El viernes, a las 19.30, en el Museo Municipal de Bellas Artes "Juan B. Castagnino" (Oroño y Pellegrini) se inaugura La geometrÃa como naturaleza, una muestra de MarÃa Suardi que ofrece una antologÃa de los últimos diez o doce años de su obra, con algunas piezas recientes inéditas o nunca antes vistas en Rosario. También se incluyen obras en colaboración con Luis Felipe Noé. La muestra, que podrá visitarse de martes a domingo hasta el 27 de mayo, despliega pinturas, grabados, construcciones tridimensionales en gran formato, tres libros de artista y un video documental, sumando alrededor de 70 obras en total en las salas de la planta alta del Museo. El curador de la exposición es Marcelo Villegas. Los libros de artista tienen textos de Mario Merlino, Severo Sarduy y Jorge Luis Borges. Acompaña la muestra un libro catálogo con 18 fotos por Norberto Puzzolo, que fue producido por la artista con la ayuda de sponsors privados.
A fines de los años 60, MarÃa Suardi fue una de las pioneras de la serigrafÃa artÃstica en Rosario además de Pedro Sinópoli. En los años 70 estudió con Ary Brizzi y se mantiene fiel desde entonces al lenguaje geométrico. Sin embargo, en el transcurso de los años ha ido encontrando su propio idioma dentro de la geometrÃa, el cual a la vez sostiene y supera ampliamente el rigor de la sintaxis generada por las formas puras para explorar lo que en la música se denominarÃa el "timbre": diversas texturas que evocan la vida orgánica natural, logradas en los años 90 a partir de elementos tan variados como la propia textura del lino, arena sumada al pigmento o, en los grabados, matrices basadas en las trayectorias de unos insectos. En la última década, Suardi sorprendió a su público al acometer la tridimensión en el espacio real. Con la ayuda de una asistente y de Cecilia Cuerva (que realiza los objetos en madera), Suardi viene trabajando con una intensidad rara en el medio local, acelerando su ritmo de producción y exposición hasta lograr, en los últimos cinco años, una muestra importante por año entre Rosario, Santa Fe y Buenos Aires. En diálogo con la cronista de Rosario/12, con la obra ya embalada, Suardi contó lo que se va a ver desde el viernes.
Suardi es una de las pocas artistas de Rosario cuyas decisiones estéticas se fundan rigurosamente en decisiones anteriores, de modo que cada salto cualitativo posee la elegancia lógica de un problema matemático bien resuelto. Escucharla repasar su obra es un placer intelectual comparable al de seguir las deducciones de Poirot en una novela de Agatha Christie. Suardi cuenta cómo a partir de las estructuras con vacÃos internos pasó a una "transición" de cuerpos sobre el plano, en relieve, por una necesidad expositiva. Y esos cuerpos sobre el plano le sugirieron retrabajar como concavidades y como convexidades tridimensionales unas composiciones de 1975.
"Estos son cubos que los partÃs por la diagonal. ¿Sabés de dónde salen? Hace mucho tiempo, pinté una serie secuencial, Módulos. Y ahora dije, '¿por qué esto no lo puedo hacer en la tridimensión?' Y pasamos a los últimos, de estos meses, que el martes les van a dar un dolor de cabeza para el montaje: estos cuerpos que salieron de mi libro de geometrÃa donde yo me inspiro. Cuando tuve mi beca en Urbino, en el 79, me encontré con ellos y siguen siendo mis libros de cabecera. Por supuesto que soy la que elijo, que decido, yo tengo que sentir a la forma. Eso es muy visceral. Yo creo que si hay algo, digamos surrealista, es por qué elegà esto y no lo otro: por qué este color, o este valor y no otro. Eso yo no lo controlo. Si no, es racional todo lo que hago. Pero hay toda una cosa, digamos, inconsciente".
Y la inclusión de lo táctil. ¿Por qué arena?
Eso es otra cosa. Yo eso empecé hace rato, cuando me "desprendÃ" de Ary Brizzi, a quien sin embargo sigo admirando como maestro.
¿Cuál es tu relación con Brizzi?
