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Miércoles, 21 de marzo de 2012
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Jornadas sobre Literatura, política y violencia en América Latina.

Cómo defender la libertad de escribir

En dos encuentros realizados en la Biblioteca Central de Humanidades y el Museo de la Memoria, Rodrigo Rey Rosa (de Guatemala) y Horacio Castellanos Moya (de Honduras), debatieron sobre la escritura en el castigado continente americano.

Por Beatriz Vignoli
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Horacio Castellanos Moya (en primer plano) y Rodrigo Rey Rosa durante la jornada del viernes.

Si el detector de metales en la entrada de la Biblioteca Central de la Facultad de Humanidades y Artes hablara, podría decir, como el narrador al comienzo de Severina: "Me fijé en ella la primera vez que entró, y desde entonces sospeché que era una ladrona, aunque esa vez no se llevó nada". El viernes 19 de marzo Rodrigo Rey Rosa, Premio Nacional de Literatura de Guatemala 2004 y autor de la citada novela Severina (Alfaguara, 2012), sobre un librero que se enamora de una ladrona de libros, está sentado aquí en esta biblioteca. La actividad que los convoca a él y a su compañero de conferencia, Horacio Castellanos Moya, escritor hondureño radicado en El Salvador, es "Jornadas sobre Literatura, política y violencia en América Latina".

Un "ambiente de violencia y crispación", como dijo él en una entrevista, expulsa sin cesar de su país a Rey Rosa, que es parco, habla en frases labradas y concisas como las de su obra y abre el fuego con brevísimas consignas ("¿literatura violenta? La Ilíada") o dice cosas como que la violencia en Guatemala es "un paisaje de fondo" para los detalles más intimistas que él cuenta en su obra. Dice, como la misteriosa voz en el poema de Borges, "estas cosas, no estas palabras". Castellanos Moya vivió en Canadá, Costa Rica, México y España. Se exilió de El Salvador después de publicada la primera edición de El asco. Thomas Bernhard en El Salvador (1997), paradójicamente su libro con más reimpresiones en aquel país.

Los presenta Martín Prieto, director del Centro Cultural Parque de España, escritor y profesor de la Escuela de Letras de la UNR. Prieto hace un breve repaso de las inconstantes relaciones internacionales literarias en el interior del continente, evocando los momentos de oro de las vanguardias y el boom, para detenerse en esta época en que, nuevamente, hay que viajar si se quiere conocer quiénes escriben y qué se escribe en otros países de América Latina. Cita una famosa boutade de David Viñas que ya es el caballito de batalla del autor de Los temas de peso: la literatura argentina comenzó con una violación. Se refiere a El matadero, de Esteban Echeverría, editado en 1838 por Juan María Gutiérrez, el mismo que en 1846 escribió América poética, dato que Prieto vuelve a recordar a sus oyentes al igual que en aquellas otras Jornadas de 2010. Viene al caso, porque este evento constituye además la presentación en sociedad de los contenidos del nuevo programa de la Maestría de Literatura Argentina de la Universidad Nacional de Rosario, a cargo de la profesora y editora Sandra Contreras y de Judith Podlubne. Habla Contreras muy discretamente, respetando a los visitantes, y Podlubne ofrece actualizaciones.

Cabe advertir que quienes esperen hard porn en Echeverría saldrán defraudados, ya que su cuento sobre el abuso de fuerza de unos federales contra un unitario termina con un final pudorosamente abierto, casi honroso dadas las circunstancias. Pero el estudiante lector no es una entelequia de la Edad de Oro; al contrario, el que está sentado a la izquierda de la cronista extrae de su mochila un libro de Rey Rosa comprado ese mismo día. La provocación del anfitrión no obstante funciona, ya que Castellanos Moya redobla la apuesta con un desafiante: "No existe ficción política en América Latina", tras lo cual el estudiante susurra una lista de autores que en el reducto neogótico de la biblioteca, antiguamente una capilla, suena como si musitara un rosario: Omar Cabezas, Rodolfo Walsh, Ernesto Guevara, Haroldo Conti, Francisco Urondo, Raúl González Tuñón. Pero el escritor se refería a otra cosa. Retumba la réplica estentórea, sin micrófono, que pronuncia desde el fondo de la sala un señor muy serio que en ningún momento se atreve a decir la mala palabra que empieza con "P".

Pero sí la sugiere a través de términos como "federalismo versus unitarismo" y "pensamiento nacional", que causan en la audiencia una consternación similar a la expresada por Laura Dern cuando ve por primera vez en qué se ha convertido el encantador monstruito que nacía de un huevo gigante en Jurassic Park. Lo que les pide el orador a los hermanos latinoamericanos es esto: un pensamiento nacional. El autor de El asco lo despacha con una salida jocunda, en sintonía con lo que ha venido contando: cómo le gusta investigar expedientes policiales y los legajos de un manicomio donde se hicieron experimentos con seres humanos, todo lo cual le sirve de inspiración a la novela que está escribiendo en este momento. Pero Rey Rosa, quien posiblemente lo ignore todo acerca de la mala palabra que empieza con "P" (no es paisaje ni política), levanta sin embargo el guante con gran elegancia y dando una lección de cortesía reconoce que es verdad, que él también lo pensó, que "no tenemos un pensamiento nacional", sin engancharse en la sangrienta polémica que seguramente emprendería un compatriota.

(Un narrador omnisciente podría agregar que no lejos de allí, en ese mismo instante, el tenista español Rafael Nadal abaraja como un brioso torero de la pelotita verde cada saque de un cada vez más saturniano Nalbandian, cuyo ánimo es de interés nacional. Un lector entrenado descubriría correspondencias poéticas entre todo esto).

"Entre los dos encuentros hubo más de 200 personas, mucha gente", relata el domingo muy contento Marcelo Scalona, escritor y tallerista rosarino, anfitrión de la segunda jornada, que tuvo lugar el sábado 17 en el Museo de la Memoria. ¿Impresión? "Excelente. Los dos tienen un gran oficio y un conocimiento de la escritura. Rey Rosa habló de su matriz borgeana: su estilo es más preciso. Castellanos Moya usa mucho la repetición, es un tipo más barroco en el mejor sentido; viene del periodismo y tiene larga experiencia como guerrillero salvadoreño. ¡El otro estaba haciendo taller con Paul Bowles en Tánger y este con el fusil! Hablaron de cómo defender la libertad de escribir lo que uno tiene que escribir, contra las imposiciones editoriales y de la época. Rodrigo dijo que uno encuentra un texto cuando encuentra al sujeto. Ellos no creen en la ficción política, en la literatura política de ficción sino en la literatura de ficción donde está lo político, que es un escenario, un ambiente, un paisaje, un estado de ánimo o un recurso. Me sorprendió lo que conocen de literatura argentina: han leído a Guillermo Martínez, Matilde Sánchez, Sergio Chejfec, Eduardo Berti. Castellanos Moya es profesor en el Council de Iowa: tiene el taller de escritura creativa donde dieron clases Raymond Carver y John Gardner, que fue profesor de Carver y de Richard Ford", se entusiasma Scalona y remite a la página del CCPE y al blog de su taller. En ambos se lee quiénes organizaron las Jornadas: Centro Cultural Parque de España, Museo de la Memoria, Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Rosario y Centro Cultural de España en Buenos Aires.

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