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Miércoles, 20 de enero de 2010
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LITERATURA. Ediciones UNL va más allá de lo institucional en la capital provincial

Libros para proyectar lo propio

La amplísima variedad de publicaciones de la editorial universitaria, que además es la única de Santa Fe, llegó a 91 libros el año pasado, entre ellos un volumen de Estela Figueroa, una de las mayores poetas líricas argentinas.

Por Beatriz Vignoli
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Estela Figueroa dice que "sobrevive" en Santa Fe. Un indicio del trato que reciben los creadores.

"Estela Figueroa nació bajo el signo del León y del Perro en 1946 en la ciudad de Santa Fe, donde aún sobrevive". Este comienzo casi novelesco, con un sesgo subjetivo inusual en el género solapa, es el de la de la hermosa reedición, en un único volumen, que de dos de sus libros hizo el año pasado la editorial de la Universidad Nacional del Litoral: Máscaras sueltas (1985) y A capella (1991). Así escribe ella, en el primero: "Estremecido de luz /el aire que llenaba /los espacios abiertos /me tocaba /y todo -el recuerdo /de mi casa vacía /y lo que ahí veía- /me llevaba al poema /los árboles tranquilos /las calles húmedas /el agua fresca del río. /Y el poema era eso: /vacío de hogar /quietud de árbol /hospitalidad de la calle /prodigalidad del río".

La mirada poética de Figueroa es una escritura de cámara que recorre los silencios del tiempo y los espacios vacíos entre las cosas, trazando apuntes de lo cotidiano y registrando, en el plano secuencia del poema, esa zona invisible donde el yo y el mundo desdibujan sus límites. "Un costurero, /un libro /un bolso, /un papel" o también "un tarro de basura / rebosante" son signos donde la poeta lee su propio cansancio, y por lo tanto su propio ser, indiscernible de su propia existencia a solas o en común. "Pero no queda más rastro que el arbolito /en el cuarto de la niña /y un par de zapatos rojos en el mío: /anduve bastante. //No hemos llegado aún a la mitad del verano /y ya añoramos /los días del otoño / en que nada sucede. //El tedio de una lluvia entrevista entre /las hojas de los árboles /a través de cristales fríos /desde la intimidad de la casa".

Es llamativo el uso del verbo "sobrevive" (no "reside", ni "vive y trabaja") cuando su sujeto es una de las más, si no la más, grandes poetas líricas de la Argentina. Autora también de La forastera (Córdoba, 2007), Figueroa coordina talleres literarios y dirige la revista La Ventana, de la Dirección de Cultura de la UNL; publicó crónicas, compiló ensayos, colabora en El Litoral, fue traducida al italiano y "sobrevive". Ese pequeño verbo conjugado en presente denuncia la dura realidad que padece la "clase creativa" en un país que, salvo excepciones, raramente la considera motor del desarrollo. Una vez subrayado esto, cobran su justa dimensión los 91 títulos que Ediciones UNL publicó sólo en el año pasado, según contó a Rosario/12 su director, José Luis Volpogni.

Volpogni adelanta una noticia: como este año el Festival Internacional de Poesía de Rosario homenajeará al poeta santafesino Juan Manuel Inchauspe, Ediciones UNL reeditará sus obras completas, en una edición ampliada con textos previamente inéditos. "Está Sergio Delgado trabajando en esta cuestión, junto con Francisco Bitar. Y la idea es que pueda salir en coedición con Rosario: con la Editorial Municipal de Rosario y con el Centro Cultural Parque de España", dice. Es casi imposible conseguir hoy libros de Inchauspe, excelente poeta que dejó una obra memorable acerca de las paradojas de la escritura. Papeles perdidos que se olvidan, levantarse a escribir sobre la imposibilidad de escribir: "Alto /demasiado alto /estaba esta mañana /el cielo de las palabras".

