"Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras,/
una esparcida frente de mundiales cabellos,/
cubierta de horizontes, barcos y cordilleras, con arena y con nieve,/
tú eres uno de aquellos!"
Miguel Hernández.
¿Vamos al campo Adita? Quien conoce a Gilberto Krass sabe que en esa pregunta se encierran casi todas las respuestas de su vida... y de la vida.
Es que en el campo, en ese lugar maravilloso que queda en Timbués, y a 5 kilómetros, metidos adentro bordeando el cauce del Carcarañá, Gilberto construyó un lugar y un hogar soñado y sagrado, al que sólo la pasión la fuerza, y la voluntad lo hicieron realidad.
"Crece desde abajo, crece desde el pie", dice la canción de Zitarrosa. Y desde el pie, Gilberto, a pura pala y a puro amigos, plantó, sembró, cosechó y regó millones de árboles, de plantas y de almas. ¡Qué generosidad la suya y la de su esposa Estela!
Recuerdo cuando nos invitó a conocer el campo que habÃa comprado allá por los años 70. Fuimos todos los Naranjo con él, en el auto. Llegamos y no habÃa prácticamente nada, sólo pastizales más altos que nosotros, cardos, las barrancas, un majestuoso árbol de chañar y el rÃo... Pero se perfilaba... El te hacÃa sentir su sueño tan real, tan mágico, tan poderoso, que pudo transformar con el tiempo aquel paisaje inhóspito y seco en un vergel. Asà se fue poblando ese suelo, esa tierra y ese cielo con los pasos, con los miedos, con las risas, con los años, con los hijos, con los sueños, con los nietos, con la vida. Vida cargada de vida, mucha vida.
Y no sólo transformó ese paisaje inhóspito y seco en una primavera en flor sino que Gilberto, al ser tan convocante, tan apasionado, convenció a amigos para que compraran terrenos cerca y construyeran también sus casas de fin de semana. Yo dirÃa que más que casas de fin de semana fueron lugares donde se generaba una energÃa tan especial que nada de lo que sucedÃa en esa villa pasaba de forma desapercibida. Asà es que el Guille Megna, Norberto Puzzolo, Isaac (el colo), uno de sus hermanos y Santiago, otro, el mayor de ellos, compartieron ese sueño.
Cada planta, cada hecho que sucedÃa allÃ, tenÃa el seguimiento de su proceso, bajo la mirada y el cuidado de todos. Asà crecieron y hoy están gigantes 80 de los 100 pinos que se compraron al vivero de la Biblioteca Vigil, y también está el rosal de mi abuela que sigue dando rosas tÃmidamente.
En ese ambiente crecimos y compartimos nuestras vidas los hijos de Gilberto y Estela: Bertita y Sergio y mis hermanas Marina, Elina y yo. Pero también compartimos vacaciones, fines de semana inolvidables, momentos entrañables, con todos los Krass y con amigos.
Recuerdo de muy pequeña haber estado sentada en la falda de Armando Tejada Goméz junto al rÃo Carcarañá, mientras nos deleitaba con sus "odas al viento", "a las comidas", "al vino" y a otras tantas poesÃas más.
La galerÃa y el campo con sus protagonistas siempre propensos a la celebración de la amistad y al encuentro fueron siempre una fuente inagotable de dar. La invitación siempre estaba abierta para nosotros, éramos parte de ellos, uno más.
Las fiestas de fin de año comenzaban y no se terminaban más. HacÃamos obras de teatro jóvenes, chicos y grandes todos a actuar, a jugar y a cocinar. Los Krass siempre tuvieron y tienen el don de saber hacer con nada un manjar y han heredado las tradiciones del inmigrante ruso judÃo, por lo cual las comidas y los aromas solÃan ser exquisitos.
Conversaciones a la luz del sol y de la luna se daban de manera natural mientras jugábamos al truco o hacÃamos un fogón.
