El brillo de la buena poesía

"No me entra la realidad en los ojos/ y quisiera que el mundo sea sólo esto./ Bastaría./ No habría mayor necesidad, excepto/ abrigarse cuando oscurece,/ compartirlo". Estos seis versos, que logran bordear lo inefable con un lenguaje cotidiano, pertenecen al primer poema, Bicicleta, de algo que increíblemente es el primer libro de Daiana Henderson: El gran dorado. Junto a El quinto sueño, de Milton López, salió de imprenta en septiembre, a tiempo para circular en el XX Festival de Poesía. Con estos, suma seis libros la Colección Brillo de poesía joven de Iván Rosado, cuyos 4 primeros títulos fueron publicados en mayo de este año con un subsidio de Espacio Santafesino y por donde está pasando lo más renovador de la poesía hoy en día.

Daiana Henderson nació en 1988 en Paraná. Vive en Rosario, donde estudia Comunicación Social y dirige el fanzine Pegaláctico. "Las certezas se apagaron con la última luz. De noche el mundo es un supuesto", escribe en un poema narrativo, Fin de semana en el campo. El más extenso del libro, 17, tiene seis páginas. Y son versos extensos, de un largo aliento sostenido. ¿Pero es un primer libro? La calidad es la de un tercero por lo menos. Su biografía habla de dos títulos anteriores: Colectivo maquinario (Diatriba, 2011) y A través del liso (Determinado rumor, 2012). Ahora sí. Pero la satisfacción de haber acertado con el instinto crítico dura apenas minutos y se desintegra al consultar a Ana Wandzik. Ella y Maximiliano Masuelli, artistas rosarinos, gestores del Club Editorial Río Paraná, son quienes diseñan y editan la colección Brillo de poesía joven. Wandzik avisa que lo de Diatriba es una plaqueta, y que lo de este año es un e﷓book que todavía no salió. Entonces, ¿esto un primer libro?

Sí, pero ya hay dos. "Cristian Monti le sacó otro hace poco", informa Wandzik refiriéndose a Verao (2012), de Daiana Henderson, por el sello Neutrinos, de La Paz, Entre Ríos. Además de editor, Cristian Monti es otro poeta inmenso, joven y colaborador de Pegaláctico. Su universo, al igual que el de Milton López (Bahía Blanca, 1977) explora la noche, el cielo abierto, la música. Como los de Henderson, muchos poemas de López son narrativos y de versos de largo aliento; estos textos de López recuerdan al Cesare Pavese de Los mares del sur. Un primer verso sitúa ("Para el almuerzo de navidad viniste a comer con mi familia"; "A las 8 hay partido en las canchas del Club Náutico"; "Max y Coque se encontraron una 9mm en el terreno baldío") y los demás apuntalan la cohesión de una escena. Milton López es hijo de Gustavo López, poeta y editor de Vox, y pasó por un taller de Daniel García Helder. De modo que el legado de la poesía neo objetivista y de los 90 le llegó desde dos de sus principales autoridades. Tiene otro libro, Impreso en papel vegetal (2011), por La Propia Cartonera, una editorial cartonera montevideana, y "desde hace varios años anda feriando con los libros de Vox", evoca Wandzik. Fue justamente en una feria de libros en Paraná donde ella y Masuelli conocieron el año pasado a Daiana Henderson: inédita, y de pronto un estallido de cuatro poemarios, y su lectura como invitada al XX Festival de Poesía. "No me gusta la palabra revelación, pero Daiana es una revelación", afirma Wandzik. Y supone la cronista que todo aquel que la haya oído leer a Daiana con su voz hipnótica y suave estará de acuerdo. ¿Iván Rosado sale a la búsqueda de los autores? "Sí, y de un modo un poco caprichoso: publicamos lo que nos gusta. Como colección con seis títulos está bastante diversa", se enorgullece la editora de Brillo. "Nos parecía que estaba bueno abrirla de Rosario. Los cuatro primeros títulos son de autores rosarinos o bien que están afincados acá".

Virginia Negri (Nogoyá, 1980) es una artista y poeta cuya trayectoria singular atraviesa (blandiendo una lírica erótica instantánea para el siglo XXI) diversos lenguajes y territorios tan desterritorializados como el graffiti, los mensajes de texto o la danza del caño. Publicó este año por la colección Brillo su libro de poemas Desnudo total y escándalo, un trabajo con muchos puntos de contacto con su obra plástica, ya que construye poesía a partir de las nuevas tecnologías del (des)encuentro amoroso: los chats de Facebook, los tweets, hasta las listas de compras: todo lo que cae en manos de Negri sale hecho arte. La autonomía artística está dada en gran medida por el carácter socialmente indecible de los textos, lanzados a la cara de un "tú" que no es el otro más que en una ficción expandida.

Ese cruce entre tecnología, comunicación, amistades, amor, un coloquialismo joven, los discursos del capitalismo y un yo lírico que se abre en una calidoscopio de múltiples voces o que a través de todos esos pliegues resbala sin cesar en la inmediatez contradictoria de sus propias enunciaciones, se torna vertiginoso en la poesía de Julia Enríquez (Rosario, 1991). Enríquez es traductora, editora del fanzine de poesía Danke zine y autora de Nuevas pesadillas, por Brillo.

Autodefinido "poeta, psicólogo y jardinero", Agustín González (Rosario, 1983) llega al extremo de emplear grafos para construir sus enunciados poéticos en el sorprendente Poesía vs. poema, una sección del audaz libro del mismo título publicado por Brillo, que incluye minificciones, diario, notas al dorso de postales y hasta poemas. Invitada este año al Festival de Poesía de Rosario, Alejandra Benz (Esperanza, 1982) es psicóloga, ensayista y autora de Torta alemana, poemario de Brillo que apuesta a una lírica desenfadada: "tengo fe ciega hasta que molesta/ tengo un bic negro/ que me duró más que vos/ y más que mucha gente". Los libros se consiguen en Juguete rabioso, en Atypica (Pasaje Pan), y en el Club Editorial Río Paraná; el próximo título de la colección, que saldrá a fin de año, es de la artista plástica Claudia del Río. "Es un libro muy paisajístico, con una mirada del litoral", anticipa Wandzik. Más en www.ivanrosado.com.ar

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