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Martes, 30 de abril de 2013
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PLASTICA. Esta tarde se presentra en Darkhauys el Anuario 2012

Contar el arte como una novela

Bajo la edición de Lila Siegrist, Pablo Montini y Georgina Ricci, la publicación reúne a 70 autores para reflejar la actividad del año que pasó. Su extensa recorrida abarca diversos géneros literarios, periodísticos y visuales. Nada quedó sin relevar.

Por Beatriz Vignoli
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Una instancia de la intervención de vidrieras realizadas en la Octava Semana del Arte.

Hoy, a partir de las 19.30, se presenta en Darkhaus (Corrientes 267) el Anuario 2012, editado por Lila Siegrist, Pablo Montini y Georgina Ricci. En el mismo evento se inaugura la intervención pictórica de la fachada de Darkhaus por Sael (seudónimo de José Alfonso). Sael vive en Buenos Aires, desde donde catapultó una carrera internacional como artista, ilustrador y diseñador. Con pintura aportada por una empresa local, trabajó in situ desde el sábado en su mural, titulado Way to Eternity ("Rumbo a la eternidad"), donde abstrae motivos geométricos de la imaginería astronómica y tecnológica de la ciencia ficción. Esta acción inicia las actividades artísticas de la galería en 2013 y pinta su frente para todo el año.

El Anuario va por su tercer año consecutivo y sigue sorprendiendo. Para dejar constancia de las acciones artísticas de Rosario en 2012, reunió un staff de 70 personas sumando editores y colaboradores, entre los que se incluyen lujos como el poeta Arturo Carrera. Estos "registros" abarcan así diversos géneros literarios, periodísticos y visuales: desde el ensayo fotográfico a la historieta, desde la reseña crítica o bibliográfica al poema, el cuento o el manifiesto. Su lectura deja con la impresión de que nada quedó sin relevar de lo que se hizo en arte en Rosario de enero a diciembre. El Anuario es un festín para la sensibilidad y un tesoro para la memoria. Piensa el presente con perspectiva histórica.

La tapa, azul oscuro, amplía la paleta iniciada en 2010 con un verde manzana primaveral y enriquecida con el magenta y el oro veraniegos de 2011. El epígrafe es una cápsula del tiempo en sí mismo, el rescate histórico de un editorial que juega como objet trouvé. Tal portada parece advertir a los iniciados: registrar el arte es un arte. El "ahora" de los vanguardistas de 1928 se reactualiza cuando los editores del Anuario reeditan las declaraciones de aquel Quincenario Arte﷓crítica Ahora, que prometía ese año, desde su primer número, ser "una antena en Rosario" y ser además "siempre un comienzo".

No otra cosa es la tradición moderna: apropiarse, reavivar la llama. "La noche fue un gran baile en donde estaban todos", escribe Alejandra Benz en el trimestre veraniego para contar una fiesta de carnaval en Pasaje Arenales 296, sede de Triple X, el colectivo de Juan Manuel Brandazza, Virginia Negri y otros artistas que buscan "pensar el límite" en una integración con el barrio Refinería. Allí y por esos días abrió sus puertas otro de los espacios reseñados por Benz: el Club Editorial Río Paraná, de Ana Wandzik y Maxi Masuelli, en Vélez Sarsfield 395. La poeta y editora Julia Enríquez los vincula como por azar con la tradición moderna iniciada desde la imprenta de los Gandolfo y con la Biblioteca Rodante de Publicaciones Independientes.

"En otra apuesta a lo íntimo, en abril se lanzó Artur, organizado por Lucía Alemandi y Mariana De Matteis, un proyecto de turismo cultural con el objetivo de promover el arte contemporáneo producido en Rosario. Se trata de recorridos por talleres de artistas", narra Enríquez. Como una buena novela, el 2012 se cerró abriendo otro lugar de espíritu libre: Viamonte Arte y Afines, que gestionan Yuyo Gardiol y Lisandro Arévalo en Viamonte 671.

También como en una buena novela, las mismas voces narran y son narradas. La voz de una extranjera que golpea la puerta en el genial artículo del poeta y psicoanalista Agustín González es la de Pauline Fondevila, coordinadora de Oficina 26, pionera de una serie de "naufragios" premeditados y autora de su propio relato de cómo homenajeó el centenario de la Alianza Francesa. Juan Manuel Alonso reseña Los hermanos Schiavoni, canto de cisne curatorial de Iván Hernández Larguía, de quien se despide en otra página su alumna, docente adjunta y co curadora, Sabina Florio. En otras páginas más, Pablo Makovsky y Luis Vignoli unen filosofía y fotografía para mostrar otro muestrón: Corpus, de Daniel García, en el ECU (ex Banco Nación).

"¿Y si el patio de mis vecinos es un cuadro de Schiavoni?", se preguntaba Alonso. Si la de Laura y Augusto fue una novela familiar hecha arte, el dramaturgo y cuentista Sebastián Villar Rojas (hermano de Adrián, el invitado argentino a la Bienal de Venecia en 2011) afila el lápiz de la sátira gráfica en colaboración con Leticia Santa Cruz, regalando cómicos guiños como un villano llamado Colchoneta Kuitca y un "grupo de autoayuda para artistas hermanos de artistas famosos". La historieta funciona como balance y reseña. En un cuadrito se reproduce la obra de Yuyo Gardiol en el CEC, No puedo salir de casa; en otro, un clon alienígena de Michel Houellebecq visita la Alianza Francesa.

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