El sábado 17 de octubre se inauguró en el Instituto de Artes Contemporáneas de Rosario (ICARO, 1º de Mayo 1117) una muestra de objetos artÃsticos de Adolfo Nigro. Se la puede visitar de 10 a 12 y de 17 a 20 (más información al 4488671). El artista, reconocido y querido hijo pródigo de la ciudad, presentó además un libro a cuatro manos acerca de su obra: Contra la fuerza del hábito: En torno a la obra de Adolfo Nigro (2009), escrito en coautorÃa con el director de ICARO, el escritor y docente Rodolfo Hachén, quien además tuvo a su cargo la edición, en el marco del proyecto de publicaciones que impulsa desde el Instituto de Artes Contemporáneas de Rosario.
"Contra la fuerza del hábito: En torno a la obra de Adolfo Nigro" se titula también el ensayo de Hachén incluido en el libro. El autor aporta una nueva mirada sobre la obra del artista rosarino. Lo reubica en el espectro surrealista, al postular que Nigro entiende la noción de estructura desde el collage. Este trabajo de Hachén se sitúa sobre un horizonte teórico importante. La influencia del surrealismo en Nigro fue señalada por Nelly Perazzo en una monografÃa de comienzos de los 90. Otra influyente crÃtica e investigadora de arte, Andrea Giunta, habÃa desarrollado la idea del objeto artÃstico como signo en su ensayo "El objeto en la obra de Adolfo Nigro", publicado inicialmente en 1990 y reeditado en 2003. Hachén cita pasajes del mismo y hace nuevos aportes desde una perspectiva interdisciplinaria que abarca la literatura psicoanalÃtica, la antropologÃa, la semiologÃa y las teorÃas de la comunicación. Rodolfo Hachén es magÃster en TeorÃa LingüÃstica y Adquisición del Lenguaje. Dirige el Departamento de EtnolingüÃstica de la Carrera de AntropologÃa de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.
Adolfo Nigro nace en 1942 en esta ciudad ribereña donde, según Perazzo, "su mirada hacia el rÃo le descubre la idea de cambio, de lo errático, de ir y venir, de no detenerse". Y resume Hachén: "El itinerario de Adolfo Nigro sabe de puertos. Nacido en Rosario (Argentina) desarrolla gran parte de su proceso creativo en Montevideo (Uruguay) y descubre un horizonte desconocido en Barcelona (España). Actualmente, Buenos Aires lo contiene. Este paisaje cosmopolita pobló su obra de exilios. Sus barcos (marcados siempre por la U de Uruguay) invitan, como sus escaleras, a la fuga".
Otro utensilio recurrente para Adolfo Nigro es la red. En esta muestra, puede verse una obra reciente titulada "Red de Marzo". Rodolfo Hachén la describe asÃ: "es un objeto, un objeto de arte, una obra de Adolfo Nigro que, como una mariposa ahorcada y aún tibia [sic], cuelga de la nada, dibujando sombras fantasmales. La red es una malla que retiene, apresa, captura, pesca, Marzo es uno de los doce meses del año que en nuestra geografÃa de referencia se asocia al comienzo del otoño, al fin del esplendor del verano y al preludio de la crueldad del invierno. Es un mes de pérdidas más que de florecimientos. Quien no supiera que el 24 de marzo de 1976 tuvo lugar en la Argentina el golpe de Estado que desencadenó la dictadura militar más sangrienta de nuestra historia, podrÃa darle a esta mención una connotación casi romántica y nostálgica".
La denuncia polÃtica directa es un dato novedoso en la obra de Adolfo Nigro. Ésta se basa en un constructivismo lÃrico y evocador, a veces crÃtico, pero hasta ahora nunca unÃvoco. Hay una raigambre modernista y formalista fuerte en sus pinturas y dibujos, donde la idea de composición es reemplazada por el concepto de construcción: se subdivide el plano como si de edificar contra la fuerza de gravedad se tratara. Guiadas por un horror al vacÃo, proliferan formas que sugieren una fauna y una flora fantásticas, surgidas en puntos compositivos estratégicos a partir de la fragmentación de pequeñas áreas. Esto evoca la geometrÃa simbolista de JoaquÃn Torres GarcÃa, de cuyos discÃpulos Nigro aprendió en Montevideo. Contrastando con la austeridad del maestro uruguayo, alienta en la obra del rosarino un gusto por el capricho formal al que podrÃa situarse dentro del barroco americano. La voluntad de construir una selva, o una urbe utópica, informa el gesto americano de Adolfo Nigro como dibujante y pintor (en ese orden).
Pero sus collages y objetos son otra cosa. Si bien mantienen con sus obras más tradicionales un aire de familia, la extrema sÃntesis expresiva de los mismos revela procedimientos de condensación semejantes a los de ciertas corrientes de poesÃa vanguardista, como el creacionismo. Si el parentesco de Adolfo Nigro con el surrealismo se daba en sus pinturas a través de la imagen de la "selva de sÃmbolos" (imagen alegórica que Benjamin, crÃtico pionero del surrealismo, tomó del poeta Charles Baudelaire), en sus objetos éste se produce por medio del montaje de fragmentos iluminados por intuiciones al azar. Un ethos del bricolage para el buen salvaje del siglo veinte guÃa a las lÃneas de fuga que constituyen el vector contramodernista de la producción de obra en Adolfo Nigro. Esto es asà si se considera con Hal Foster al surrealismo como un contramodernismo; "el surrealismo, al cual ve Nigro ya en 1968 como la salida al realismo", escribió Nelly Perazzo, según quien "las ideas surrealistas lo instan a crear una nueva imagen en base a otras. En ese momento resulta determinante su lectura de las obras del poeta chileno Vicente Huidobro".
Nigro logra "observar la realidad para no copiarla", según escribe Hachén en el libro. "El mandato de negar para crear fue una enseñanza inmediata de [su maestro José] Gurvich. El planteo de la ruptura como superación, un dictamen, a distancia, de Picasso. El collage, un ejemplo inequÃvoco de otra manera de entender las estructuras. La `estructura` que Torres GarcÃa ofrecÃa a sus alumnos le llegó a Nigro disfrazada de compás áureo. Pero no estamos hablando de una noción rÃgida de estructura sino de una lógica dinámica que libera a la composición artÃstica de la sinrazón. Los objetos evocados no adquieren valor en cuanto entes aislados sino en virtud de sus relaciones", concluye Hachén. Coincide en esto con la noción de sintaxis en el texto de Giunta.
Por este doble linaje constructivista y surrealista de su obra, es posible pensar que los collages y objetos de Adolfo Nigro apuntaban desde siempre en la dirección de la posibilidad de enunciar un sentido referencial débil o fuerte. En lo constructivista, la reunión de enseres encontrados, más la carpinterÃa lúdica por la cual se los ensambla, figuran el campo de pruebas de la lógica de sus formas en lo real. Nancy Rojas ya señalaba en 2003 la conexión entre estos assemblages y los juguetes de Torres GarcÃa, como asimismo el diálogo con los del poeta y artista Hugo Padeletti. Pero a diferencia de los collages de Padeletti, donde se mantiene la autonomÃa de la obra, en Nigro el material introduce signos que crean una tensión al lÃmite de la ruptura de la autonomÃa, ruptura que en "Red de marzo" es ya inequÃvoca. Por eso los objetos de Adolfo Nigro tienen mucho de una poesÃa contemporánea inscripta en lo material. Traen presencias fragmentarias de lo cotidiano y desde allà señalan ausencias por vÃa de la metáfora.
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