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Miércoles, 26 de octubre de 2011
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POESIA. En la zona de Selene se presenta en El Levante

La memorable música del poema

De Angel Oliva puede decirse que escribe con toda la historia de la poesía, por lo menos de la poesía moderna. Así lo demuestra en la obra publicada por la editorial cordobesa Alción, donde se reúnen textos hasta ahora dispersos.

Por Beatriz Vignoli
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Oliva es poeta y profesor de Historia por la UNR

Mañana, jueves 27 de octubre, a las 20 en El Levante (Richieri 120), el poeta rosarino Angel Oliva presenta el libro de poemas que le publicó este año la editorial cordobesa Alción, En la zona de Selene. Hablarán Mariano Acosta, Sonia Scarabelli y el autor. Nacido en 1970 en Rosario, donde vive y trabaja como docente e investigador, Oliva es profesor de enseñanza media y superior en Historia por la UNR. Tiene publicados trabajos académicos en su especialidad, además de artículos sobre literatura. También publicó Salud (Alción, 2005). Los poemas que integran este nuevo libro estaban dispersos en diversos sitios de Internet de todo el mundo.

De Lugones, Borges dijo una vez que escribía con todo el diccionario. De Angel Oliva puede decirse que escribe con toda la historia de la poesía, por lo menos de la poesía moderna. Su eclecticismo hace imaginar a un autor del 1900 que en las noches de luna viajara por el tiempo hacia el final de su siglo para extraer versos del rock: citas en cursiva y sin comillas, tales como "el lado salvaje" (Lou Reed traducido literalmente) o "Algo en los jardines me llama sin cesar" (Luis Alberto Spinetta, "La aventura de la abeja reina") relucen como diamantes del futuro engastados en la orfebrería modernista de un libro que empieza así: "Sobre la faz de la luna lebruna/ el ojo mayoral/ crepuscula una luna terciana". (Lebruna: leporina; mayoral: pastor; terciana: forma de fiebre intermitente que aparece cada tres días. Fuente: thefreedictionary.com).

Otras incrustaciones en estas joyas esterlinas de sus poemas son las marcas, afines al gusto pop de la poesía contemporánea: "Azucaradamente abalanzada/ contra las alacenas/ de los caramelos de miel, aquella abuela/ humectada con el mórbido perfume/ del jabón Perdiz u oliendo siempre/ a Puloil y a beso ausente o denegado", escribe en la segunda sección del estupendo y contundente poema final, titulado "Alcoholes".

Una intensa voluntad de forma, de trabajo casi plástico con la materialidad sonora de la palabra poética, lo inscribe de lleno a Oliva en la tradición modernista fundada por Rubén Darío, continuada por Lugones (autor, no casualmente, de un libro en 1913 titulado Lunario sentimental) y de la que también abreva Juan L. Ortiz, uno de los autores con quienes Oliva dialoga explícitamente en los poemas de este libro. El modernismo fue el primer estilo literario nacido en América Latina, que independizó culturalmente al continente de España (derrotada por Cuba) y superó o igualó a sus innovadores modelos franceses en la intención de expresar el espíritu de la modernidad desde una crítica a la modernización. Virtuosismo formal en la rima, preciosismo léxico que conjuga un lenguaje cultísimo con neologismos de inventiva singular son algunos rasgos de este bagaje que Oliva (en la estela de su padre Aldo) asume y perfecciona para decir además desde esa voz una verdad política sobre la realidad nacional y local.

Esta tradición en Angel Oliva es literalmente una genealogía, ya que su padre fue Aldo Oliva (Rosario, 1927﷓2000), quien hoy está considerado casi unánimemente por poetas y críticos locales como el más grande poeta de la ciudad. Uno de los muchos interlocutores de Oliva padre en los años 60 fue Juan José Saer, a cuya obra En la zona alude, como bien recuerda Claudia Caisso en el prólogo, el título de En la zona de Selene: a lo cual cabe agregar que es como si allí Saer y Lugones, diametralmente opuestos en ideología (uno progresista y exiliado en París en los 70, golpista el otro en los 30) fumaran al fin la pipa de la paz... que les arrima Spinetta.

Cargar con un país entero en toda su profundidad es algo que solamente hacen los presidentes y los historiadores. Historiador a la vez que poeta, Angel Oliva se zambulle en el río de la tradición hasta el fondo del légamo de sus intenciones políticas, sin dejar de atender a que la música fluya: a lo largo de las sesenta densas y logradas páginas, y de su espesa discusión sobre ideología y estética desde una férrea voluntad de reescribirlo y revisarlo todo, en ninguna línea deja de relucir ni de sonar la memorable música del poema.

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