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Domingo, 8 de enero de 2012
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TEATRO. Balance de 2011

Una nueva forma de producir y llegar al público

Este año el siempre polémico tema de las producciones y la profesionalización de los artistas locales, vuelve a figurar en el balance general de la actividad teatral. Los subsidios, las estrategias para atraer más públicos, los festivales y las puestas más destacadas de los escenarios rosarinos.

Por Julio Cejas
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La canción del camino viejo, con Callaci y Dejesús, bajo dirección de Miguel Franchi.

El 2011 será recordado como uno de los años en que un grupo de entusiastas realizadores locales pudieron poner en marcha un proceso de trabajo basado en una nueva mirada que se estaba gestando incipientemente y que tiende a considerar al hecho teatral como parte integrante de una maquinaria en la que se mueven muchas piezas claves que van más allá de la expresión y la creación de determinado grupo de creadores.

En el balance del año pasado (publicado el 2 de enero de 2011) subrayaba desde esta sección algunos "indicios del año que pasó para la profesionalización del teatro local" y destacaba algunos "proyectos que intentan generar una estrategia de producción, abriendo el abanico de posibilidades en una ciudad que hace tiempo es testigo de una movida de jóvenes directores, actores y grupos que intentan experimentar pero sin encontrar los lazos de pertenencia con la historia del teatro local".

En ese mismo balance surgían algunas opiniones de algunos teatristas que giraban siempre sobre el ríspido tema de "la producción y su relación con la postergada profesionalización de los artistas locales y su incidencia directa en la conformación de un público que legitime la oferta vernácula". Para algunos priorizar el tema de los subsidios oficiales a la hora de proyectar un nuevo trabajo, no deja de ser sólo una parte del complejo entramado que no alcanza a cubrir las expectativas de producción, distribución y oferta del producto a un público al que hay que salir a buscar y, en muchos casos, hasta generarlo de la nada.

Históricamente, en esta ciudad funcionaron y funcionan grupos que se manejan con acotados segmentos de espectadores que ofician de seguidores incondicionales y que muy raras veces se cruzan y comparten diferentes experiencias de otros colectivos con distintas líneas estéticas. En el 2011 aparecieron algunas producciones que se salen de esos marcos y que se proponen desde la misma gestación del proceso creativo; la imperiosa necesidad de investigar a qué público va dirigida la movida y de qué forma arbitrar los canales para garantizar la continuidad de esos productos.

Una de las obras más representativas de esta nueva tendencia es la exitosa Moderna, ópera prima del joven escritor Sebastián Villar Rojas, un conocedor de la escritura emparentada con el cine y las novelas de ciencia﷓ficción; que sorprende por las múltiples lecturas que se desprenden de una trama que al comienzo transita por un sendero supuestamente familiar para después enrarecer el aire de la escena y tornarlo inquietante. Esta original propuesta teatral del nuevo grupo Pause, logró entretener y atrapar a un público no necesariamente entrenado que acudió a la cita y se mantuvo durante más de tres meses en cartel al comienzo de la temporada y vuelve este año precedida de los elogios del público y la crítica especializada.

Otro espectáculo que se instaló en las preferencias de los espectadores locales fue Fraternidad, dirigido por la actriz Carla Saccani, que logró una de las mejores versiones del reconocido texto del prolífico dramaturgo marplatense Mariano Moro. Saccani debuta también en la dirección y crea un nuevo grupo, Pasillo Teatro, con las memorables actuaciones de Cristian Mengoni y Carlos Chiappero que le ponen el cuerpo a dos hermanas que se vuelven a encontrar en un living de reminiscencias almodovarianas para desandar una historia que compromete el quiebre de la fraternidad social.

Desde esta misma sección, aludiendo al fenómeno de público que había generado Fraternidad, prologué la crítica con un comentario que bien podría aplicarse a las conclusiones de este balance: "Hay una nueva corriente de jóvenes realizadores en Rosario, una generación de actores y actrices que debutan a su vez como directores y autores y forman grupos nuevos que recuperan sorprendentemente la escritura teatral tantas veces bastardeada y otras tantas pobremente adaptada a una escena carente de sorpresas".

Hay algo que une a estos dos jóvenes artistas y los impulsa a conseguir sus objetivos artísticos y que tiene que ver con los procedimientos de trabajo y el rol que ocupa la escritura dramática en sus bitácoras de producción. "Creo que sin la instancia de un pensamiento sistemático como la escritura, las obras no quedan lo suficientemente sólidas, yo no vengo del teatro, no tengo curriculum, y una manera de poder convocar gente era a partir de un texto dramático que convenciera y le gustara al actor para que se prendiera en el proyecto", afirmó Villar Rojas en ocasión del estreno de Moderna.

Por su parte, Saccani piensa que darle vida al texto es darle vida a la palabra: "Es poder ponerle palabras a lo que hacemos y poder compartirlo entonces, para que además de productores del hecho teatral y espectadores podamos dialogar, abrir el espacio para que otros puedan abiertamente opinar sobre lo que hacemos".

Este rescate de la escritura lleva a la directora de Fraternidad a generar, a fines del año pasado, el pre﷓estreno de una de sus grandes obsesiones dramáticas: El malentendido de Albert Camus. Desarrollando un intenso y enriquecedor proceso de producción que comparte con Villar Rojas y algunos otros teatristas de esta nueva generación, Saccani moviliza todos los recursos posibles para lograr un acontecimiento que trascienda lo teatral tomando por asalto la tradicional Sala Lavardén y llenando las dos funciones inaugurales con un público entusiasta que aceptaba la invitación a un acontecimiento festivo, donde la atracción principal era nada menos que un texto de Camus.

Y no podía faltar a la hora de destacar nuevos rumbos en la escena local, ese hallazgo que promovió la presencia de un público recién estrenado: Ito, creado por el grupo de teatro, títeres y juegos Vamos que nos vamos, con la dirección de Carla Rodríguez y las actuaciones de las notable actrices﷓narradoras﷓titiriteras Laura Carassai y María Soledad Galván. Para muchos este año fue un descubrimiento a nivel de los alcances que puede tener una propuesta ligada a las artes escénicas que trascienda el mero espectáculo para construir un lugar donde los protagonistas de la fiesta sean bebés de 0 a 3 años.

"Ito fue una especie de boom, espectadores llegaron antes del estreno, trascendió la información a la prensa nacional, un jardín de infantes construyó un Ito gigante para el acto de colación en el teatro El Círculo, la última función seguimos a sala llena con gente afuera, los espectadores salían preguntando '¿hay otra?'. Algunos niños juegan a Ito en sus casas y otros no se duermen si no les cantan las canciones de la obra", dice la directora Carla Rodríguez a Rosario/12, preanunciando otra exitosa temporada para este año.

Los tres directores de estas propuestas, en un gesto que también habla de la generosidad y la humildad de quienes analizan el teatro desde otra perspectiva, invitaron a los críticos locales a participar de los trabajos preliminares, aceptando sugerencias y diferentes miradas que enriquecieron el proceso creativo, dando por tierra años de especulaciones y mezquindades acerca del rol de los que oficiamos de puente entre el espectador y los creadores.

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