Los atardeceres eran sagrados, recuerdo a Naúm (Krass, hermano de Gilberto) y a mi viejo llamando a todos los que estábamos, inventando una platea con sillas a esperar que "la función" como en el teatro o en el cine comenzara, todo esto en absoluto silencio, luego cuando el sol se escondÃa definitivamente por ese dÃa todos aplaudÃamos. Yo me quedaba mirando ese cielo, cómo se fundÃan esos colores y me parecÃa ver un cuadro impresionista.
Remontábamos el rÃo, aprendimos a conocerlo, a respetarlo pero también Ãbamos a la aventura, siempre dispuestos a acompañarnos Gilberto, Naúm, el Guille y Rubén que eran niños en tamaño de grandes y allà nos tirábamos y nos dejábamos llevar por la tremenda correntada para luego tratar de pelear contra la fuerza tremenda del agua hasta que nos cansábamos y subÃamos agarrados de los cañaverales todos embarrados, raspados y muertos de risa.
Más adelante, cuando el tiempo fue pasando se fueron incorporando a todas estas experiencias nuestros hijos. Es el dÃa de hoy que Germán y también mis sobrinos tienen el mejor de los recuerdos de ese lugar. Cuando era chiquito Germán me decÃa al despertar: "¿Ma, hoy vamos al campo del abuelo Gilberto?". Y ya preparaba su caña de pescar, porque sabÃa que con Gilberto a la barranca podÃa acercarse y se quedaban allà pescando mientras las historias de pescadores entraban a circular.
En Rosario, vivÃamos a una cuadra de distancia los Naranjo de los Krass y la galerÃa de arte que Gilberto habÃa creado, Krass Artes Plásticas, San MartÃn 631, apenas a unas cuadras más. Era parte de nuestra vida cotidiana. En ese momento, Rosario tenÃa un fuerte crecimiento cultural, era el auge de la Biblioteca Vigil, del teatro independiente, de la música, de todo tipo de expresión artÃstica y comprometida con los principios de respeto por la dignidad del hombre.
Gilberto y mi padre (Rubén Naranjo) se eligieron "como hermanos" y estuvieron juntos toda la vida, compartieron sueños, proyectos, ideales y pesares. Hacedores y colosos del saber, la belleza, y la aventura de vivir llegaron a ser una especie de "usina" de producción intelectual, artÃstica y humana. Asà surgieron grandes producciones, como la creación de la editorial Krass Artes Plásticas cuyo objetivo principal era difundir y abrir camino a algunos de los verdaderos protagonistas de la cultura de Rosario y del paÃs, publicando asà a autores como Mirko BuchÃn, Alcides Moreno, Rafael Ielpi, Hugo Diz, Amilcar de la Fuente, Gary Vila Ortiz, Adrián Abonizio, entre otros.
Unos años después mi padre creó su propio sello editorial Paralelo 32 y con la colaboración de Carlos Alonso, Gilberto y Oscar Defante hicieron el libro Juan de dios Mena (colección Los Creadores.).
"Tan pronto los hombres /ganen la paz, la bicicleta de todos /volará.
La del cartero/ volará. La de la reina Guillermina/ volará. La mÃa y la tuya volará.
La bicicleta tendrá un solo nombre: ¡Libertad!".
Esta declaración, más que una poesÃa de Pedroni la escuché recitada por el amigo Héctor Tealdi muchÃsimas veces en la sala mayor de la galerÃa Krass, y también en el patio, y en la otra sala y en todos los lugares de ese maravilloso lugar, siempre en versiones magistrales. Es que la galerÃa Krass al igual que "el campo" en Timbúes, junto al Carcarañá, "eran un lugar de encuentro".
