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Martes, 23 de marzo de 2010
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Primera edición 2010 de la muestra Cultura Pasajera en Pasaje Pam

Un ámbito para el arte más innovador

El transeúnte desprevenido que entre por Córdoba 954, verá intervenciones urbanas que exploran la conexión entre vida cotidiana y tecnologías de la comunicación. Y hay mucho más.

Por Beatriz Vignoli
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Objeto de la serie Hielo Locura, obra de Carlos Herrera.

El Pasaje Pam, una galería céntrica rosarina del 1900, algunos de cuyos locales mantienen sus rasgos de varias décadas atrás, es ya un túnel del tiempo abierto en la ciudad. Y desde el jueves pasado, el transeúnte desprevenido que entre por su puerta de Córdoba 954, si mira hacia arriba unos dos locales antes del patio central, se encontrará con dos carteles, uno a cada lado, cuyo estilo y estructura los mimetizan con el anticuado entorno. Pero lo que se lee en ellos, pintado con una tipografía de publicidad sesentista, son frases levantadas de las redes sociales, nuevos proverbios de la era de Internet 2.0: "Yo lo tengo y lo subo"; "Quien dice mi vida, dice mi disco duro".

El contraste resulta desconcertante, y la vacilación entre dos épocas revela la artificialidad de esa segunda naturaleza creada por la técnica. Las eficaces intervenciones urbanas son obra de Fabricio Caiazza (Rosario, 1974), quien en la serie Sincita (a la que pertenecen estas instalaciones) explora las conexiones entre vida cotidiana y tecnologías de la comunicación. En la concurrida inauguración de la primera edición 2010 de Cultura Pasajera, una verdadera fiesta que convocó a toda una escena local de artistas jóvenes llenos de buena onda y ganas de encontrarse más acá de Facebook al menos por un rato (pero armados, eso sí, de cámaras digitales con las que sacaban fotos sin parar, se supone que para subirlas), "Faca" contó que el camuflaje era deliberado.

Carlos Herrera (Rosario, 1976) presenta una serie de objetos heteróclitos, ligados exclusivamente mediante abrazaderas plásticas industriales, que provienen de los modelos y de los lugares que fotografió para su serie de cuartos adolescentes titulada Temperatura perfecta. Cuenta que los chicos de aquellas fotos, a pedido del artista, le regalaban objetos tales como pelotas de tenis o zapatillas viejas. Que tiene un ropero lleno de eso y que el año pasado en Zavaleta Lab, una galería de San Telmo, expuso 40 de estas juntas de objetos y 40 fotografías de aquellos chicos cuyos mundos privados, en aquellos cuartos en la casa de sus padres, estaban constituidos por ellos mismos, por sus amigos y por aquellos objetos. Los objetos humanizados (tales como marionetas de salchichas o animales embalsamados) son una obsesión recurrente en la obra de Herrera. En este caso, operan como metonimia: la firme unión, en una especie de abrazo, de dos o más cosas mediante un "lazo" que no implica cemento, simboliza quizá los vínculos afectivos, intensos pero probablemente efímeros, entre los dueños de esas cosas. Lo que muestra Herrera en el espacio Ribuar de Pasaje Pam es apenas una selección de la serie, donde prevalece lo deportivo. A diferencia del objeto conceptualista tradicional, estos de Herrera constituyen auténticos fetiches, cargados del aura de su lugar de origen. Como diría Kurt Cobain, huelen a espíritu adolescente.

Al espacio de El Cubo, Federico Leites lo transforma en un diorama donde surge, hermosamente iluminado sobre fondo oscuro, una especie de serpiente marina o criatura acuática esculpida en papel metalizado plateado. Tegumento o la distancia imprecisa es el título de esta ambientación donde una escultura puede ser leída como un cuadro real, en 3D, capaz de abrir la imaginación a mundos maravillosos y fantásticos. Cerca de allí, en la vitrina grande, el dibujante Ariel Costa presenta una instalación titulada Sangre. Globos verdes presionan contra el vidrio como una masa de glóbulos que quiere brotar.

Esa noche, Cultura Pasajera inauguró además dos nuevos espacios: una vitrina "XS" para exposición permanente de video arte con curaduría de Eugenia Calvo (quien prefiere firmar en el rubro "selección de obras", eludiendo el rótulo de "curadora") y otra novedosa vitrina, Monoambiente (estás viendo una pared de mi casa), donde una artista expone precisamente eso (ver http://monoambienteconterraza.blogspot.com). Maximiliano Rossini estrena la vitrina XS con dos videos post minimal: Blanco/negro e Izquierda/derecha. Llama la atención la calidad museográfica de toda la propuesta (la carpintería muy cuidada de la nueva vitrina XS es parte de esto), donde se provee información sobre los espacios y las obras a través de pulcros textos ploteados, además de los originales atriles con textos de catálogo que informan sobre los artistas. En resumen, el Pasaje sigue en la brecha como un ámbito para el arte más innovador.

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