La memoria del muerto
Argentina,
Dirección: ValentÃn Javier Diment.
Guión: MartÃn Bousson, ValentÃn Javier Diment, Germán Val, Nicolás Loreti.
FotografÃa: Claudio Benza.
Montaje: MartÃn Blousson, Gustavo Gorzalczany.
Música: Pablo Borghi.
Reparto: Lola Berthet, Luis Ziembrowski, Rafael Ferro, Jimena Anganuzzi, Lorena Vega, MatÃas Marmorato, Gabriel Goity.
Salas: Showcase.
8 (ocho) puntos
Diment sabe lo que hace porque lo disfruta. Esto es asÃ: cuando se va al cine y se sale satisfecho, es porque el deseo ha sido --por el momento- colmado. Con el cine de terror sucede esto y de una manera más clara. Porque para ver cine de terror hay que quererlo. Querer dejarse llevar hacia el interior de lápidas, disfrutar con algún miembro revoleado, degustar maldiciones, invocar las sombras, esperar gustoso la noche, preferir las brumas, adorar los borbotones de sangre, tener simpatÃa por los monstruos, amar el cine B.
Al ver La memoria del muerto aparece la sintonÃa. Entre (este) espectador y la pelÃcula, asà como entre ella y su realizador. Porque tales encuadres, tales diálogos, tales situaciones, tales imaginerÃas, sólo podÃan suceder desde el disfrute. Que ha reconocido el propio Diment desde la palabra: Argento, Fulci, Raimi, Carpenter; pero que, en verdad, valida la pelÃcula por sà misma, en tanto manera privilegiada desde la que todo cineasta, en última instancia, piensa el cine.
Ahora bien, tal regurgitación requiere de una reelaboración suficiente, que logre ser verosÃmil, no en tanto pelÃcula con ecos de ultratumba italiana o española, sino --aquà el riesgo- argentina. Y lo cierto es que, cada vez más, el género de terror construye un espacio propio, que ha abierto el juego para una proliferación mayor. Con una marca distintiva que encuentra en el film de Diment una búsqueda formal que es en absoluto gratuita.
En este sentido, habrá que pensar muy finamente cuáles pelÃculas más podrÃan decir de una manera tan bestial como sorprendente sobre el recuerdo tortuoso que acompaña a Pamela RementerÃa, vÃctima de un padre abusador. Su escenificación da cuenta de lo terrible, lo magistral, que el cine de género puede ser. Y que vuelve innecesario el parlamento siguiente de la actriz, quien explica lo sucedido para, dado el caso, dar pie a otra resolución.
Lo dicho, apenas, como una de las varias piezas del juego mayor, contenido por la casona de noche, con la memoria de un muerto (Gabriel Goity) a quien se busca recordar, evocar, llorar, resucitar. Pero, como siempre, engaños de por medio y enfrentamientos cruciales, personales, violentos, de todos contra todos porque, de lo que se trata, es de enfrentar cada uno sus propios fantasmas.
Cuando todo se resuelva, podrá ocurrir la previsible vuelta de tuerca. Pero, se sabe, lo difÃcil es saber cómo utilizar los lugares comunes. Y lo que hacen Diment y guionistas (entre quienes destaca Nicanor Loreti, responsable de Diablo) es sorprender para retrucar y señalar que un abordaje inteligente no depende de cine "serio" alguno o que, en todo caso, el género es una de las maneras más serias de entender el cine.
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