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Jueves, 11 de octubre de 2012
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TEATRO. El Hombre Vertiente se estrena mañana en Rosario

Metáforas y ciencia ficción

La compañía Ojalá presentará en Newell's una obra compleja, donde el agua cobra protagonismo como eje, pero que abre además el juego en torno a la creación. El director Pichón Baldinu y el actor Leo Kreimer así lo anticiparon a Rosario/12.

Por Edgardo Pérez Castillo
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Leo Kreimer y Pichón Baldinu, durante el montaje en Newell's

Luego de su experiencia con La Organización Negra, de haber logrado masividad con De La Guarda (incluido el suceso que significó Villa Villa), Pichón Baldinu inició un nuevo camino en 2003, cuando junto a Gabriella Baldini le dio forma a la compañía Ojalá. Luego de realizar algunas producciones para Disney, el director fue convocado para participar de la Expo Zaragoza 2008, con un pedido concreto: presentar un espectáculo que tuviera al agua como temática central. Así nació El Hombre Vertiente, espectáculo que durante tres meses ofreció seis funciones diarias, para tres mil espectadores cada una. En 2011, la compañía amoldó esa propuesta al Centro Cultural Recoleta, donde sostuvo el éxito. Ahora, y en su primer incursión por fuera de Capital Federal, montaron su puesta en el Cubierto de Newell's donde mañana (a las 20, en función ya agotada, y a las 22) y el sábado (a las 21 y 23) brindarán cuatro funciones de esta propuesta altamente visual y metafórica.

En medio de los preparativos de montaje del imponente escenario, Pichón Baldinu y el actor Leo Kreimer recibieron a Rosario/12 para delinear algunas cualidades de un espectáculo que llevó a la compañía a explorar nuevos modos narrativos. Novedosos, al menos, en relación a anteriores búsquedas. "A diferencia de todo lo que había hecho antes con La Organización Negra o con De la Guarda, escribir la historia de El hombre vertiente tuvo que ver con la convocatoria a la Expo Zaragoza, y de allí la oportunidad de hablarle a un montón de gente, de crear tu versión de lo que puede servir para hacerle pensar a la gente sobre lo que pasa con el agua en el planeta --reconoció Baldinu--. Ahí vino el desafío de escribir una historia que tuviera un sentido que la gente pudiera interpretar y con el cual ligarse. Eso fue lo más vertiginoso, de alguna manera, porque nunca había trabajado haciendo espectáculos que tuvieran un sentido lineal".

Luego de su intensa temporada en España, la compañía se tomó algún tiempo para extender la propuesta, lo que lógicamente derivó en diversas modificaciones, según indicó el director: "En Zaragoza contaba una historia totalmente vinculada a qué estamos haciendo con el agua, cuál es la problemática. Para la versión teatral la idea fue meterse en la existencia de un artista universal, que está buscando ese lenguaje, la expresión de ese mensaje dentro de sí. Su propia persona es un universo infinito, que no para de provocar espacios, personajes, monstruos, que representan su persona, su creación, su sentido y sentimientos. Con todo ese mundo, contradictorio, a veces imaginario, fantástico, el tipo tiene que encontrar el rumbo hacia la creación. Es un poco hablar del ser humano en general, porque todos somos personas creativas, y dentro de esa existencia creativa siempre existe la búsqueda, el miedo, el temor. Donde quizás los mayores desafíos son tus propias debilidades y no el entorno".

Responsable de encarnar al Hombre Vertiente, Kreimer reconoció que la ampliación de la historia lo llevó a buscar nuevos matices para su personaje: "En Zaragoza el tema de la obra era la relación del hombre con el agua. Acá el agua es la metáfora de otra cosa. El personaje mutó totalmente. Sigue siendo Hombre Vertiente, pero al mismo tiempo me tuve que meter con la idea de un creador. Y, al mismo tiempo, en ese creador, representar lo universal que tiene este personaje. El protagonista en Zaragoza era el agua, la cosa era mucho más expansiva. Esta versión está narrando el derrotero de un artista, que es el derrotero de un hombre a través de caminos totalmente alucinantes y alucinados, que lo llevan a la creación".

- De esta manera se amplían también las posibles lecturas. Si bien el agua debe sostenerse como uno de los grandes ejes, el juego de metáforas parece más amplio.

- Pichón Baldinu: Sí, y ese juego de metáforas es el que de alguna manera me gusta dejarle al público para que interactúe. Si bien el relato tiene un sentido, las imágenes y la acción son las que te llevan a componer ese mundo, al que vos decodificás, porque no está totalmente esclarecido. Deja un espacio abierto para que hagas tu propio viaje en los 60 minutos que dura la obra. Y sobre todo tiene que ver con ofrecerle al espectador una puesta en escena y una propuesta de lenguaje, una propuesta teatral, que abre un nuevo espacio en relación a lo que venimos trabajando desde hace tiempo, que tiene que ver con un teatro físico, que mezcla muchas disciplinas, algunas de ellas muy desarrolladas por nosotros especialmente. Es un espectáculo que tiene un alto desarrollo tecnológico inventado por nosotros, que es adrenalínico y artísticamente riesgoso.

- Leo Kreimer: Como actor trabajar con Pichón te lleva a saber que te vas a exponer siempre a un riesgo distinto. El está siempre pensando en la creación de un lenguaje nuevo. Acá estamos hablando de una teatralidad nueva, que está más cercana de la ciencia ficción que del teatro convencional. Hay elementos de teatro convencional, pero es un personaje de ciencia ficción, con lo cual es un doble desafío, porque no estás en una película, sino en un espectáculo teatral. Pero estás haciendo en vivo cosas que quizás solamente puedas ver en el cine.

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