Juan Balaguer, Javier Carricajo, Mario Godoy, Paula Grazzini, Pedro Iacomuzzi, Fernando Rossia y Jorgelina Toya son los siete pintores rosarinos contemporáneos que reúne la curadora Beatriz Vignoli en la muestra que lleva ese subtÃtulo, en el Espacio de Arte de la Fundación Osde (Oroño 973, pisos 4 y 5) hasta el 21 de mayo. Dentro del marco de actividades programadas como anexos de la muestra, hoy a las 18 podrá asistirse, con entrada libre y gratuita en el auditorio del Espacio Osde (Oroño 949, tercer piso), a la conferencia El aura recuperada, a cargo de la crÃtica de arte Ana MartÃnez Quijano (Buenos Aires), ilustrada con imágenes de cine.
Titulada PicFic en una original combinación de palabras que significan "pintura" o "cuadro" y "ficción", la muestra recorre pintura contemporánea reciente de estos autores con diversas poéticas dentro de la pintura figurativa. Todos incorporan dispositivos que simulan un registro verosÃmil de lo real a la vez que lo ponen en abismo, elaborando una contracorriente sobre los modos habituales de ser "pintor" sin que por ello dejen de ser pintores de oficio con un uso exquisito y virtuoso de la técnica.
Construcciones en abismo, o la pintura como simulacro, serÃan formas posibles de clasificar y unir a las pinturas de Fernando Rossia, Juan Balaguer, Mario Godoy, Paula Grazzini, Javier Carricajo, Pedro Iacomuzzi, Jorgelina Toya que trabajan sobre cierta organización y desorganización de las apariencia, en un doble movimiento que a la vez representa la realidad y pone en tela de juicio los dispositivos con que se construye su relato.
Estos pintores jóvenes rosarinos representan simultáneamente en cada cuadro dos espacios: una imagen, tendiente a lo real en tanto referente externo o contexto, tiene como soporte una falsificación que paradójicamente es la verdad pictórica. Lo que se ve a primera vista es un relato engañoso acerca de un contenido para luego toparse con otro, plenamente veraz, que trata de la forma y de la técnica, donde la pintura como representación es el tema. Y esta idea del "engaño" se instaura en el tratamiento naturalista de algunos tramos del lienzo. Lo abismal se expresa mediante la técnica tradicional de óleo o acrÃlico sobre lienzo, no en el uso de elementos insólitos. De ahà lo vertiginoso de estas pinturas.
Las pinturas en PicFic se vuelven sobre sà mismas, se hacen autorreflexivas. Esto requiere de un espectador al menos atento. "Es en el interior del trazo de los artistas que se ve la doble idea de habitar realidades y ficciones de manera simultánea. En el interés en hacer notorios los mecanismos de construcción de sus cuadros, los artistas acentúan en primer plano los indicios ficcionales para luego concluir demostrando lo concreto de estas pinturas hiperrealistas, algunas monumentales. La singularidad de este nuevo relato (una epistemologÃa de la pintura, como dijera Javier Hernández) es su estatuto ya no de real o irreal sino de "posible".
Los monumentales óleos sobre tela de Juan Balaguer parecen estar pensados desde un concepto arquitectónico. Son monumentales construcciones organizadas en capas geológicas de pinceladas sobre órganos vitales del ser humano: la lengua, el riñón que se van relacionando, entre los distintos cuadros de esta muestra, con sus otras funciones. De ahà que en el montaje de la muestra a Tripas Corazón, le siga Con la lengua afuera hasta llegar a Riñonada.
Los acrÃlicos sobre tela de Paula Grazzini se sitúan en una frontera bien delineada que hace visible dos espacios narrativos concretos: uno fantástico (fabricación del autómata, el doble, lo sin vida), por otro un complejo collage de imágenes montadas que, encadenadas por sobreimpresiones, logran escenas rÃtmica y plásticamente muy logradas. Grazzini trabaja desde un interés sobre lo performático, de ahà que su trabajo sea con el cuerpo, con lo actoral. La base es una idea conceptual, que luego pasa a dibujo, luego la plasma en los actores para pasar la escena a una fotografÃa que retoca y, al final, aparece la pintura.
Entre nosotros y La práctica de Javier Carricajo son dos compilados de cuadros al óleo que no forman parte de una serie pero aun asà llevan el mismo nombre. Ambos conjuntos de pinturas funcionan como fotogramas contiguos de pelÃculas. Está, en la sucesión misma de los cuadros, el movimiento necesario para que estos sean leÃdos en una lÃnea espaciotemporal. El doble relato de lo estático y móvil en las pinturas de Carricajo niega la posibilidad de asignar un sentido único a cada uno de ellos, señalando con este recurso la condición de constructo que pretende para su obra. A pesar de sus metafóricos enunciados sexuales, estas pinturas son inequÃvocamente una ficción sobre la soledad.
La pintura de Mario Godoy presenta edificaciones o calles donde ubica objetos cargados de sentidos puntualmente culturales (un Falcon verde tamaño natural o un muñeco en un umbral) con el detalle de ser puestos como objetos animados, de ahà que la puesta en escena resulte siniestra y a la vez evocadora del pasado, tanto el individual del autor como el del paÃs.
Jorgelina Toya plantea su trabajo creando composiciones libres y algo surrealistas sobre fotos de elementos que tienen alguna relación simbólica con el animal 'la vaca' que la lleva a tomar registro, por ejemplo, de tenedores, alambrados, etcétera, que son usados desde la primera toma fotográfica como personajes. Personajes que están en diálogo constante con la vaca como sÃmbolo familiar: como madre, como guÃa, tormento y destino.
Pedro Iacomuzzi delega en su esposa Cristela la cámara para que ella fotografÃe a personas anónimas de la ciudad; a cualquiera, generalmente mujeres. De estas sesiones improvisadas en "no lugares" urbanos (baños de bares, playas) salen las imágenes que luego se reelaboran en figuras al óleo que para el autor constituyen personajes de una novela en su cabeza.
Fernando Rossia propone una impronta documental en la cacerÃa fotográfica que ejecuta sobre fotogramas de pelÃculas de principios de siglo XX, ilustraciones, historietas o fotos de artistas: Camilla Engman, Vivian Mayer, Wolf Erlbruch, los Breccia. El software gráfico digital es su pincel que le permite generar otro criterio estético simulando elementos del óleo. En su obra hay una mezcla de lo inocente, de lo escabroso, del horror y de la muerte, todo atemperado por un humor inquietante, absurdo y lúdico.
En sÃntesis, las pinturas de PicFic imponen el espacio de los "posibles" en un contexto artÃstico local donde los extremos del realismo y el conceptualismo parecieran ser las únicas dos opciones disponibles.
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