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Lunes, 26 de octubre de 2009
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Identidad sustituta, una mirada convencional sobre el "doble"

Cuando el sistema de simulación muestra su falla

Por Leandro Arteaga
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Bruce Willis sale al ruedo cuando su doble corre peligro.

Debo decir, particularmente, que el tema del "doble" me fascina. Desde tantos aspectos como sea posible. Qué mejor que pensarlo, en primera instancia, desde la sombra, desde el desdoblamiento oscuro, desde el otro yo. Las del cine expresionista alemán, tal vez, hayan sido las primeras sombras del cine en cobrar vida propia -conforme al historial demoníaco y seductor de su cultura , para luego cruzar el océano y habitar las calles con lluvia del mejor Hollywood. El Hollywood noir. El desdoblamiento oscuro supo provocar, también, los mejores personajes de la ficción popular. Allí, entonces, Batman, morador de tinieblas oculto tras el rostro filántropo de un millonario aburrido.

La ciencia ficción traerá una nueva manera de hablar de lo mismo. Con otros problemas, con otras tecnologías, el robot aparece, gracias a plumas como las de Asimov, Bradbury, Dick, como lugar social ideal, como ámbito de problematización. El robot como esclavo sin alma, como objeto vuelto sujeto, como lugar de rebelión, como umbral de una virtualidad social completa. Baste señalar a Blade Runner (1982) como el mejor de los films sobre estas temáticas, además de ser tan noir como el mejor policial de los años cuarenta. Una obra maestra.

Matrix (1999) será la encargada de reemplazar, de modo dual, la sociedad entera. El oxímoron "realidad virtual", cómo decirlo, existe. Aletargada en el seno tecnológico materno que hubo de crear, la humanidad descansa su sueño eterno. La advertencia de J.G. Ballard es cierta: "vivimos en un mundo gobernado por ficciones de la más diversa índole: la producción en masa, la publicidad, la política conducida como una rama de la publicidad, la pantalla de TV" (...) "La ficción ya está aquí. La tarea del escritor es inventar la realidad".

Y si bien Identidad sustituta no es un film maestro ni transgresor, su plasmación de este mundo doble, habitado por réplicas maquilladas y frías mientras dormimos sueños virtuales y carcelarios en nuestros hogares , nos devuelve este espejo de reflejos falsos. Las telepantallas (televisores murales, casi tan grandes como los actuales) del Farenheit de Bradbury reviven en el aislacionismo social y su narcolepsia.

Bruce Willis -o su doble es el agente Tom Greer, encargado de dar con el paradero de un arma capaz de aniquilar al sustituto junto con su titiritero humano. Pero cuando la investigación lo exceda, Greer deberá entonces salir del placer de su hogar para enfrentar el mundo exterior. Ahora los golpes duelen y la muerte se respira más cercana, mientras un grupo terrorista, liderado por un negro/rastafari/árabe, amenaza con erradicar de una vez por todas este mundo de ilusiones.

Y si bien el film es convencional, tanto como su desenlace (seguimos extrañando el aura Blade Runner), tiene la virtud, por lo menos, de plasmar un momento antológico: la "boutique" de embellecimiento quirúrgico facial, con su musiquita aborrecible y de consultorio, es un hallazgo. Allí acomodan, para el gusto del usuario, tantos pómulos como labios sean necesarios.

Identidad sustituta. 7 (siete) puntos

(Surrogates)

EE.UU., 2009

Dirección: Jonathan Mostow.

Guión: Michael Ferris, John Brancato, a partir del comic de Robert Venditti y Brett Weldele.

Fotografía: Oliver Wood.

Montaje: Kevin Stitt.

Música: Richard Marvin.

Intérpretes: Bruce Willis, Radha Mitchell, Rosamund Pike, Boris Kodjoe, James Francis Ginty, James Cromwell.

Duración: 88 minutos.

Salas: Monumental, Sunstar, Village, Showcase.

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