JoaquÃn Sabina ha regresado. Después del show que ofreciera en Central en diciembre de 2006, y de su reaparición junto a Joan Manuel Serrat en ese mismo escenario casi un año más tarde, el músico español cambiará de estadio para presentar oficialmente en Rosario su último disco, Vinagre y rosas. El show, que se llevará a cabo en el cubierto de Ñuls este miércoles a las 21, permitirá reencontrarse con algunos clásicos sabinescos, pero también con las canciones de un nuevo material que se sostiene en las mismas fórmulas que lo transformaron en uno de los artistas con mayor convocatoria entre el público argentino.
Hace exactamente una semana, Sabina dio una nueva muestra de ello cuando llegó hasta el Cementerio de los Elefantes para estrenar su nueva obra en Santa Fe. Y fue en el estadio de Colón donde, entre una descomunal cantidad de insectos que no pasó desapercibida en las crónicas del show, el cantante y sus mejores secuaces (el guitarrista Pancho Varona, la corista Marita Barros) repasaron Vinagre y rosas, pero dejaron espacio para una buena cantidad de hits.
Esa referencia permitirÃa entonces anticipar algunas caracterÃsticas del show que el miércoles brindarán en Rosario. No habrÃa que dejar de lado entonces que, el último domingo, en el estadio de Colón sonaron canciones inoxidables como "19 dÃas y 500 noches", "Y nos dieron las diez", "Noche de bodas", "Por el boulevard de los sueños rotos", "Aves de paso", "Peor para el sol" y "La Magdalena", y también una versión de "Con la frente marchita" dedicada con emoción a algunos grandes que ya no están: Mercedes Sosa, Sandro, Tomás Eloy MartÃnez, Jorge Guinzburg, Jorge Luis Borges y, claro, Roberto Fontanarrosa.
También formarán parte del show en Ñuls las novedades, en un disco que no escapa a la lÃnea reconocible de un autor que abre su placa con "Tiramisú de limón" y lo cierra con "Violetas para violeta", donde sobre un clima denso y una guitarra que sobrevuela distorsionada, homenajea: "Más sola que una maleta/ olvidada en la Gran VÃa/ desde que se fue Violeta enlutando la poesÃa/ se ensañan con los poetas/ las faltas de ortografÃa". Y remata: "Los pobres no somos ricos/ ni el cobre es más que la greda/ la libertad cierra el pico/ desde que hay toque de queda/ pregúntale a los milicos/ qué hicieron en La Moneda".
Entre una y otra aparecen obras como la oscura "Blues del alambique": "Derrapé, malvivÃ/ todo es tan extraño./ Conspiré contra el sol/ enviudé de farol/ cómo pasan los años./ Fui cuesta abajo/ sabiendo que llorar/ era un atajo hacia el mar" , el pulso rockero de "Crisis", el jazz gentil de "Nombres impropios", la casi infantil "Parte meteorológico". Y la poética que tanto adoran sus seguidores. Como en "Agua pasada", donde una guitarra gitana pone el color a una letra que sentencia: "Lo peor del amor cuando termina/ son las habitaciones ventiladas,/ el solo de pijamas con sordina,/ la adrenalina en camas separadas./ Lo malo del después son los despojos/ que embalsaman los pájaros del sueño,/ los móviles que insultan con los ojos,/ el sÃstole sin diástole ni dueño./ Lo atroz es no querer saber quién eres,/ agua pasada, tierra quemada,/ que de igual esperarte o que me esperes,/ que no seas tú entre todas las mujeres,/ que la cuenta está saldada".
Sabina está de regreso. Con estrenos incluidos. Con los viejos hits a cuestas. El resto, es pura celebración para ese público fiel que lo convirtió en un clásico.
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