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Jueves, 3 de febrero de 2011
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MUSICA. Los Buenos Modales, banda iniciática del cruce de géneros

Precursores del mestizaje

Formados en 1992, fueron pioneros en la mixtura de estilos en una ciudad en la que los sets de vientos parecían de uso exclusivo del jazz, el cuarteto y la música melódica. Su eclecticismo abrió nuevas puertas para la escena local.

Por Edgardo Pérez Castillo.
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A los miembros originales de LBM se sumaron músicos activos dentro del rock rosarino.

En una Rosario donde la sonoridad de los 80 seguía marcando el pulso, en una escena en la que, apenas iniciados los 90, el punk y el metal eran movimientos minoritarios (y enfrentados), Los Buenos Modales irrumpieron con una propuesta estética quizás incomprendida para la época. Es que, con el correr del tiempo, la fusión de las líneas más extremas del rock con géneros de espíritu bailable (algo de ska, un poco de reggae) y aires latinos, se transformaría en una característica distintiva de numerosos grupos nacionales y, también, locales. A casi veinte años de su formación --y a más de diez de su separación--, el grupo regresó a los escenarios con tres de sus miembros originales, el mismo espíritu independiente y un set de vientos que hace honor a sus intenciones originales.

Liderada por Julio (voz), Eduardo (guitarra) y Pachuli (bajo), la nueva versión de LBM se completa con Federico (batería), Adrián Fontana (trombón), Franco Santángelo (trompeta) y Julián Sanzeri (saxo). Y no es menor la aparición del baterista --joven integrante de la histórica Muerto en pogo-- y de los tres últimos, que aportan sus vientos a algunas de las bandas más importantes del rock actual. Así lo distingue Eduardo Vignoli: "Cuando empezamos en LBM éramos un cuarteto punk, y era imposible encontrar un trompetista que tocara. Tengo una lista de más de veinte trompetistas de esa época, y eran todos cumbieros o jazzeros. Y cuando escuchaban lo que hacíamos me decían que estábamos locos. Por éso empecé a tocar la trompeta. Pero básicamente se trataba de mezclar el sonido crudo con lo que me gustaba, como la salsa, lo árabe, lo africano".

En esa misma línea, es el bajista el que agrega: "Lo que no pudimos hacer en todos los años anteriores lo estamos haciendo ahora, que es tratar de sonar bien con vientos acordes a lo que nosotros queríamos. Cuando empezamos, en el 92, en el rock no había vientos. Estaban los Cadillacs o Mano Negra (NdR: la banda fundada por el francés Manu Chao a fines de los 80), pero en Rosario no había ninguno que tocara rock. Ahora los temas de ese momento suenan realmente como nosotros queremos".

En una escena donde comenzaba a brillar también la banda ska Scraps, Los Buenos Modales abrieron una brecha en la fusión de géneros, con el punk y el hardcore como base fundamental. Una brecha que a nivel nacional tenía a grupos como Todos Tus Muertos y Las Manos de Filippi (o la casi olvidada Las Plantas de Shiva), y por la que, en Rosario, más tarde aparecerían proyectos como Estúpidas Partes, Carmina Burana o El Hombre Ascensor.

Para Pachuli, todo ello ocurrió de manera inconsciente: "En ese momento no nos planteamos armar una escena. Creo que se fue dando naturalmente, todos estábamos en la búsqueda de algo. Sí me parece que LBM era un grupo muy desfasado de la época, fuera de ese tiempo. No existía nada como éso, porque tenía cosas latinas pero no llegaba a ser latino, no llegaba a pegar como Los Fabulosos Cadillacs o el mismo Mano Negra. Sí me parece que cuando volvimos de nuestra gira por Alemania, se empezó a generar algo interesante, donde mucho tuvo que ver el Galpón Okupa. Ahí sí se empezó a mestizar más la cosa".

En aquellos viejos galpones del ferrocarril --los mismos que hoy ocupa La Casa del Tango--, fue donde el grupo fortaleció su condición de referente de un movimiento. Al respecto, Eduardo admite: "Puede sonar medio agrandado, pero es verdad que antes no se daba esta mezcla musical. Y respecto al Okupa, cuando en el 94 volvimos de Europa (en una gira de dos meses a la que nos fuimos como kamikazes) con Julio nos metimos de lleno en la organización del Galpón. No sólo tocando, sino agitando movidas, yo daba un taller, Julio construía cosas. Estábamos activos".

A través de internet (y de Taringa, donde pusieron a disposición la descarga de sus viejos registros), LBM mantuvo viva la llama para los viejos seguidores, y sentó las bases para sumar nuevos escuchas. Esta vez, la escena local sabrá comprender la personal sonoridad de una banda que ya comenzó a crear nuevas obras. Que ya emprende nuevas búsquedas. Y que esta noche, a las 22, lo demostrará en el Café de la Flor de Mendoza 862.

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