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Domingo, 12 de febrero de 2012
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La bonaerense Jauría y la española Marea tocan esta noche en Willie Dixon

En la intersección de rock y poesía

La banda argentina que lidera Ciro Pertusi viene sumando público y tocará por segunda vez en Rosario, donde debutó en abril de 2011. "Este tiempo sirvió para que la gente escuche las canciones y nos asimile ", dijo el líder rockero.

Por Edgardo Pérez Castillo
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Jauría: Ray Fajardo, Mauro Ambeso, Ciro Pertusi y Pichu Sernioti.

Entre Marea y Jauría existen puntos en común aun por fuera del género que los concilia (el rock). Orígenes musicales comunes, búsquedas personales que derivaron en partidas de anteriores experiencias en pos de encontrar un nuevo rumbo, intereses líricos que comparten amplitud. Y si bien sus realidades difieren en relación a la trascendencia que cada una ha logrado desde su formación, tanto los españoles de Marea como los bonaerenses de Jauría llegarán a Rosario con un público nutrido, aunque todavía en vías de crecimiento.

En el caso de los españoles, el regreso ocurrirá a casi cuatro años de la breve aparición como teloneros de La Vela Puerca, en el Anfiteatro Humberto de Nito. Para el cuarteto argentino, significará el retorno luego del debut, en abril de 2011, sobre el escenario de Willie Dixon, al que ambas subirán esta noche desde las 21. "Este tiempo sirvió para que la gente escuche las canciones. Y ya con aquel recital del Willie Dixon, más todo lo que ha pasado en el medio, el público ha tenido la posibilidad de asimilar mejor el material y concebir a la banda como algo que existe, que está acá y vino para quedarse", apunta al respecto Ciro Pertusi, que ocupa aquí los roles de cantante y guitarrista, esos que lo llevaron a cobrar trascendencia en el rock latinoamericano en sus tiempos de Attaque 77.

Por su parte, los restantes miembros de Jauría tienen también un recorrido de peso en la escena nacional: Ray Fajardo como baterista de El Otro Yo (una de las bandas independientes más importantes de los 90, en la que permaneció durante 15 años, hasta 2009) y el guitarrista Pichu Serniotti con la santafesina Cabezones. Aunque con menor convocatoria, Romanticistas Shaolin y Katarro Vandáliko se hicieron un nombre en la escena del nuevo punk argentino con Mauro Ambesi como bajista. A pesar de ese bagaje, los Jauría prefieren tomar las cosas con calma. "Nos consideramos una banda nueva --explica el cantante﷓﷓. La experiencia nos ayuda en muchas cosas que obviamente nos salen más fáciles a la hora de interpretar, de ejecutar, de asimilar las canciones. Y más que nada en el hecho de vivir y aprovechar el momento en el vivo, disfrutar sin tanta ansiedad, que es algo que tuvimos tiempo de depurar con nuestros proyectos anteriores".

En esta nueva propuesta, las vertientes musicales que marcaron a aquellos grupos se filtra en un mismo concepto: el rock. "Hablamos de rock porque precisamente eso permite una amplitud -reconoce Pertusi-. Pero el hecho de que estos individuos nos hayamos juntado deja un poco en claro la impronta de la banda, que es una mezcla. La palabra mestizo, con la que se identifican los fans de Jauría, no sólo tiene que ver con la cuestión de los perros, sino con que el perro mestizo es una mezcla de diferentes razas. Es lo que pasó en el grupo, son diferentes razas musicales. Creo que la gente leyó todo eso y está preparada para lo diverso. Eso sirvió para que nos relajáramos, la gente lo va a ir aceptando y con el tiempo esto va a ir creciendo".

