teniendo en cuenta lo que ha vivido esta mujer, y sobre todo con quién lo ha vivido. Y es que a lo largo de sus 60 años de carrera, por la vida de Alba SolÃs desfilaron casi todos los grandes nombres del tango: de Discépolo a Mores, de Lusiardo a Copes, de Pichuco a Libertella. Sin embargo, a diferencia de tantas, de la mayorÃa, el tango no formó parte de la formación casera de esta hija de italianos nacida Angela Herminia Lamberti, en el barrio de Floresta al filo de la década del 20.
"Al contrario --dice estentórea--. El padre de mi padre me prohibió que usara el apellido. Porque para ellos, que eran tanos, las mujeres 'del ambiente' eran todas perdidas", explica esta cantante cuya carrera empezó aparentemente, casi de casualidad.
"En mi casa no se escuchaba tango, y no se cantaba. A mà sola me gustaba cantar y asà empecé, a los cuatro años en un grupito infantil que se llamaba La Pandilla Marilyn. Actuábamos en un show que se llamaba Las Matinés de Juan Manuel". Después, ya más grandecita, seguirÃa en la carrera actoral de la mano de figuras como Atiliano Ortega Sáenz y junto a Mario Amaya "El Churrinche". Aunque estudió solfeo con la cantante lÃrica Maria Naftri, el tango siempre fue su pasión. "Al tango lo sentÃa. Me permitÃa mostrarme como yo era".
Con esta consigna, después de ganar el concurso "Buscando la voz del tango", en Radio Mitre, en 1945 --de donde saldrÃa un contrato por cuatro años--, saltarÃa primero al teatro, después a la televisión, luego al cine... y finalmente a todo lo demás, incluidos varios años de gira por el mundo con espectáculos como Buenos Aires canta al mundo y, más acá, Tango Argentino, donde compartió cartel con las principales figuras del género.
De la revista porteña a los grandes teatros europeos, la SolÃs se ha recorrido medio planeta poniéndole alma y vida --y un sello sumamente personal-- a tangos bien canyengues como "Uno" o "La última curda". Y sin embargo, asegura que viajar no es lo que más le gusta.
"Me gusta viajar, pero no cuando trabajo. Y la verdad cuando no trabajo, tampoco. Pero cuando trabajo, trabajo. Y punto. A mà me parece que cuando uno trabaja, tiene la obligación de estar concentrado, de prepararse para lo que va a hacer. Yo soy muy sensible a la respuesta del público. Canto de acuerdo a cómo está el público. Si el público está medio aplastado, poco entusiasmado, entonces me pongo a hacer chistes, hablo de mi vida, y entonces la gente se entusiasma y empieza a pedir canciones. Y ahà quedamos todos contentos. Ese es mi trabajo, que la gente se vaya contenta a su casa. Asà soy yo...
--¿Y cómo es?
--AsÃ, apasionada, bien tana.
Esta "sangre" fue la que la llevó de las grises actuaciones en estudios de radio a las marquesinas de la calle Corrientes. "Yo tenÃa mi estilo ¿sabés? A diferencia de otras, a mà me gustaba moverme por el escenario, mostrarme, hablar con el público, hacerlo reÃr, y eso, por aquéllos años, realmente llamaba la atención".
--¿El único modo de llegar eran las audiciones de radio?
--No, no solamente. Yo hacÃa mucho en vivo, en los boliches. Ahà iba mucha gente del ambiente, mucho empresario que podÃa convertirse en un contrato, en más trabajo.
--Hablando de contratos, ¿cómo llega al cine?
--Como llegué a todo: alguien me veÃa en el teatro, o en algún boliche, y me llamaba. En esos años el ambiente artÃstico estaba muy mezclado, no era como ahora que la gente del cine es una cosa, la del teatro otra y la de la música otra..., y la del tango otra más. Pero el cine nunca fue lo mÃo. Me parece que por el cine muy poca gente me reconoce por los trabajos ahÃ... lo único, a lo mejor, por Carne...
--Nada menos... ¿cómo era trabajando la Coca Sarli?
--Como es ahora, divina. Una persona que no sabe lo que es la palabra maldad. Para mi gusto hasta un poco ingenua. La hacÃan trabajar mucho, y ella siempre con una sonrisa. ¡Y además, los papeles que le hacÃan hacer...!
--Ud. los ha conocido, sino a todos, a casi todos, ¿cuáles eran sus númenes, sus referentes?
--Ay, m'hijita, no podrÃa, no puedo decirte cuáles me gustan o cuáles no. ¿Sabés qué pasa? que a lo mejor uno que no me gusta cómo canta, es amigo mÃo, y ¿cómo le voy a hacer eso a un amigo? Yo soy una persona muy cariñosa que no puedo separar el artista de la persona, asà que por ahà digo que éste o aquél no me gusta como canta y después resulta que es mi amigo, y viene y me mata...
--Entonces, ¿cuáles han sido sus mejores amigos?
--Y, por ejemplo con "Goyena" --perdón--, con Goyeneche éramos muy amigotes. Si hasta le cuidaba la espalda frente a la mujer con los cigarrillos. Cuando él la veÃa aparecer me decÃa: "rápido Negra, tomá". El me los daba a mà y yo me los tenÃa que fumar ¿qué te parece? ¡Lo que habré fumado por su culpa!
--¿Y de Piazzolla? ¿qué opina?
--Bueno, yo a Astor lo conocà bien. Creo que era un genio, que lo que hacÃa era de avanzada, era el futuro... pero yo no lo entendÃa. No lo entiendo ahora. Y es que yo puedo cantar si vos me das una melodÃa (y tararea una)..., ahora si me das un ritmo sincopado (y recrea uno bien piazzoleano), para mà es imposible seguirlo.
--¿Cuál es su secreto?
--El trabajo. Definitivamente el trabajo. El dÃa que no pueda trabajar, me muero.
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