Florencia Volonté nació en Rosario en 1988 y obtuvo el segundo premio en el concurso municipal de poesÃa Felipe Aldana con un vigoroso y original primer libro. Titulado Tierra del norte, el libro abarca una selección de poemas que expresan una cosmovisión personal. Inscripta en la tradición americana del verso de largo aliento, la poesÃa lÃrica de Volonté toma como punto de partida una experiencia poética donde el yo y el mundo desdibujan sus mutuos lÃmites. En todos los poemas alienta un espÃritu visionario de fidelidad absoluta a la experiencia, que la letra explora y registra. La ambición literaria es fundamentalmente la de comunicar esa experiencia sin pérdida. El cuidado de la forma pasa a ser secundario en relación con esta misión. Un verso acierta en el centro de una iluminación fulgurante, tal vez los siguientes balbucean o tantean, y este viaje Ãntimo por un modo particular de ser y estar en el mundo es cantado a modo de crónica lÃrica de un viaje interior. La voz que canta evoca, por su cadencia, a la generosa extensión de los versos de Walt Whitman, pero lo que en el bardo estadounidense es elocuente voz profética aquà es, en cambio, una confesión intimista. El tono de Volonté no vacila, siempre afirma, enraizado en una plenitud solar del ser. Una ética de la honestidad rige esta personalÃsima obra, donde resuenan ecos de la poesÃa mÃstica.
Y, asÃ: "La sombra de la montaña/ es el reflejo de la nube en la montaña./ El reflejo de la nube en la montaña/ es la sombra de un reflejo,/ y la montaña se refleja en cada piedra, sombra y eco.// Exhalo,/ libero piel,/ libero nubes sólidas,/ como voces sin forma.// Siento sentido por debajo de las cosas,/ al nivel del suelo.../ Suenan, suenan las hojas por encima de mÃ/ y me atisban las coordenadas de mi existencia hoy".
Volonté estudió musicoterapia en Arroyo Seco, ciudad donde transcurrió gran parte de su niñez. Una vez de regreso en Rosario, el año pasado, empezó a concurrir al taller literario que coordina Ana Laura Bueno en la librerÃa Argonauta. Desde Rosario partió este verano, sola, con 20 años, a recorrer la Quebrada de Humahuaca. El libro, según cuenta su autora con inusitada modestia en una entrevista con Rosario/12, "se fue haciendo solo; salió de un cuadernito que me llevé allá. Yo en realidad me fui al norte para buscar un poco de mis raÃces y recibir lo que tenÃa para recibir en ese momento; fui dispuesta a eso. Salà el 14 de enero y llegué acá el 3 de febrero. Cumplà los 21 en Tafà del Valle, Tucumán". Menos el primero y el último de los poemas del libro (escritos, respectivamente, en la vÃspera de la partida y a la vuelta), todos configuran una especie de diario poético de aquel viaje. "Escribo todos los dÃas", cuenta; "me gusta escribir, me hace bien. Hablo mucho del rÃo, de lo que voy viendo. Empiezo a escribir en torno a lo que me rodea como disparador". La joven autora cuenta que anda siempre con un cuadernito encima. El viaje, entonces, continúa. Y, tal vez por eso, como ella misma dice en su poesÃa: "Mi viaje no tiene final".
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