También, Gilberto y mi padre, interesados en rescatar y dar a conocer algunos de los más prestigiosos pintores rosarinos del siglo XX deciden la realización de tres carpetas increÃbles con las reproducciones a todo color de los cuadros de los artistas. Asà es que surge la primera carpeta con las obras de Carlos Uriarte en 1973, luego se realizó la de pintores rosarinos con las obras de Benvenuto, Cochet, Musto, Ouvrard. Schiavoni y Vanzo. Y más tarde, en 1975, la carpeta con las obras de Gustavo Cochet. Todo esto se realizó con un empeño y un trabajo que no dio tiempo a pausas ni descansos y también la participación activa de los hijos de Gilberto, Sergio y Bertita y la nuestra, la de mis hermanas, Marina y Elina que junto conmigo armamos todas estas carpetas una por una durante un perÃodo bastante largo de tiempo. Para nosotros era como un juego.
Se trabajaba en pos de un desarrollo cultural al alcance de todos, porque estos intelectuales y trabajadores de la cultura junto a algunos "pocos" empresarios como nuestro querido Gilberto Krass, y a un amigo entrañable de mi padre, Oscar Defante, tenÃan los pies bien apoyados sobre la tierra, estaban convencidos de que "el arte podÃa transformar realidades" y la gente asà poder disfrutar de una mejor vida.
Gilberto venÃa con la formación de librero, de marchand, de actor y editor y mi padre tenÃa una formación muy sólida como profesor de Bellas Artes, director de la editorial de la Vigil y del Instituto Secundario, y también como pintor, diseñador gráfico, muralista, escenógrafo y también editor. Pero además lo distintivo de ellos era el aspecto humano que teñÃa todo proyecto que intentaban realizar.
Durante más de 30 años, la galerÃa Krass inauguró exposiciones de artistas cada quince dÃas, y cada viernes de inauguración la cita era infaltable. También con el tiempo incorporó un piano en la sala mayor donde amigos acompañaban esas veladas con música, vino y alegrÃa. Es asà que pintores, escultores, grabadores importantÃsimos como Rosas, Carlos Alonso, Uriarte, Pedrotti, Ouvrard, Vanzo, Grela, Gambartes y también artistas de menor renombre pero no por eso menos importante pudieran mostrar y exponer sus piezas. Es que Gilberto también hizo docencia con las artes plásticas pensando y haciendo pensar a los demás que la pintura o la escultura, o cualquier tipo de expresión artÃstica, tienen una lectura que nos lleva desde lo poético a lo dramático, a resaltar el sentido de la vida y su compromiso social. Llegó a descubrir y a coleccionar artistas desconocidos como Lucio Fontana, Juan de Dios Mena, escultor que pudo tallar y transmitir en la madera lo dramático de la existencia humana, Herrero Miranda y muchos más.
En una oportunidad, en una de las exposiciones que Carlos Alonso hiciera en la galerÃa Krass, mi padre me contó que Paloma, su hija, que integra la lista de los que no regresan Hamlet Lima Quintana, dixit estaba en cada cuadro de Alonso. Debo confesar que la busqué una y otra vez hasta que comprendà que Paloma estaba en cada trazo, en cada lÃnea, en cada punto, de cada cuadro y en el aliento de Alonso en cada amanecer.
Buena parte de la intelectualidad y del mundo de los artistas locales y nacionales como actores, músicos, fotógrafos, periodistas, escritores, poetas, cineastas y también personas de oficios y amigos visitaron ese lugar de encuentro. Dicen que existen cuatro estaciones y una más -la de los amigos-, es allà donde Gilberto disfruta de la vida. Es asà que Soldi, González Tuñón, Berni, Lautaro Murúa, Carpani, Castagnino, Juan Ele Ortiz, Ernesto Bianco, Inda Ledesma, Zeballos, Osvaldo Dragún, Fontanarrosa, José Pedroni, Chiqui González, David Viñas, Crist, Tejada Gomez, Ulises Dumond, Cipe Lincovsky, Alberto Closas, Luis Brandoni, Elvio Romero, Saulo Benavente, Hermenegildo Sábat, Norberto Puzzolo, Flor Balestra, La Trova Rosarina, Rubén de la Colina, Hugo Goñi, Oscar Moreno, Lino Palacio, Enrique Llopis, Guillermo Megna, Caloi, Carlos Gorostiza, Roberto Cossa, MarÃa Luisa Bemberg, David Edery, Antonio Postiglioni, Omar Tiberti, Alcides Moreno, José Saldi, Jorge Riestra, Rubén Sevlever, Luis Mangieri, Fernando Farina, Pedro Sinópoli, Olga y Abel Baroni, Walter Operto, Garaycochea, Héctor Tealdi, Elida y Jano Viotti, Carlos Alonso, Oscar Defante, René Mujica, Gerardo Quilichi, Carlos Garramuño, Miguel Lifschitz, Ivan y Cristian H LarguÃa, Oscar Blando, Julian Usandizaga, Hermes Binner, Pedro Giacaglia, Raúl Frutos, Marcelo Romeu, Pichi de Benedictis, J. Tettamanti, Rafael Ielpi y muchos más lo han acompañado durante toda la vida .