Ary Brizzi fue mi maestro por muchos años. A principios de los 70 yo empecé a ir a su taller. Y ahà es cuando empecé a pintar, con soplete, con aerógrafo, cuando empecé a hacer esas superficies tan absolutamente lisas. Pero llegó un momento en que ya no soportaba más toda esa cosa tan, pero tan ascética, si querés decirlo asÃ. Entonces, fueron los ingleses los que me ayudaron. Yo estaba trabajando en residencia, a principios de los 90, en Brighton, y estaba haciendo serigrafÃa. ¿Por qué entonces la serigrafÃa me gustaba tanto? Porque era pictórica. Yo habÃa llegado a un punto muerto. No en la gráfica, pero en la pintura. Yo dejé de pintar unos cuantos años. Entonces cuando les conté a colegas mÃos en Brighton, a los técnicos, que venÃamos a tomar café y que nos reunÃamos, y les conté por qué habÃa dejado de pintar, porque no sabÃa cómo avanzar, entonces un dÃa vino uno, con una tela de lino muy gruesa, preciosa, de lino puro, y me dijo: llevátela, yo te la regalo y en Argentina hacé un cuadro con esto. Sin prepararlo. En Argentina, empecé a buscar telas que tuvieran una textura y empecé a usarlas sin preparar. Al usarlas sin preparar, sin esa exigencia del acrÃlico pulido, me sentà liberada.
Como que recuperaste lo sensorial de la técnica de la pintura.
Y eso esta interrelacionado, la forma con la técnica. Entonces me invitaron a un salón en el Museo Nacional de Bellas Artes, y yo hice cuadros con mucha textura de la tela, no textura que yo le aplicaba (como después la arena, lo que vino después) sino que en ese momento empecé con la base, o sea la tela, hacer que la tela se incorporara mucho en la obra. En el año 2000 me invitaron los organizadores de Estampa a participar con un stand yo solita, pero tenÃa que presentar un proyecto. Se me ocurrió hacer una obra para invidentes, a partir de un desafÃo de John Phillips, director del London Print Studio en Londres. Creé una obra que se expuso en España e invité al director del museo para ciegos, que me hizo algunas crÃticas. Asà como nosotros hacemos un proceso deductivo porque vemos una obra y después vemos las distintas partes, los ciegos hacen al revés, empiezan de una parte y tienen la idea del todo. El ciego procede por inducción y el vidente procede por deducción. La instalación consistÃa en dos murales sobre foam. Elegà dos o tres texturas, que las hice en gofrado (Nota: el gofrado es una técnica de grabado que crea relieves en el papel sin darle color), y algunas tenÃan estrofas en braille del Poema de los dones, de Jorge Luis Borges. Y después hice un libro de artista con todo el poema en braille y algunos gofrados. En la parte de atrás del libro está escrito el poema para los videntes.
Ahà se te presenta un problema institucional, porque los museos prohÃben tocar las obras.
En uno de mis viajes, un año antes de que el poeta Mario Merlino falleciera en 2009, con él y con nuestros amigos comunes --la gente del Centro de Arte Moderno que está en Madrid, que vivÃan en Quilmes y que tenÃan un centro de arte en Quilmes (acá se los conoce como los muchachos de Quilmes, ya hace bastante que se fueron, se conectaron conmigo para ir a Estampa una vez)--, dijimos: por qué no hacemos un libro juntos. Entonces él escribió Bosquemas. Y yo hice las serigrafÃas. Y ellos hicieron la edición. Yo decidà hacer una presentación,y le dije a Luciano y a una de sus artistas y ellos hicieron la lectura. Y se leyó, pero él ya estaba muriéndose.
Cuenta Suardi, off the record, que Bosquemas iba a presentarse en el CCPE pero una decisión en contrario del director lo impidió. Leemos, del hermoso libro, un poema de Merlino que tiene una sola lÃnea, titulado "TRAS": "La página aún no escrita, la imagen aún no grabada, el claro zambrano del bosque". En la página de enfrente ilustra el poema una lÃnea literal de Suardi, esencial y lÃmpida, apenas una delicada franja traslúcida sobre el papel.
En la mesa ya cubierta de papeles, libros, catálogos y fotos, Suardi y su asistente ponen otro libro de artista: La geometrÃa rotatoria, con textos de Severo Sarduy. El tÃtulo evoca el de aquel manual de morfologÃa, Modelos de geometrÃa rotatoria (Zanichelli, 1978, Bologna, Italia), que editado por Giorgio Scarpa para una colección dirigida por el diseñador Bruno Munari fue su libro de cabecera en Urbino. Pero el cÃrculo no se cierra y quedan, en esta cerrada trama de obra y vida, un mundo de formas puras aún por hacer.
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