El origen de La Tigra, Chaco --una de las grandes apariciones del cine independiente argentino en 2009-- fue, precisamente, La Tigra, el pequeño pueblo al que los directores Federico Godfrid y Juan SasiaÃn llegaron a partir del festival de monólogos que se realiza allà cada año. "Pasamos unos dÃas ahà disfrutando de ese espacio que tiene un tiempo propio, distinto al de nuestra ciudad. Y con mucha bondad y cultura. Entonces con Federico, que me estaba acompañando en el festival, se nos ocurrió hacer ahà nuestra primer pelÃcula", cuenta hoy SasÃan, adelantándose al estreno del largometraje en Rosario, que tendrá lugar esta tarde, a las 19.30, en Arteón (Sarmiento 778), con una entrada de dos pesos.
Cautivados por ese entorno, los jóvenes realizadores --egresados de la UBA y con una interesante experiencia en teatro-- se instalaron en La Tigra por dos semanas, y le dieron forma a la ficción que habrÃan de interpretar unos pocos actores profesionales (Ezequiel Tronconi y Guadalupe Docampo) junto con algunos habitantes del lugar (Ana Allende, Federico Ibañez y Roger Grancic, entre otros). La historia es la de Esteban, un muchacho que vuelve al pueblo donde solÃa pasar las vacaciones familiares con la intención de reencontrarse con su padre. De profesión camionero, el hombre no estará para recibirlo, lo que disparará una espera que permitirá otros reencuentros y descubrimientos.
La influencia del entorno, en tanto, se sostuvo durante el rodaje, lo que les permitió respetar el esquema de "ficción verdadera", según explica uno de los directores: "Con Federico tenÃamos bien en claro la idea de contar una historia lo más sincera, verdadera y honesta posible. Entonces el guión nunca estaba aferrado sino que se iba reescribiendo constantemente. Entonces cuando aparecÃan otras imágenes que nos seducÃan más las cambiábamos. Por ejemplo, tenÃamos una escena escrita donde los dos hermanitos tenÃan una escena de vÃnculo entre ellos mientras nadaban en una pileta, pero después nos encontramos con que la pileta estaba vacÃa, que habÃa escasez y a la tarde el pueblo se quedaba sin agua. TenÃamos la posibilidad de traer un tanque de agua para llenar la pileta, pero iba a ser un tremendo error de una ficción falsa, entonces decidimos seguir apostando a la ficción verdadera y también a la ética: no Ãbamos a gastar un tanque de agua cuando el vecino no tiene para bañar a los hijos. Todas las escenas se iban buscando para que tuvieran un espÃritu de verdad, en cada instante, en cada palabra".
Fue La Tigra, entonces, la que comenzó a proveer nuevas escenas, con su ritmo, con su propia realidad. Una realidad que se muestra desde la mirada de ese joven que llega de Buenos Aires, según concluye SasiaÃn: "SentÃamos que en este primer largometraje no podÃamos contar una historia que naciera desde los habitantes de La Tigra, porque iba a ser una falsedad, porque no sabÃamos exactamente qué le pasaba a la gente de este pueblo. Lo único que sabÃamos era escribir desde nuestra visión de mundo, sin querer hacer ningún tipo de valoración. Las realidades son complejas y no nos gusta hacer una valoración, sino simplemente exhibirlas y que nuestro consciente e inconsciente las pongan a jugar".
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