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Lunes, 12 de junio de 2006
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UNA REMAKE QUE HACE EXTRAÑAR AL ORIGINAL

Demonios eran los de antes

Por Leandro Arteaga
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El pibe, un auténtico demonio. Interpretación nada convincente.

LA PROFECIA (The Omen) EEUU, 2006 3 puntos

Dirección: John Moore.

Guión: David Seltzer.

Música: Marco Beltrami.

Fotografía: Jonathan Sela.

Montaje: Dan Zimmerman.

Intérpretes:Liev Schreiber, Julia Stiles, Pete Postlethwaite, Mia Farrow, Seamus Davey-Fitzpatrick, David Thewlis.

Duración: 110 minutos.

Salas: Monumental, Del Siglo, Village, Showcase.

El mismo inicio de La profecía puede entenderse como una mirada irónica y divertida o, también, como una apuesta verosímil seria. Lamentablemente, la primera opción queda inmediatamente descartada, y es así que las peripecias que el Vaticano lleva a cabo, desde la información estelar del observatorio, pretenden volverse información de temer. El mismo audiovisual que la Santa Sede nos propone, lleno de guerras, miseria, tsunamis y torres gemelas, atribula a un Papa cansado, que no tolera tanta maldad concentrada. La inminente guerra entre los soldados de Dios y de Lucifer tendrá lugar.

Pero, decíamos, no es la ironía el fin que persigue la remake de La profecía. Y si bien, se dice, hay que evitar comparaciones, ¿cómo no hacerlas cuando el film de 1976, realizado por Richard Donner, supo atrapar al público espectador mientras nos entregaba, entre otras cosas, la interpretación memorable de Gregory Peck? En la nueva profecía se reiteran encuadres y planteos de escena, y allí donde la cámara se permite contar diferente, lo hace desde el efectismo y desde la previsibilidad. Tampoco hay un suspense que mueva los hilos de la acción. Sobre la poco convincente caracterización que de Damien el film propone.

Seguramente esta película mediocre sea un éxito comercial que se analoga, temáticamente, a otros como El Código Da Vinci. Pareciera que la necesidad de creer y discutir tonterías, desde films vacíos de contenido, moviliza a los tiempos actuales. El miedo, convengamos, ocurre allí donde no sabemos, en ese lugar que la cámara no puede mostrar. El miedo es, en resumidas cuentas, el fuera de campo cinematográfico. Sólo los buenos realizadores saben utilizar este recurso y tenernos, así, molestos y pendientes del argumento. La remake de La profecía es una sucesión de escenas retóricas, de montajes aburridos -que sólo trabajan el susto desde la sorpresa-, y de referencias absurdas: tal como la que supone el papel de Mia Farrow (otrora querible madre Rosemarie, en el film de Polanski) como niñera del pequeño demonio.

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