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Domingo, 10 de marzo de 2013
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La Montgolfière Molina: una pequeña galería de arte ambulante

Pase, vea y no deje de sorprenderse

Está emplazada en la Feria de Artesanos de Oroño y Rivadavia, y la estructura en su interior aloja una exposición colectiva de obras de pequeño formato. "El objetivo es hacer del arte una experiencia simple y disfrutable para cualquiera".

Por Beatriz Vignoli
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La exposición está compuesta por pinturas, dibujos originales y piezas artístico-artesanales.

Hoy de 12 a 22 puede disfrutarse en la Feria de artesanos del bulevar (Oroño y Rivadavia), a pasos del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (MACRO), la Montgolfière Molina: una pequeña galería de arte ambulante y totalmente independiente que en su interior aloja una exposición colectiva de obras de pequeño formato por (en esta ocasión) Claudia Marting, Estela Dotto, Adriana Palma, Marcela Libonatti, Marisa Garat y Silvia Botta (y cuyo video promocional puede visitarse en http://www.youtube.com/watch?v=L_vjHCMnD1o).

"La exposición está compuesta por pinturas y dibujos originales, y también por piezas artístico﷓artesanales, (transferencias y monocopias sobre tela y metales) que hacen muy fácil y accesible la posibilidad de adquirir una obra", explica su creador, Jorge Molina. Estrenada en enero de este año, la Montgolfière Molina ya ha sido invitada a participar en la sexta edición del "Festival Artetango en Albi, Francia, del 26 de octubre al 3 de noviembre de 2013. "El objetivo es hacer del arte una experiencia simple y disfrutable para cualquiera, proponiendo compartir un espacio cercano, público e íntimo a la vez, y exponiendo una obra entendible, en sintonía con la sensibilidad del común de la gente", cuenta Molina acerca de esta estructura ligera, de 2,60 metros de diámetro y 3,10 metros de altura, construida con varillas de fibra de vidrio ensambladas al estilo de las carpas tipo iglú. Los espectadores la rodean ubicados en el exterior, cada uno frente a pequeñas ventanitas discretamente dispersas alrededor del globo a la altura de los ojos, y los artistas ocupan el interior.

"Esta estructura está cubierta por una tela muy liviana e impermeable", describe Molina. "El sistema de fijación depende del tipo de suelo. Sobre la tierra o el pasto se fija con tirantes y estacas; en caso contrario se fija con pesas, o pequeñas bolsas de arena que cumplen a la vez una función decorativa", detalla. Llamada Montgolfière por su semejanza deliberada con el globo aerostático de los hermanos franceses Joseph﷓Michel Montgolfier (1740﷓1810) y Jacques﷓Étienne Montgolfier (1745﷓1799), también cuenta con un canasto de mimbre que se llena de pesos para completar la imagen de globo aerostático y que sirve a la vez como punto de fijación variable. Es, según su autor, "resistente al viento, fácil de instalar y segura".

El pintor Jorge Molina (Rosario, 1962) es un apasionado, de los pocos que quedan. Mientras estudiaba en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario, iba con otros compañeros a dibujar a la morgue del Hospital Centenario (algo parecido a lo que hiciera en sus tiempos Leonardo da Vinci) para representar la figura humana viendo lo que hay bajo la piel. En 1990 se fue a vivir a Buenos Aires, donde investigó el arte del fileteado porteño. Pronto se convirtió en uno de sus cultores más innovadores, como puede verse en su blog (http://www.filetesobrelapiel.blogspot.com.ar/). Además de profesor del Taller de muralismo popular del Centro Cultural La Usina, de Barracas, Molina es un muralista que ha dejado su huella (tanto individual como participativa) en tres lugares de Francia y por toda la Argentina.

Militante del arte popular, comprometido incluso desde Buenos Aires con los avatares del arte en su ciudad, Molina tuvo hace poco el valor de articular un sentir del público rosarino que no encontraba cauces de salida. El 19 de diciembre del año pasado, indignado ante el primer premio del 66º Salón Nacional Rosario, se expresó en las redes sociales contra "todo un sistema de arte" que según él "premia lo polémico o el sin sentido porque hace rato que perdió el rumbo".

"El arte que estos artistas, curadores, ministerios, funcionarios y asociaciones empresarias o lo que sean promueven, premian, impulsan, y festejan no pertenece a mi universo, a mi interés, a mi vida, porque legitiman e institucionalizan un arte elitista y refractario, un arte que expresa el desinterés por la comunicación y por el otro, que sólo se mira a sí mismo y se pierde la vida que late afuera de su ombligo pretencioso y seudo﷓célebre, se pierde la vida y el 'otro arte' que hay en la calle, con la gente, son representantes de un arte que no le interesa ser compartido, ser visto, ni querido, ni apropiado por los que 'no pertenecen', porque promueven la confusión y el 'todo vale', porque no son más que la expresión de un neoliberalismo obtuso y funcional, porque atrasan, retardan, oscurecen y rompen los lazos que alguna vez hicieron que la gente tenga ganas de entrar a un museo a ver alguna cosa que les haga vibrar y disfrutar", declaró. "Este arte antisocial sonríe cuando la gente dice 'yo no entiendo nada de arte', cuando la gente pide disculpas por opinar, cuando la gente se siente expulsada y señalada como ignorantes. Frente a este tipo de 'primeros premios' y todo lo que ellos expresan y simbolizan, yo, elijo el aire fresco y puro de sentirme afuera, elijo ser ignorante y elijo 'no entender' y, como tantos, pedir disculpas por opinar, elijo renegar de esta enorme y gigantesca pantalla que no muestra nada y que pretende hacernos creer que cualquier 'ocurrencia' o 'propuesta innovadora' o 'mera estupidez' merecen una categoría de algo. Yo no pertenezco a ese mundo. Yo no soy un artista, y para no distraerme más con estas giladas y para aprovechar mi tiempo voy a seguir pintando".

Y Molina no sólo siguió pintando. No se quedó en la queja sino que, a semejanza de aquellos artistas modernos de antes que creaban sus propios espacios independientes, a menos de un mes de esa firme toma de posición materializó su alternativa: los días 13 y 14 de enero, al aire libre, en la Feria de Artesanos del Parque Centenario, realizó el ensayo general y la inauguración de su Montgolfiére, que fue un éxito.

"Cuando cae el sol, se ilumina y resplandece", relata el pintor en http://www.jorgemolina.com.ar/montgolfiere.htm, donde agradece "a todos los que colaboraron y se alegraron conmigo de poner esta idea en marcha y hacerle remontar a la montgolfiera un vuelo propiciador de sonrisas y sorpresas; un vuelo que por suerte, recién comienza".

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