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Martes, 18 de junio de 2013
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LITERATURA. Sangre, coral y una mejilla de sal de Lauro Campos

Una novela con la magia del teatro

Luego de la publicación de Pobre mundito perturbado (no sólo cuentos) e Impostores de Nueva York, el dramaturgo, actor y director le dio forma a una novela histórica que combina ficción y realidad. Esta tarde la presentará en Librería Ross.

Por Beatriz Vignoli
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Lauro Campos es actor y director. Como dramaturgo le dio forma a un centenar de obras

"El músico y el escritor pueden esperar: dejan su obra y quedan en ella", escribe el actor, director y dramaturgo rosarino Lauro Campos en su primera novela. "El triunfo del actor, en cambio, su realización, debe ser inmediata, constante, hoy mismo". La urgencia ante el paso del tiempo, la conciencia aguda de la finitud (simbolizada en la rosa y en una mujer de ese nombre), el retorno del pasado hecho presente y la ciudad andaluza de Granada donde nació y murió el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca son temas recurrentes en esta novela. Titulada Sangre, coral y una mejilla de sal, fue publicada este año en Buenos Aires por Ediciones Deldragón en su colección Novela y se presenta esta tarde, a las 19.30, en la Librería Ross (Córdoba 1347).

Actores, mujeres o rosas, todos los cuerpos corren contra el tiempo: tal es la obsesión que recorre las páginas. "¿A usted le parece bien que un hombre se vaya y deje quince años plantada a una mujer que es la flor de la manteca?", pregunta el personaje del Ama en la obra teatral Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca. "... ella no se da cuenta de cómo pasa el tiempo". En su novela (a la que define en el prólogo como "mi verdad bien mentida"), Campos entreteje con citas de esta obra de Lorca una serie de fantasías alrededor del personaje central, el de Doña Rosita. El argumento de la obra teatral (una mujer que languidece a la espera del novio ausente) encuentra ya desde el primer capítulo, al igual que en la pieza de Lorca, su correlato objetivo en la rosa mudable: esa flor que va cambiando de color a lo largo del día, y que Lorca emplea como una alegoría de las edades de la mujer a lo largo de la vida. Como novelista, Campos camina sobre los pasos del maestro andaluz y va construyendo un universo narrativo alrededor de estos emblemas: Rosita y la rosa. En la obra del granadino, la rosa comienza el día con el color intenso de la sangre.

"Abierta estaba la rosa/ con la luz de la mañana;/ tan roja de sangre tierna/ que el rocío se alejaba". Cuando aún hay esperanzas, el Tío le entrega a Rosita la única rosa mudable de su invernadero. "Todavía estaba roja,/ abierta en el mediodía, es roja como el coral", recita, y Rosita le responde: "Blanca como la paloma/ como la risa del mar;/ blanca como el blanco frío/ de una mejilla de sal".

Para Campos, la tragedia de la soltera que muere esperando encuentra un eco cargado de ironía dramática en otra: el fusilamiento del poeta republicano por las tropas franquistas, de mañana y en plena juventud, en su Granada natal. La rosa tronchada y la rosa marchita son dos motivos que se van repitiendo en el libro. Tras el fantasma de Lorca (que en el segundo capítulo se le aparece a la actriz catalana Margarita Xirgu) parte Campos en el viaje a Andalucía que narra en el prólogo. Quien busca fantasmas los encuentra. Buscando el último refugio de Lorca (que según los relatos históricos fue en la casa de un amigo del poeta, no casualmente llamado Rosales), Campos llega a un café llamado "El rincón de Lorca" y pregunta de dónde se lo llevaron. "Pue de aquí ha sío" (Pues de aquí ha sido), contesta, ominoso, el dueño del establecimiento. Y la magia, por vía de la coincidencia, se pone en marcha. Sangre, coral y una mejilla de sal traslada al género novelesco el ritmo, la cadencia, el encanto y el hechizo del teatro.

Además de un homenaje a Lorca, la novela de Campos rinde tributo a todo lo que Lorca representa: la Segunda República Española (1931 a 1939) y los expatriados republicanos que llegaron a la Argentina trayendo su narrativa, su teatro, su música, su gastronomía, su amor por la libertad y su acento. Campos viene del teatro y por eso su modo de entrar a la narrativa es a través de la voz hablada, la voz que se escucha y que el cuerpo del actor emite en cada representación.

Como en un ensayo, las escenas de la novela se repiten, con variaciones, una y otra vez, y las mismas frases vuelven con sentidos diferentes. Pero además, al acento de los personajes (sobre todo el de los personajes secundarios) Campos intenta reflejarlo en una grafía alterada, un recurso literario del realismo de siglos pasados que presupone una lectura teatral, en voz alta; recurso que sigue siendo una pesadilla para los traductores y un juego para los lectores.

Actor, director, autor y docente teatral cuyo verdadero nombre es Luciano José Ramón Corvalán, Lauro Campos (Rosario, 1943) ha realizado adaptaciones de piezas como La casa de Bernarda Alba y Bodas de sangre de Federico García Lorca. Obtuvo, entre otras distinciones, una mención de honor, como autor, por su pieza Despertar en Granada (Pasión Lorquiana) en el Concurso Tramoya 2000 Xalapa Veracruz, México, con un jurado integrado por Ricard Salvat (España), Senel Paz (Cuba) y Luisa Josefina Hernández (México). Es fundador del Grupo Teatral Evoternos, creado en 1968 como Gente Rosarina de Teatro, y que luego fue el Elenco Teatral Estable del Centre Catalá de Rosario. Con más de un centenar de obras teatrales escritas, entre sus libros se cuentan trabajos como Pobre mundito perturbado e Impostores de Nueva York.

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