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Domingo, 2 de junio de 2013
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El Grupo Chatarra de Osamentas Teatro estrena "El Pudridero"

Entre Artaud y Marco de la Parra

Con el trasfondo de la guerra como marco, "El pudridero" indaga sobre la voluntad, el valor de la fe, la razón, la individualidad y se pregunta por la capacidad del pensamiento ante lo impensable: La muerte. El trabajo es dirigido por María Cecilia Borri.

Por Julio Cejas
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La obra podrá verse desde el viernes en la Sala Cultural de Abajo (San Lorenzo y Entre Ríos).

"Un pabellón de suicidas, una ventana mal entornada, un intento de libertad y un juego a muerte: Evadirse". Son algunas de las pistas que proponen los integrantes del Grupo Chatarra de Osamentas Teatro, en "El Pudridero". Obra que se estrena el próximo viernes a las 21 en la Sala Cultural de Abajo (San Lorenzo esquina Entre Ríos). "Ilya Miljevic, Agostina Prato y Juan Cantano fueron desde el comienzo quienes pusieron el cuerpo sobre el escenario para darle forma a un poema de Antonin Artaud que fue el disparador y el origen del grupo y de esta obra que pretende ser una mirada sin prejuicios sobre el suicidio", dijo a Rosario/12, la directora María Cecilia Borri.

Reconocida por su notable actuación en la versión de Felipe Haidar de "La tercera parte del mar" de Tantanián, Borri se refiere al poema "La búsqueda de la fecalidad" de Artaud, al que califica como lúcido, escatológico e ineludible.

Ese texto se cruzará con "La Casa de Dios", escrito por el prolífico psiquiatra y dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra, conformando la estructura de "El pudridero", trabajo que según su directora aborda temas tan polémicos como la guerra y el suicidio.

"El cruce de nuestro trabajo previo con el texto de Parra acabó dando estructura a nuestra adaptación, en la que se plantean la guerra crónica establecida como una peste en la ciudad, el suicidio, la aprehensión del fenómeno religioso desde lo carnal: Todos temas que rondan a ambos autores y es en los que esta propuesta está anclada", agrega Borri.

A la hora de resaltar algunos aspectos que enriquecieron el proceso de experimentación, la directora destaca la inclusión de la percusionista Simonel Piancatelli, invitada a sumarse al equipo. "Fue un momento clave del proceso de creación, la decisión de incorporar a Piancatelli, a sumarse con sus instrumentos en vivo, lo que no sólo aportó ritmo y ambientación, sus sonidos acabaron por convertirse en un protagonista más de la historia que la obra encarna", explicó la creadora.

Varios artistas más se fueron sumando al proyecto: Pablo Spángaro, artista plástico que diseñó y construyó la escenografía a partir de maderas de desecho, Celeste Bardach, operadora técnica, el fotógrafo Ignacio Giovannetti y la vestuarista Pilar Ramos.

-¿Cuáles son los interrogantes que propone este cruce entre poéticas tan perturbadoras?

-Quizás podríamos decir que la obra está encerrada en una pregunta: Cuando la libertad consiste en decidir el momento y el modo de partir, cuando la vida se reduce a morir dignamente, ¿dónde quedan la voluntad, la fe, la cordura? -señala Borri, enriqueciendo la intriga que genera una producción que inquieta desde el título mismo de la obra.

Con el trasfondo de la guerra como marco, "El pudridero" indaga, según sus responsables, sobre la voluntad, el valor de la fe, la razón, la individualidad y se pregunta por la capacidad del pensamiento ante lo impensable: La muerte.

Ilya Miljevic, Agostina Prato y Juan Cantano serán los responsables de construir en escena, personajes tan perturbadores como El Loco de las Muñecas Cortadas, La Mujer Joven Perdida para Siempre y El Dueño de Todos los Excesos; protagonistas de "La Casa de Dios", escrita por el chileno Marco Antonio de la Parra.

"A callar, ratas de ciudad, métanse en sus alcantarillas, el sitio huele mal, un pudridero. Nos vendría muy bien que nos sacaran al sol", dice El dueño de todos los excesos en la obra ganadora de la 13ª. Muestra Nacional de Dramaturgia, premio obtenido por el talentoso autor chileno.

"Una trinidad de insensatos: Jesús, o el loco de las venas cortadas, Eva, la mujer joven perdida para siempre, Adán, el dueño de todos los excesos; seres atascados en medio de una guerra crónica, encerrados en el mismo pabellón de suicidas", de esta forma se plasma en la puesta de Borri, una de las tantas lecturas de "La Casa de Dios".

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