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Martes, 26 de enero de 2010
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Para entender cómo empezó un siglo de arte en la ciudad.

Aquellos modernistas de hace 100 años

Los trabajos de Pablo Montini y Sabina Florio permiten rescatar ese pasado modernista de la Rosario del Centenario. Y uno de sus principales cultores fue precisamente el artista Erminio Blotta.

Por Beatriz Vignoli
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Erminio Blotta en 1917 junto a su monumento a Beethoven.

Este año que recién se inicia, el del Bicentenario, debería servir para reflexionar sobre todo lo que movilizó el Centenario de 1910. En Rosario, marcó la eclosión del arte moderno en la ciudad. Así que mientras el país toma aire para soplar 200 velitas, el modernismo rosarino sopla unas cien, vela más, vela menos. Y el sábado pasado se cumplieron 34 años del fallecimiento de uno de sus principales pioneros y cronistas: el escultor Erminio Blotta, a quien Rosario cuenta hoy entre sus Artistas Distinguidos. Para entender cómo empezó este siglo de arte en la ciudad, viene a cuento repasar dos trabajos recientes de dos jóvenes investigadores rosarinos que arrojan luz sobre aquel momento inaugural del campo del arte local, tanto en lo público como en lo privado.

"Entre los primeros actos dedicados a las artes plásticas organizados por El Círculo en el mes de agosto de 1913 se inauguró el `Primer Salón de Bellas Artes` con motivo de la visita del Presidente de la Nación Roque Sáenz Peña", cuenta Pablo Montini en un trabajo publicado el año pasado sobre la colección de Juan B. Castagnino. Pero cabe recordar que al mismo tiempo, según consigna Sabina Florio en su flamante tesis de doctorado, en 1913 tuvo lugar además el Petit Salon, "el Primer Salón de Arte Nacional no oficial". Fue organizado en forma independiente y autogestionaria por un grupo de artistas ideológicamente afín al escritor Alfredo Chiabra, editor, junto a Thibon de Libian, de la mítica revista Bohemia, que salió entre 1913 y 1914, y donde era más conocido por sus seudónimos de Alfredo Valenti o Atalaya. Algunos de estos artistas, entre los que se contaba Blotta, participarían luego en los salones del futuro museo.

"La inexistencia de un programa cultural oficial los había llevado a la necesidad de crear un ambiente artístico local", apunta Florio y cita un conmovedor testimonio de Blotta: "Me permito recordar los viajes que en segunda clase, pues no había tercera, hicimos a Buenos Aires en el invierno de 1913, para traer personalmente las obras que nos confiaran los amigos Thibon de Libian, Walter de Navazio, Ramón Silva, Delucchi, Daneri, Nicolás Lamanna y Luis Falcini". Falcini, según Florio, recordará la muestra de Rosario como "la primera exposición realizada en el interior del país de la nueva generación de artistas argentinos que iniciaron su actividad en los años cercanos al centenario".

"Blotta fue además muy activo y dispuesto a cooperar y organizar exposiciones y otros actos en pro de la divulgación cultural y artística", escribía desde Funes su amigo el pintor Gustavo Cochet, en un texto manuscrito que data del mes siguiente a su muerte (parte del legado Cochet y cedido por María Eugenia Prece). "Fue él quien reunió obras para el primer salón de Rosario, viajando él mismo a Buenos Aires a visitar personalmente a los pintores reuniendo así las obras que se encargó incluso de transportar, coronando con todo éxito su gestión". El escultor narró esa historia varias veces en distintos medios, primero en notas que llevan su firma y luego en entrevistas. En un recorte de la revista Cinema fechado el 7 de enero de 1933, escribe Osvaldo Vargas Molteni: "Erminio Blotta fue el primero que organizó en Rosario, allá por 1913, una exposición de arte nacional, ayudado por un grupo de varios artistas". (Esto está en la carpeta de prensa que reunió y posee su familia, que incluye a esta cronista. La cita se refiere probablemente al Petit Salon, como señaló Montini al consultar este material).

Pero este artista no era un quijote solitario, sino que formó parte de una generación fuertemente impulsora de la cultura local. En su tesis, que le llevó una década de investigación, Florio reconstruye las redes fundantes del campo del arte en Rosario un siglo atrás, y los discursos de sus actores sociales: quién tomaba café con quién, y qué se decían. Algo así como un Facebook presencial, rearmado al cabo de tres generaciones. Por citar sólo un fragmento: "Vinculada al pensamiento libertario se encontraba una de las `dos células` que dieron `origen al movimiento artístico más serio de Rosario` según el escultor Herminio Blotta (sic). Una de las células era la anteriormente mencionada Academia de Bellas Artes dirigida por Mateo Casella. La otra giraba en torno a Alfredo Valenti. Valenti era el seudónimo de Alfredo Chiabra, más conocido como Atalaya, quien había arribado a la ciudad en 1911. Blotta calificó a Atalaya como `jefe espiritual` de un grupo que operaba `desde las redacciones de los periódicos` y `en los pequeños cenáculos de café`. En los cafés La Brasileña, el Jofré, el Sportman, el Social, entre otros, se encontraban pintores, poetas, periodistas, intelectuales y marineros. Se recitaba, se escuchaba música de fonógrafo o de piano. Se leían revistas y publicaciones. En palabras de Blotta: se `afinaba nuestra sensibilidad artística y nuestro espíritu selectivo`".

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