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Domingo, 28 de marzo de 2010
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Reestreno de "Intrascendente" con dirección de Claudia Piccinini.

Una mirada profunda a la política

Se trata de una obra corta y vertiginosa, con un lenguaje que apunta a transgredir las fronteras entre lo público y lo privado. Muestra a los candidatos políticos en su intimidad e intenta romper el mito de su omnipotencia.

Por Julio Cejas
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"Se trata de no bajar línea, pero sigue siendo un relato político", dice la directora.

La Compañía Teatral Absurdo Berretín o Viceversa reestrenó este mes, Intrascendente, la obra de Germán Bluhn, dirigida por Claudia Piccinini, que podrá verse todos los sábados abril a las 21 en el Cultural de Abajo (San Lorenzo y Entre Ríos). La directora reconocida por su labor como actriz, directora y docente, es una de las creadoras del Grupo el Eslabón Perdido junto a Cristina Carozza, pero en esta oportunidad y aceptando la invitación del grupo Absurdo Berretín o Viceversa se lanza a una nueva experimentación a partir de un texto que se presenta como polémico.

Piccinini dialogó con Rosario/12 acerca de una experiencia que moviliza a diferentes generaciones de creadores detrás de un tema tan controvertido en momentos como los que atraviesa el país a partir del enrarecimiento del espectro político nacional. "A partir de la convocatoria que me hace la actriz Analía Aucía que es la autora de No desearás, otra obra estrenada por el Grupo Absurdo Berretín. Me reúno con ella y el joven dramaturgo Germán Bluhn; responsable de un texto que es muy concienzudo, tiene mucho trabajo y una mirada bastante cínica de nuestra historia política que abarca muchos años de la democracia; Bluhn nace en democracia y sabe que hay huellas y rastros pero lo hace desde su lugar".

Por su parte Analía Ucía había transitado por uno de los talleres dictados por Piccinini y después de incursionar con otros maestros locales se decidió a abordar el tema de la actuación, protagonizando Intrascendente junto al actor Luis Baraldi. "Baraldi fue alumno nuestro también, pero viene de trabajar en la ciudad de La Plata en la década del 70, donde hacía teatro a la vez que militaba en política, cayendo detenido y siendo chupado para después de un tiempo volver a ser legalizado. Su padre fue diputado en la época de Cámpora", comenta Piccinini.

Estos datos proporcionados por la directora echan luz acerca de las circunstancias en que se encuentran creadores de distintas generaciones y con diferentes trayectorias no sólo estéticas sino idelógicas, a la hora de confluir en un proyecto que hace de la política un frente de batalla a partir del recorrido que establecen los personajes de la obra. "El autor que es psicólogo pero le interesa la dramaturgia escribió sobre lo político desde su mirada bastante particular; a su vez cursa el postítulo en la Escuela de Teatro y toma talleres de dramaturgia con Leonel Giacometto y Cecilia Propato, hace unos años ganó una de las Coproducciones de la Municipalidad con la obra Metamorfosis", dice la directora.

Hay un interesante encuentro entre creadores de distintas edades pero con una visión particular de lo político, ya que la actriz Analía Aucía que tiene la misma edad de la directora, es abogada y participa en el Movimiento por los Derechos Humanos de la misma manera en que Piccinini, cuyo apellido tiene fuertes connotaciones a partir de la trayectoria sindical de su padre, es una de las colaboradoras de Teatro por la Identidad y del Museo de la Memoria.

La obra que se estrenó el año pasado en el marco de la lucha entre el gobierno y el campo, generó diferentes lecturas y para algunos espectadores pudo haber significado una abierta propuesta contra el kirchnerismo. "No es una mirada desesperanzada pero sí bastante dura. Nosotros primero teníamos muchas dudas por el momento que estaba atravesando el país; en ese momento la lectura de ese texto era como una especie de golpe al gobierno; en la obra hay un hombre y una mujer presidente, ella en disputa con él, ella es un personaje que va mutando, tiene que ver con una figura de su entorno partidario, pero también representa a otros sectores sociales", comenta Piccinini.

La obra, corta y muy vertiginosa, según sus responsables, cruza un lenguaje joven con lo corporal y apunta según su autor "a transgredir las fronteras entre lo público y lo privado, tratando por un lado de confundir permanentemente estas esferas, mostrando a los candidatos políticos en su intimidad, en su hacer cotidiano, en sus formas más simples, intentando romper el mito de su perfección, de su omnipotencia, de su estilo".

Para Piccini el texto remite al peronismo a pesar de que el autor no viera esta similitud; evidentemente detrás de la dramaturgia hay huellas que refieren a nuestra historia y a personajes como Evita, Menem, los Kirchner; y toda la problemática por la que atraviesa el país en los últimos años de democracia. "Hay una referencia al campo, un diálogo muy absurdo donde se habla del crecimiento de los yuyos y una compra de una podadora, esa es una referencia a lo que pasaba con el campo, pero creo que para el autor es algo más inconciente, su texto atraviesa todas esas cosas y las mete en una malla; para estas generaciones hay un conflicto con el tema del mensaje; se trata de no bajar línea; son distintas formas del relato, pero sigue siendo un relato político".

A lo largo de las funciones, el grupo fue recogiendo algunas reacciones de los espectadores que toman partido y reaccionan en determinados pasajes; situación que revitaliza la deteriorada relación entre los teatristas y un público que no se siente involucrado en obras que no abordan temáticas perturbadoras en lo que respecta a lo social.

"Es raro lo que pasa con algunos espectadores, a veces se quedan como duros y eso lo relaciono a una mirada demasiado crítica con respecto a ciertas cosas, les gusta y entonces aparece la cuestión de porqué me estoy riendo de estas cosas que son dramáticas y no se trata de un mensaje; nosotros no queremos decirles cómo es la política", dice Piccinini.

Una vez más la referencia al adormecimiento del público producido por el bombardeo de los medios de comunicación, estalla en el intento por explicitar la conducta de los pocos que asisten a una representación teatral tratando de analizarla a partir de esos acotados parámetros de análisis. La directora resalta en los aspectos técnicos la participación de Patricia Ghisoli en el entrenamiemnto corporal y en danzas folklóricas y de Mariana Valci en la asistencia de dirección en una nueva propuesta del joven grupo Absurdo Berretín o viceversa.

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