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Lunes, 24 de agosto de 2009
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CINE. Un libro del francés Noël Simsolo desenreda un género que despierta pasión

El cine negro: un nuevo modo de ver

Desde una narrativa apasionada, el autor analiza el estado de ánimo del género más prolífico del cine norteamericano. Para eso, revisita títulos clásicos pero también hace foco en películas contemporáneas como las de Quentin Tarantino.

Por Leandro Arteaga
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Humphrey Bogart y Lauren Bacall en El sueño eterno (The Big Sleep, 1946, Howard Hawks).

Uno podría partir desde diversos ejes -todos coincidentes para intentar un primer abordaje respecto de El cine negro (Le film noir), de Noël Simsolo. Es decir, por un lado: el autor mismo; por el otro: la temática; y también la editorial de origen. En otras palabras, y correspondientemente: la trayectoria referencial de Simsolo, el atractivo inmediato que significa el cine noir, la historia que -de suyo propio significa Cahiers du Cinema.

Noël Simsolo (Perigueux, 1944) es realizador, guionista, historiador del cine y novelista. Su obra crítica se ha ocupado de Sergio Leone, Alfred Hitchcock, Clint Eastwood, Jerry Lewis, Samuel Fuller, entre otros. El vínculo con Cahiers du Cinema nos excusa de fundamentar, todavía más, su prestigio; ya que Cahiers sigue y seguirá significando una suerte de faro, de referencia tanto histórica como crítica dentro del mundo editorial y fílmico del cine. Volvamos, entonces, al tema del libro.

No voy a disimular mi afecto inmediato hacia el cine negro y todo lo que de él se desprende; en otras palabras: el cine precedente y posterior, estéticas y temáticas, personajes, literatura, reformulaciones, mujeres, todo, absolutamente todo lo que signifique cine negro es atractivo. Como si fuese una suerte de manantial en el que el cine supo confluir para, así, vivificarse. Porque los escritos sobre cine negro, la falta de acuerdo tácito para su definición, la cantidad de títulos, la pertinencia genérica de los mismos, no hace más que augurar muchos más libros y discusiones ya que es demasiada la pasión cinéfila que el tema motiva. Y esta cinefilia es lo que desenreda -ordenada y estructuralmente el libro de Simsolo.

Para el autor, "el cine negro es una nebulosa" (p. 17), un estado de ánimo, una actitud temática y estética. El cine negro nunca puede defender a la policía, porque no sería negro. El cine negro ocurre a partir de 1944, porque este año significa la cristalización plena del realismo poético francés, el expresionismo alemán, y el melodrama -entre otras influencias en títulos norteamericanos como Pacto de sangre (Double Indemnity, Billy Wilder), El enigma del collar (Murder, my Sweet (Edward Dmytryck), Laura (Otto Preminger), La dama fantasma (Phantom Lady, Robert Siodmak), La mujer del cuadro (The Woman in the Window, Fritz Lang) (p. 139).

El cine negro es, también, un desafío crítico. Porque supone un prisma desde el cual mirar el cine y, así, mirarnos moralmente. Simsolo no duda en alejar del tono noir a Mickey Spillane y su detective -macarthysta Mike Hammer. Hace, para ello, suyas las palabras del realizador Robert Aldrich, entrevistado por François Truffaut:

Aldrich: A decir verdad lamento haber aceptado Kiss me Deadly. Ya se habían hecho dos películas execrables de la misma serie a partir del mismo autor y hubiera debido negarme. Mickey Spillane es un espíritu antidemocrático.

Truffaut: ¿Fascista?

Aldrich: Exactamente. (p. 279).

El ejemplo es justo porque, para hacer justicia, Simsolo destacará al film de Aldrich (Bésame mortalmente, 1955) como obra maestra, como ejemplo de un saber narrativo y autoral que hace brillar a un cineasta extraordinario. Vale decir, Kiss me Deadly es soberbia y negra por obra y grandeza -moral de su realizador, nunca por el origen literario de Spillane al cual, precisamente, Aldrich transgrede.

Será fascinante, para el cinéfilo lector, el detenimiento que Simsolo lleva adelante en títulos B o en la obra de realizadores como Phil Karlson o Gordon Douglas, muchos ajenos a tantas revisiones hechas, y que el autor desmenuza desde comentarios sintéticos, acordes con la temática a desarrollar. Posibilita, así, una semblanza que, a manera de piezas de puzzle, conforman un imaginario de época, un contexto cinematográfico, un continente de películas -muchas maestras.

Baste decir que, como omnipresencia de relieve, como eje a admirar, la obra de Fritz Lang es la que atraviesa el libro de Simsolo desde la página primera. Lang es el espejo -deformante, claro desde el que la Norteamérica de posguerra se mira y desde el cual la tarea crítica de Simsolo se erige. Fritz Lang es y será -redundemos, convengamos uno de los mejores directores del cine de siempre.

Como nota de color, será de interés reparar en la lectura que el autor lleva adelante a partir del análisis de los ecos que el cine negro destila en la cinematografía contemporánea. Allí surge el nombre de Quentin Tarantino como ejemplo referencial, como reelaboración de género capaz de dar cuenta tanto de un saber narrativo como -por añadidura de un estado de ánimo epocal.

En síntesis, El cine negro de Noël Simsolo expone al cinéfilo conocedor a una revisión temática, mientras posibilita esa tarea tan importante como es la de permitir el ingreso discusional a cualquier interesado, a todo aquél que ame el cine y las películas.

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