Con un equipo editorial de unas 20 personas, Ediciones UNL pertenece a la Secretaría de Extensión de la Universidad, y además es la única editorial importante en la ciudad, hecho del cual se hace cargo; todo esto la convierte en una de esas excepciones sin las cuales la cultura y el saber de la provincia sencillamente desaparecerían. El diálogo tuvo lugar una soleada mañana de verano en la zona de librería que Volpogni, incansable, diseñó e instaló en uno de los más tradicionales bares céntricos de la capital provincial. Los libros se lucen en cajas de acrílico en una vidriera que da a la peatonal, con mesas en la vereda: un lugar al que los universitarios, con humor, orgullo y fantasía, apodaron "el rincón parisino". No es París, es Santa Fe, pero el desayuno es generoso, el aire es fresco, los sillones son cómodos, el bar es elegante y el mozo es amable; a Volpogni parece conocerlo todo el mundo, y salta disparado con una energía asombrosa a saludar. Se siente allí como en el living de su casa. Despliega tres buenos libros de poesía de autores santafesinos, publicados el año pasado. Son la mencionada reedición de Figueroa y dos nuevos: La sonámbula, el primer libro de poesía del narrador Carlos Bernatek, y Mador, de René Lenarduzzi. "Este es el segundo de René, que es santafesino pero hace 30 años que vive en Venecia y trabaja en la Universidad de Venecia", señala Volpogni: "Anteriormente publicó Al pairo".

René Lenarduzzi es un poeta celebratorio al modo de los modernos tardíos italianos, que canta el deseo de reencantamiento del mundo. Alientan ecos órficos en sus versos. Carlos Bernatek (Santa Fe, 1955) publicó, entre otros, el libro de cuentos Larga noche con enanos (1998) y las novelas Rutas argentinas (2000) y Un lugar inocente (2001). Obtuvo el Premio Alcides Greca en 1995 y 2000 y el del Fondo Nacional de las Artes en 2007. Vive ("o sobrevive") como asesor y periodista y sus poemas narrativos son como esquirlas de novelas perdidas, en una escritura sostenida por un pulso firme que arma un mundo legible, con un pasado detrás de cada imagen, y donde el corte de verso a lo Ungaretti traba el fluir de lo que de otro modo sería un relato poético sugerente.

"En el 2009 hicimos 91 libros, 91 publicaciones, tratando de barrer toda la estructura del catálogo, esto quiere decir, tratar de incrementar títulos de todas las colecciones. Nosotros tenemos un catálogo tan multidisciplinar, de tanta variedad temática y de géneros, que abarcan lo científico, la divulgación, el derecho, la arquitectura, las ciencias económicas, las humanidades y todos los géneros literarios", se entusiasma Volpogni y un repaso al catálogo 2007/2008 confirma lo dicho.

"Tratamos de tener una cuota de autores locales todos los años", afirma Volpogni. "La fuerte impronta que la UNL le da a la extensión se suma a que en Santa Fe no hay opciones si la gente quiere editar. Salvo los emprendimientos independientes en materia de poesía o en ciencias jurídicas, algunas cosas que está apoyando la Provincia en este momento, no hay una editorial donde la gente pueda ir a negociar la publicación de su primer libro de poesía, su primera novela, sus primeros cuentos, un ensayo... van a la UNL. Ediciones UNL se ha convertido en un espacio donde es posible la publicación. Asume su condición fundante, que es dar a conocer la producción de conocimiento de la Universidad, a través del trabajo de sus investigadores y sus docentes, y además estamos atentos a los escritores locales y de nuestra región, que tengan la posibilidad de ver sus publicaciones concretadas. Es una editorial académica, pero nos interesa abrir el conocimiento a dispositivos editoriales que permitan la difusión del libro".

Ante la pregunta de si publican a académicos de otras universidades, Volpogni bromea muy en serio que: "Hemos avanzado bastante sobre la endogamia institucional. Tenemos los Apuntes de literatura de Roberto Retamoso (profesor de la Universidad Nacional de Rosario), tenemos el libro de psicoanálisis de Carlos Kuri (UNR) y nuestra Universidad no tiene facultad de psicología... Una editorial universitaria surge por una necesidad institucional: trabaja a demanda interna. Nosotros estamos posicionándonos un poquito más allá, haciéndonos cargo del proyecto editorial. Sin desconocer esas cuestiones que para nosotros son fundantes y nos dan sentido, estamos creando un lugar en donde nosotros podamos tener decisión y salir a buscar autores".

Ediciones UNL presta además recursos de su estructura de producción gráfica (impresión, cosido, etc.) a una editorial independiente como Diatriba, dirigida por el poeta, músico y docente Fernando Callero, con un concepto de diseño de libro artesanal de tapa dura inspirado en el sello porteño Chapita, de Daniel Durand. Y los flamantes libros de Diatriba conviven en la vitrina con los de la UNL, sumando color... y vida.

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