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Sábado, 16 de febrero de 2013
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Un balde de pintura negra sobre "La libertad", de Raúl Gómez

Un ultraje dirigido al cuerpo de una mujer

Por Leandro Arteaga
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La libertad, de Raúl Gómez, en la Bajada de los Maestros.

La mañana de ayer amaneció tristemente negra, de un velo sombrío, siniestro. Con una "pátina" de balde de pintura, bien oscura, sobre un cuerpo femenino, de arte alegre, de poesía libertaria -﷓La libertad es su título-﷓ que Raúl "Negro" Gómez realizara para la "Bajada de los Maestros", el paisaje urbano que es también pared del Club Universitario, ubicado en Av. del Huerto entre Sarmiento y San Martín. Son diez las obras que componen la bajada, todas realizadas por reconocidos artistas de la ciudad. La única que resultó víctima es la de Gómez.

No hay casualidad. Sino elección. Es la pintura de Gómez porque es el cuerpo femenino el que se ha ultrajado. En suma, una vejación. Hacia el arte, hacia todos, pero puntualmente hacia la mujer. Desnuda y bella, ahora bajo un manto fúnebre. Tal vez, quién sabe, el responsable sea alguien cercano a aquel Dr. Antonio, protagonista con sus tentaciones del espisodio que Federico Fellini realizara en Boccaccio '70. Tanto lo turbaba el cuerpo voluptuoso, de tetas gigantes, en el cartel publicitario de leche, con figura de Anita Ekberg, que Antonio terminaba por tener una fiebre de sueño erótico.

Pero el humor felliniano no esconde lo macabro. Y el artista de la ciudad, Dante Taparelli, se disculpa por su vehemencia. Pero ¿cómo evitarla? Lo que ha sucedido es violento. Taparelli lo deja claro: "No le echen la culpa a los pibes, quien ha hecho esto es una persona pensante, no un torpe", dice a Rosario/12.

"Acá tenemos una prueba clara de cómo los miserables se esconden detrás de los indefensos, porque cualquier persona que pasa ante la obra atribuye lo hecho al vandalismo, y esto no es un vandalismo de pobres, nadie se toma el trabajo de agarrar un litro de pintura y de vaciarlo desde la cara hasta los pies a una mujer desnuda. Qué poca solidaridad representa hacia la libertad, en un fondo de bandera, con una poesía maravillosa. Esto para mí es violencia de género, esto es femicidio de la protagonista de una gran obra de arte, no es una pelotudez", explica.

-Lo importante, si se puede señalar, es que provoca reflexión. Es obligación pensar lo sucedido.

-Sí, parece que es un momento interesante, donde se están debatiendo un montón de cosas, el aborto, el maltrato femenino, el femicidio, el matrimonio igualitario, el respeto por todos los seres humanos. Esta es la obra de uno de los grandes artistas que tiene Rosario, no es una fotocopia.

-Han atentado contra una pintura puntual, contra lo que significa.

-Contra los derechos humanos. Justamente, no tocaron ninguna de las otras pinturas, sino que fueron directamente al desnudo femenino.

-Y con pintura negra, sin color

-Oscurantismo, oscurantismo total. Bueno, me parece que es una linda oportunidad a pesar de la tragedia. El Negro dice que tuvo un accidente de moto, pero que el lunes se levanta y ya lo hace de nuevo. ¡Lo vamos a hacer ciento cincuenta veces! Me parece que es una buena oportunidad para poner en escena esta cosa de la violencia.

-Porque el arte, evidentemente, nunca es ingenuo, esto dice algo.

-Claro que sí. Los pibitos ahora se bañan con sus padres, lo que me parece buenísimo, que conozcan esa comunión entre el cuerpo adulto y el del niño. Pero seguimos con una moralina que arruina la vida. Me parece que como sociedad tenemos una oportunidad interesantísima, por todo lo que hay que hablar. No es solamente la obra de arte, sino también el respeto por el otro, por el cuerpo femenino, por la dadora de vida, no se trata de una foto porno. Lo primero que sale decir es que se trata de vandalismo, de "canallas y leprosos"... ¡Las pelotas! Esto fue algo específico, si ves cómo está puesta la pintura negra, te das cuenta de qué es lo que se quería cubrir. Nosotros tenemos una ciudad prostibularia. Tuvimos tres generaciones de rosarinos que comían chanchos alimentados con carne humana, donde a las minas que no servían más en Pichincha le daban un palo en la cabeza y se las daban de comer a los chanchos. Seguimos haciendo lo mismo. Una ciudad de "portaliga" de la decencia, donde esos cómplices genocidas se juntaban para decidir qué estaba bien y qué estaba mal. Esto es un resabio de aquéllo. Igual, ¿quién podrá resistir cuando el arte ataque?

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