Ese crecimiento al que refiere Pertusi no es menor: tres de los componentes de Jauría llegaron a ser números habituales en los grandes festivales. Más aún el cantante, que con el punk rock de Attaque 77 marcó a varias generaciones en toda Latinoamérica. Hoy, la realidad los encuentra recorriendo espacios de capacidad intermedia, devolviéndolos a un contacto cercano con ese público (mestizo) en formación. "No sabíamos que iba a estar tan bueno --admite Pertusi﷓﷓. No lo habíamos calculado demasiado, pero sabíamos que iba a ser un recomenzar en muchos aspectos, y por sobre todo en el hecho de que el poder de convocatoria iba a ser menor. Eso es algo obvio porque tenemos la probada historia de antaño de muchos grupos que se han disociado. Todos han demostrado con el tiempo que la suma de una cosa más otra cambia dependiendo de los elementos. Eso lo sabíamos, pero no nos habíamos dado cuenta que iba a ser divertido que esta estructura iba a permitir cierto relax. Porque al ser menor la cantidad de gente más fácil es dominar el contacto. Básicamente el artista con la música, excepto al que sólo le interesa para conseguir minas y ser famoso, lo que quiere es comunicarse. La primer manera de comunicación, incluso antes de que supiésemos hablar, es el contacto. Pero en un momento empezás a perder el contacto, no porque seas un ortiva ni todos esos fantasmas que se hace la gente, sino porque no podés lograr el contacto: salís a la calle y cuando son 20, 30 o 50 lo manejás, pero cuando son cien personas y todos empiezan a desesperar, y no podés ofrecerle a todos todo, es mejor que desaparezcas. Más en estas latitudes donde la gente no entiende, no hace una fila, no espera, todos quieren estar primeros. El argentino es muy ególatra. Con Attaque pasaba mucho eso, se volvía muy difícil poder comunicarse, y en muchas ocasiones yo terminaba frustrado. Porque a fin de cuentas hago música para poder acercarme a las personas, para saber qué opinan de lo que hago. Es el ida y vuelta".

Ante la necesidad de recuperar ese contacto, Pertusi debió alejarse, y mucho: la Riviera Maya, donde decidió alojarse tras su separación de Attaque 77, fue la base de operaciones para la construcción de Jauría, la banda que lo devolvió al ruedo. "Había muchas cosas que necesitaba descomprimir de alguna manera y no sabía cómo hacerlo -recuerda-. No le veía la vuelta. Mi decisión fue pensada por mucho tiempo, pero también fue en defensa propia. Necesitaba cambiar algo, y sobre todo porque en ese momento estaba muy disgustado conmigo. Primero del grupo, después me fui de Argentina para ver si podía olvidarme (o acordarme) de quién era. Y salió bien, menos mal que salió. No sólo por Jauría, sino porque los primeros meses me empecé a relajar, empecé a sonreír, a llorar también, y a encontrarme más. Me sentía muy apesadumbrado, incluso había somatizado y hacía siete años tenía una especie de hernia de disco que de pronto desapareció. Ahora en todo este proceso nuevo también trato de ver qué hago y qué no, para no cometer errores".

Por su parte, Marea, reconocida como una de las bandas más importantes y convocantes del rock español actual, nació a fines de los 90 también como una necesidad de su cantante y compositor por volver a las raíces, según lo destaca desde la biografía publicada en la página oficial del grupo: "Corría el invierno del 97 cuando un servidor, Kutxi Romero, después de haber pasado los últimos cinco años cantando en bandas de Berriozar como los punkis ATZ o los trashers Kintal y harto de darme cabezazos contra todo, decido montarme mi propia película, una banda acorde a mis gustos con gente que le guste el rokanrolillo de siempre, el de tó la vida". Lo que Romero no apunta allí es la forma en la que sus mensajes serían presentados. Algo que sí valoriza Pertusi: "Las canciones de Marea tienen una poesía única. Justamente ya decir poesía es mucho en estos tiempos, más que nada para el rock. Cuando los escuché no quedé sorprendido, sino más bien encantado, porque lo que escriben es digno de libros. Hay que prepararse para escuchar y disfrutar de una banda que te saca de paseo con sus letras, respaldado por una música muy rockera". En este regreso a la ciudad, el potente grupo español presentará su nuevo disco, En mi hambre mando yo.

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