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Miércoles, 15 de agosto de 2012
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Actividad en las Segundas Jornadas de Literatura

Desde los infiernos de la historia

Por Beatriz Vignoli

"Esta, dice el Pollo, es una historia de lealtades y traiciones, de dolor y resistencia, de desesperación y secretas esperanzas. [?] Y yo, más allá de lo que quiera, soy el único que puede hablar, el único que está en condiciones de hablar". La cita pertenece al cuento Buche, del escritor rosarino Osvaldo Aguirre. El Pollo remite al Pollo Baravalle, militante montonero que en 1976 fue secuestrado por la patota de Agustín Feced, jefe de la Policía de Rosario durante la última dictadura. Luego de cinco días de brutal tortura en el centro clandestino de detención del Servicio de Informaciones de la Jefatura de Policía (Dorrego y San Lorenzo), Baravalle comenzó a colaborar con los represores, dándoles información clave. En agosto de 2008, con una orden de captura internacional, cuando estaba siendo cercado por la policía, se tiró de un puente en Biella, Italia. Buche es uno de los cuentos del libro Rocanrol, de Osvaldo Aguirre, publicado en 2006 por Beatriz Viterbo Editora. Es el que eligió el lunes el director del Museo de la Memoria de Rosario, Rubén Chababo, para hacer de guía (casi un Virgilio) en su tour literario por el lugar que él eligió: el mismo donde estuvo secuestrado el Pollo junto a sus compañeros.

La actividad del lunes formó parte de las Segundas Jornadas de Literatura de Rosario, organizadas por la Escuela de Letras y diversas Secretarías de la UNR; las Jornadas continúan esta semana (se puede consultar el programa completo en el sitio Web de las Jornadas, http://rosarioensutinta.blogspot.com.ar). Un grupo de periodistas, gente de Letras y videastas que hacían el registro sonoro y fílmico de la presentación, junto a una sobreviviente, Gloria, y a Chababo, bajó hasta el sótano de ex Informaciones para compartir no sólo fragmentos del cuento, sino reflexiones sobre la literatura de la ciudad y los claroscuros de la condición humana. Para quienes recordaban aquella época, el descenso al sótano que fue un círculo del infierno de la historia reciente tuvo la magia terrible de un viaje por el túnel del tiempo: un sueño realizado a través de la pesadilla. Los gruesos muros húmedos imponían su silencio de tumba. Sin embargo, se habló. Se habló de cómo la generación de Aguirre se ocupó de poner en el texto literario las particularidades geográficas e históricas de lo local. Se habló de la compleja figura del "quebrado" y del lugar donde la ubica este relato: el del que cuenta la historia. Aunque quizás por eludir ese rol es que el Baravalle real se mató. Se mató y no habló. No de nuevo. "No voy a cruzar de nuevo", dejó escrito en una carta.

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