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Viernes, 14 de octubre de 2011
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MUSICA. Concierto de cierre para el ciclo Franz Liszt

El lirismo de un virtuoso

Alexander Panizza completará la serie de conciertos dedicados a recorrer la obra del compositor húngaro, reconocido como uno de los pianistas más grandes de todos los tiempos. La presentación se realizará mañana en el Príncipe de Asturias.

Por Marisol Gentile
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Panizza completará un ciclo que sumó a Aldo Antognazzi, Eduardo Delgado y Daniel Rivera.

Este año se cumple el bicentenario del nacimiento de Liszt, compositor, pedagogo y virtuoso pianista húngaro, fiel representante del período romántico, de quien sus contemporáneos afirmaban que era el pianista técnicamente más avanzado de su época y quizás el más grande de todos los tiempos. Para conmemorarlo, el Centro Cultural Parque de España organizó un ciclo de conciertos cuya curaduría fue encargada a la musicóloga Cintia Cristiá.

Así, los tres primeros recitales estuvieron a cargo de los pianistas Aldo Antognazzi (quien actuó junto a la cantante Virginia Correa Dupuy), Eduardo Delgado y Daniel Rivera. Mañana a las 21, en el Teatro Príncipe de Asturias (Sarmiento y el río), el cierre estará a cargo de Alexander Panizza, que interpretará los "Tres Sonetos de Petrarca", "Après une lecture du Dante. Fantasia quasi Sonata", "Muerte de amor de Isolda" y la "Sonata en Si menor".

"La idea del ciclo es mostrar distintas miradas acerca de un compositor al que suele verse de manera bastante simplista --explica Panizza a Rosario/12--. Es interesante mencionar que todas las obras del programa tuvieron como fuente inspiradora a otra rama artística: los 'Tres sonetos' y la Dante tomaron su inspiración en el arte italiano; la transcripción de Wagner se basa en la ópera Tristán e Isolda, y la 'Sonata' encuentra su inspiración en el mito faustiano. Todas estas obras forman una síntesis al combinar los elementos mostrados en los otros tres recitales, como la canción de cámara, la transcripción y el virtuosismo".

Rasgo distintivo de toda su producción, el virtuosismo aparece particularmente en la "Sonata en Si menor", sin dudas su obra magna.

Aquí, el compositor muestra su maestría formal: con escasos elementos temáticos logra variedad mediante una extraordinaria capacidad de transformación, condensando todo en un solo movimiento de casi media hora de duración. "También es interesante notar que utiliza el virtuosismo como elemento que potencia su discurso dramático y no como un fin en sí mismo, mostrándonos a un Liszt que piensa mucho más allá que simplemente en impresionar al público", agrega Panizza.

Muchas de las obras compuestas por Liszt buscaban explotar al máximo las posibilidades del piano, exigiendo cada vez más del pianista, peculiaridad tal vez generada por la revolución industrial y que puede verse reflejada en la proliferación de métodos y de tratados de técnica instrumental. Al respecto, Cintia Cristiá piensa que la relación entre Liszt y el piano domina tanto su producción como su biografía.

"Liszt se convirtió en músico a través de un instrumento que terminó de perfeccionarse al tiempo que él se afirmaba como compositor, y participó en gran medida del movimiento que llevó al piano al centro de la escena musical del siglo XIX. De alguna manera, fue el primer gran virtuoso de la historia, emanando a través de sus composiciones la energía capaz de concentrar la atención de un público creciente", analiza la curadora.

La participación de Cristiá es fundamental en este ciclo, ya que ella se ocupó de acordar los programas con los intérpretes, pensando en el contenido artístico general. Así, la musicóloga sostiene que este último recital funciona como síntesis del ciclo. "Los Sonetos que abren el programa se cuentan entre las joyas de la literatura lisztiana, ya que explora las posibilidades del discurso musical para transmitir el espíritu de un poema y los recursos líricos del instrumento. La maestría con la que logra hacer cantar al teclado y la eficacia con la que establece el clima emocional de una pieza con sólo algunos compases prueban el éxito de su empresa. Del Tristán e Isolda wagneriano, Liszt consigue transmitir el drama y la emoción contenida en el último canto de Isolda. El programa y el ciclo culminan con su obra más importante: la 'Sonata en si menor', en donde la innovación en el aspecto formal y en el manejo del discurso hace de esta composición una de las obras clave del repertorio para piano del siglo XIX", concluye.

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