Toda una efervescencia que se interrumpió por los exilios obligados de los años 70. La época negra del paÃs. Mi padre decÃa que en los años del terror no bastaba con tener actitudes de ayuda, se necesitaba ser solidario y eso implicaba otra cosa, otro compromiso, se requerÃa una fuerte convicción e ideologÃa clara para poder sostenerse y sostener a los que sufrieron el desarraigo y el exilio. Gilberto, todos sus hermanos, Naúm, el Colo, Santiago, ElÃas, Pancho, Miriam, Marcelo y algunos amigos entrañables también, lo fueron con nosotros. Por eso para mi, Gilberto es uno de aquéllos, un hombre con alma sin fronteras.
Gilberto es un hombre polifacético, de vida fascinante, que no se dedicó sólo a vender obras de arte. Comprometido con su gente, con su ciudad y con la cultura. Inquebrantable en sus principios e ideales. Merecedor como pocos de la distinción de Ciudadano Ilustre que le brindó el Concejo Municipal de Rosario. Buscador de talentos y anfitrión del saber y del amor comprometido. Aún hoy, cada encuentro con él es un viaje al universo del hombre.
Me gusta ir a visitarlo a su casa, tomar mate y hablar, conversar. El te pregunta y al preguntar te devuelve verdaderas dudas existenciales que calan en la profundidad del ser. Y allà nos quedamos largamente hablando del amor, la soledad, la alegrÃa, la angustia y la belleza.
Gilberto es un coleccionista de muchas cosas pero creo que lo que más le gusta, lo que más placer le ha dado y sigue dando es descubrir y coleccionar piedras, porque sabe, como dice Eduardo Galeano en Historias del Arte: "Cuántos caballos estarán en el corazón de la piedra esperando poder galopar".
Los recuerdos brotan como las semillas que Gilberto al caminar por el campo esparcÃa en la barranca. Hoy no sé si la trastienda de la galerÃa fue el campo o si el campo fue la trastienda de la galerÃa, pero lo que sé es que en esos puntos de la geografÃa se gestó la música, la pintura y la poesÃa que hoy habitan en mis oÃdos y en mi corazón como una sinfonÃa.
Hoy lo veo a Gilberto celebrando sus 87 abriles recién cumplidos, caminando por la ciudad, y lo imagino en el campo y también veo a mi padre caminando en otros campos, dialogando entre ellos, construyendo sueños e ideales, conversando con la noche y con el viento "de atardeceres y de soledades, de andar y andar, buscando verdades para encontrar siempre otra pregunta, ir y venir y no llegar nunca".
Lleva la historia de su campo y de su galerÃa y aquellas semillas de solidaridad, libertad, alegrÃa y sueños que junto a mi padre hilvanaron con pasión y valentÃa para una sociedad mejor, más iluminada y más justa. Se lo ve caminar con lentitud, pero con una sonrisa permanente. Sabe que su siembra va a dar buenos frutos, en otros campos, en otras calles, en esta ciudad, su ciudad y en otras, sin fronteras. naranjoada@yahoo.com
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