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Domingo, 30 de enero de 2011
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Ríos, sobre el Puerto de la Música y la cultura en año electoral.

"Ningún gestor cultural lo critica"

El secretario de Cultura municipal dice que el polémico proyecto del Puerto de la Música es "una obra positiva" y asegura que él "no correría un centímetro" su gestión cultural por la coyuntura de un año electoral. Balance de administración.

Por Edgardo Pérez Castillo
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Ríos destacó en las actividades del verano el hecho de "haber puesto un escenario al lado de las piletas".

A un año y medio de su designación como secretario de Cultura de Rosario, Horacio Ríos siente que se va aproximando a lo que, imaginaba, sería el perfil de su gestión. Abierto al diálogo con los actores culturales de la ciudad, afín al proceso descentralizador que ha caracterizado a los gobiernos socialistas, Ríos es consciente de que en un año marcado por las elecciones, la cultura también jugará un rol destacado, según expresó en diálogo con Rosario/12.

Por julio de 2009 explicaba que el inicio de su trabajo debería estar dedicado a un proceso de organización, relegando la impronta personal de su gestión. Transcurrido un año y medio, ¿cree haber alcanzado algunos de los objetivos que se planteó al momento de asumir el cargo?

Creo que sí. Obviamente algunos de los objetivos personales estaban metidos en esta especie de rueda que venía adelante mío, que tenía que acompañar como proceso de gestión. En ese marco el Museo de la Memoria es uno de los objetivos grupales en los que también hay algo personal, porque pudimos lograrlo, porque formé parte del proceso de recuperación del espacio hasta la propia inauguración. Tanto eso, como los programas que venimos haciendo a partir de encontrarnos con otros sectores culturales, con el resultado del Foro que se organizó en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia. Planteando también un segundo encuentro a fines de marzo para volver a escuchar las opiniones de todos los sectores. Además de lo que está pasando con nuestros propios espacios, con una puesta en valor no sólo de los edificios, sino también lo que consideramos un reimpulso de las programaciones, la impronta de cada uno de los directores.

¿Qué panorama imagina para el área de cultura en un año que estará atravesado por distintas instancias eleccionarias?

Obviamente el proceso electoral y el cruce de discursos van a atravesar un área tan importante para la ciudad. Cada vez se va ensanchando más la propia definición de la palabra cultura. Si para el resto de los candidatos cultura es lo que para nosotros (un modo de vida, de vestirse, de comer, hablar, vincularse, consumir espectáculos, disfrutar de la vida cotidiana, leer, cantar, bailar), entonces evidentemente vamos a estar presentes en la mayoría de los discursos. Y no se trata de ser superados, pero si estás muy seguro y tranquilo por estar haciendo lo que considerás que corresponde (en una ciudad con tanta amplitud, que nuclea tantos sectores, formas de pensar, de ver y hacer las cosas), si sos todo lo democrático que se puede, creemos que no deberíamos tener problemas. Todo lo contrario, deberíamos trascender toda posible discusión, pasarlas a un segundo plano, para poder trabajar a partir de lo que queremos hacer como gestión. No voy a correr un centímetro lo que consideramos que tiene que ser la gestión por una coyuntura política.

¿En el marco de esa coyuntura política el Puerto de la Música puede ser uno de los principales puntos de debate?

Sí. Nosotros tenemos la certeza de que es un proyecto absolutamente positivo. Es muy difícil encontrar a un gestor cultural hablando mal, discutiendo o siquiera considerando la posibilidad de no darle lugar a un proyecto de esa magnitud. Lo que pasa es que se cruzan otros debates, y me parece que ahí van a estar el Ministerio de Innovación, el propio gobernador y toda la estructura política que forma parte de la cocina del proyecto, que obviamente va a participar de ese debate. Creo que nosotros acompañamos muy bien al debate a partir de darle una valoración espacial, y hasta simbólica, al propio Anfiteatro. Si hubiésemos dejado ese espacio, no hubiésemos establecido la relación que establecimos con los músicos de Rosario, con el Sindicato de Músicos, con los independientes, y probablemente ese debate hubiese sido mucho más complicado. Nosotros tenemos que aportar desde nuestro lugar, y tenemos cosas para proponer. Y me parece que de cara a las elecciones las grandes discusiones pueden estar en otros lugares. Para nosotros hubiese sido mucho más fácil hacer cinco o seis acciones grandes en espacios públicos, seguir con esa tónica, generar un impacto comunicacional a partir de eso y gastar la plata que gastaron otros lugares, otros sectores, otros gobiernos, y generar repercusión a partir de eso. Sin embargo no lo hicimos así. Imaginate que poner medio millón de pesos en un escenario al lado del Monumento, me puede dar seguridad en cuanto a convocatoria y repercusión. Pero ese medio millón lo tengo que sacar de otros lugares, y no estamos demasiado de acuerdo con eso. Hay que equilibrarlo. Podemos hacerlo, pero también podemos hacer otras cosas y no depender específicamente de esas exposiciones.

La última semana se inició la programación cultural de verano, que volverá a mostrar el espíritu descentralizador que viene marcando a las propuestas de la Secretaría. ¿Profundizarán en esa política de apertura hacia los barrios?

Sí, creo que por suerte cada vez va a ser mejor, de más llegada e impacto. Y digo lo del impacto porque para nosotros fue muy fuerte lo que pasó en las piletas, donde nosotros nos jugamos una carta importante: no estamos llevando música al barrio, sino que estamos poniendo un escenario al lado de la pileta del barrio. Llevar la actividad a los espacios de los barrios es también una definición de lo que estamos buscando. Y buscamos que haya una propuesta permanente. La estructura de la Secretaría es muy grande, y el presupuesto sostiene también gran parte de la actividad.

En relación al presupuesto para Cultura, hay un monto importante que se destina a los proyectos de coproducción, que quizás no tienen una gran visibilidad.

Sí, este año hicimos una cosa inédita y que quizás no tuvo la repercusión comunicacional que merecíamos: concursamos dos etapas de proyectos grupales o individuales hacia la producción en barrios. Concursamos todo, y el volumen que se puso en subsidios entre las bibliotecas populares, el presupuesto participativo y los concursos nuestros, llegó a los 600 mil pesos. Si se suman los 300 mil pesos que se invirtieron en la Biblioteca del Bicentenario (entre el concurso y la puesta en escena del proyecto) realmente es un volumen de concurso y participación elevado. Creo que también el proyecto tiene que ver con sumar estas definiciones para generar un concepto de gestión. Apostamos a eso.

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