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Domingo, 26 de febrero de 2012
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Rosario Imagina estrena la comedia Una idea para una pequeña obra

De la vocación y otras militancias

La obra dirigida por Rody Bertol vuelve a poner en escena su particular mirada del fenómeno teatral. Con influencias tan disímiles como Woody Allen y Alberto Olmedo, cuenta la historia de un principiante dramaturgo abandonado por su mujer.

Por Julio Cejas
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Un importante elenco encarna el ansia de escribir teatro del protagonista, y sus dificultades.

El director Rody Bertol, al frente de su grupo Rosario Imagina, estrena Una idea para una pequeña obra, propuesta escrita y dirigida por el propio Bertol, que podrá verse a partir del próximo sábado a las 22, en el Teatro de la Manzana (San Juan 1950). Esta nueva producción del Centro Experimental Rosario Imagina, cuenta con las actuaciones de Juan Nemirovsky, Gisela Sogne, Martín Ovando, Soledad Murguía, Paula Viel, Diego Bollero y Chavo Ghirlanda; a los que se sumaron en los aspectos técnicos Niche Almeyda como responsable de la escenografía, Natalia Trejo y Sofía Dibidino Ballario en la asistencia de montaje y Claudio Danterre en el entrenamiento actoral.

Bertol --cuyos últimos trabajos fueron La familia argentina, basada en un texto inédito del maestro Alberto Ure y Rezo por mí--, dialogó con Rosario/12 acerca de esta nueva producción que lleva su inconfundible mirada sobre el fenómeno teatral. "El punto de partida de esta historia surgió cuando se nos apareció la imagen de un muchacho: un principiante dramaturgo, que quiere hacer teatro y es abandonado por su mujer, entonces decide salir, con toda su torpeza e inseguridad, a la conquista de un amor y una vocación. De todas maneras, más allá de este principio, toda escena teatral suele ser el reflejo de otra escena que ya ha existido", comienza diciendo el director.

En el caso concreto de Una idea para una pequeña obra, Pedro, el protagonista, a partir de la partida de su mujer, queda atrapado en una encrucijada mortal y se debatirá entre su vocación de escribir y el valor de la amistad para encontrar un sentido a su vida. Todo esto no le resultará fácil. A partir de allí, una excéntrica y pesadillesca fauna de personajes andarán sueltos por su departamento durante las más extrañas noches de su vida y darán lugar a situaciones muy divertidas. Una vez más vuelven tus obsesiones acerca de la forma en que se da el juego entre la realidad y la ficción en la vida de los hacedores teatrales.

"Todos los que lo hacemos, entramos de alguna manera mítica al teatro, por eso me parece clave en el relato rescatar la búsqueda de Pedro, que a pesar de estar viviendo una herida en el amor, tratará de saber qué sucederá con su ansia de escribir y hacer teatro, porque allí el teatro y podría ser cualquier otra militancia social, política o artística; se liga a la idea de expresar una visión del mundo, de sacar el sueño, el grito, de lograr una conexión con lo sensible y con los otros, de encontrar un arma de seducción", afirma Bertol.

Estas palabras de Bertol bien podrían aplicarse a una búsqueda que atraviesa su vasta producción, desde obras históricas como Quién quiere patear el Tacho, hasta las versiones de textos de otros autores como Los días de Julián Bisbal, de Tito Cossa, Los Invertidos, de Abelardo Castillo y los singulares espectros que ya rondaban en su memorable La Sonata de los Fantasmas, de Strindberg.

Al hablar del protagonista de Una idea para una pequeña obra, su autor habla de la duda que asalta a Pedro y que está relacionada directamente al tema que tanto se discute en el ámbito teatral: la vocación. "Pedro duda si será capaz de hacer algo real con su 'vocación', si podrá ser esa su forma de hacer lazo, y conquistarle a la vida algo más. Esto lo captura el texto que la vecina le dice al final (gracias a Chéjov): -﷓Cuando pienso en mi vocación ya no temo a la vida. Esa frase me encanta y vale para cualquier vocación y militancia, por supuesto; cada vez que la escucho siento que esa también sigue siendo la conexión que me liga, la insistencia, la ilusión, y la fuga", afirma rotundamente el director.

-En esta oportunidad dejaste de lado la tragedia para meterte en un registro más cercano a la comedia dramática...

-Desde el principio quisimos experimentar con el más bastardo de los géneros: la comedia y proponer al público una experiencia entretenida y divertida; planteada como una comedia dramática; la obra contiene, algunos giros, reconstrucciones y homenajes; también hay algunos guiños de mucha pregnancia; quizás por eso siento que, dentro de su levedad y su cándido semblante, propone algunos pasajes que teníamos el anhelo de expresar profundamente.

Al hablar de estos guiños, el creador se refiere a disparadores tan heteróclitos que van desde las viejas comedias de Wooddy Allen; mixturados con algunos sketchs de Alberto Olmedo, en un original maridaje que no podía prescindir de los clásicos. Shakespeare y Chejov también fueron convocados a esta auténtica aventura de la creación dramática.

"A partir de experimentar y jugar con esos cruces, de materiales aparentemente tan lejanos y diversos estéticamente, pero que sin embargo inequívocamente forman parte de nuestro imaginario; a lo que iba surgiendo le fuimos agregando sonidos, imágenes, textos, y por supuesto, caprichosamente algunos temas musicales porque nos gustaban y los tajos de Lucio Fontana", cuenta el creador de Rosario Imagina. Fontana, el reconocido pintor y escultor nacido en Rosario, también es citado por Niche Almeyda, arquitecto, encargado del diseño y la construcción de la escenografía.

Una idea para una pequeña obra, en clave de comedia, propone un tema central. "Dentro de su simpleza y humor, esta obra rescata algo que asimismo creemos importante poner en escena: el valor de militar una idea, ya sea artística, social, cultural o política, y luchar por ella: la obra también habla de jugarnos y perseverar con la vocación que cada uno encuentra", afirma Bertol.

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