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Domingo, 28 de julio de 2013
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"Agentes del desquicio", la obra rosarina sobre los acontecimientos de Ezeiza.

Para un peronista no hay nada mejor...

El dramaturgo Juan Pablo Giordano y el director Pablo Fossa recrean de manera particular los acontecimientos de la "Masacre de Ezeiza", en junio de 1973 cuando empiezan los tiroteos entre la derecha y la izquierda peronista en pleno regreso de Per贸n.

Por Julio Cejas
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La puesta tiene mucho de la est茅tica de Tarantino, con niveles muy altos de tensi贸n dram谩tica.

Hay fen贸menos sociales que tienen una teatralidad propia. En nuestro pa铆s, el peronismo fue y sigue siendo uno de los movimientos masivos que dividi贸 aguas en el terreno de la pol铆tica y marc贸 un estilo que resquebraj贸 la forma tradicional de concebir la tan mentada "identidad nacional". Todav铆a se sigue explorando en algunas investigaciones sociol贸gicas o en la abundante bibliograf铆a de historiadores que intentan profundizar en sus enigmas, acontecimientos tr谩gicos como la "masacre de Ezeiza", que marc贸 un antes y un despu茅s en el desarrollo de la historia nacional y que signific贸 un campo de experimentaci贸n para la barbarie desatada por la dictadura militar que derroc贸 en marzo del 76 al gobierno de Isabel Per贸n.

Juan Pablo Giordano es uno de los dramaturgos j贸venes que junto con el director Pablo Fossa estrenaron en el 2008 la Saga teatral "Argentina Arde", donde los acontecimientos dram谩ticos ten铆an como fondo el fuego desatado en otra masacre: El bombardeo a Plaza de Mayo, en el intento golpista por derrocar a Per贸n en el a帽o 1955.

En "Agentes del desquicio", estrenada este a帽o, Fossa y Giordano se montan sobre un episodio "real" abonado por muchas leyendas que circularon con respecto a la ca贸tica situaci贸n que se gener贸 aquel 20 de junio de 1973, en medio de los tiroteos cruzados entre gente de las organizaciones sindicales y la derecha peronista que intentaron "proteger" a Per贸n de un supuesto atentado organizado por la Juventud Peronista y la guerrilla.

La acci贸n se traslada a una de las habitaciones del hotel Internacional de Ezeiza, donde tres siniestros personajes armados hasta los dientes intentan dirimir acerca de una cuesti贸n que va m谩s all谩 de los episodios que se desatan afuera.

Almada, un polic铆a retirado que pareciera inspirado por la pluma de Leopoldo Lugones, anatemiza po茅ticamente a los zurdos y preanuncia: "Si siguen jodiendo, no los vamos a dejar entrar m谩s en la plaza", prefigurando el momento hist贸rico en el que Per贸n expulsa a los Montoneros de Plaza de Mayo, en mayo de 1974.

En el otro v茅rtice, Almir贸n, un militar separado del ej茅rcito, cuya 煤nica preocupaci贸n es el negocio con unas armas que est谩 a punto de concretarse y Aguirre, chofer de un sindicato que por momentos comienza a ser sospechado de c贸mplice con "el enemigo".

En otra habitaci贸n, secuestrada, herida y a merced de sus captores, Guti茅rrez har谩 su aparici贸n para vomitar algunos insultos contra los que la consideran una "zurdita", o una estudiante burguesa que no comprende al pueblo.

En medio de las discusiones y los enfrentamientos entre las distintas caras de un mismo movimiento, el ancestral grito de "隆Viva Per贸n, carajo!", resuena en las paredes de esa habitaci贸n y la escena pareciera evocar el film "No habr谩 m谩s penas ni olvido", dirigido por H茅ctor Olivera, basado en el libro de Osvaldo Soriano.

Aparece en un momento la referencia a Leonardo Favio, protagonista de aquellos acontecimientos hist贸ricos y cuya presencia en el hotel tiene el objetivo de liberar a los j贸venes secuestrados y torturados, otro gui帽o a un dato que seg煤n dicen, aport贸 en aquellos tiempos, el mismo Favio.

Un juego donde lo siniestro y lo absurdo se dosifican a partir de un manejo histri贸nico de las acciones que transforman la historia en un entretenimiento ingenioso, apoyado por las potentes actuaciones de Jorge Ferrucci, Gustavo Di Pinto y Ariel Hamoui.

Cecilia Lacorte llega a registros de intenso dramatismo, tensando demasiado la cuerda de una actuaci贸n que llega por momentos a estereotipar su personaje, emparent谩ndolo peligrosamente con ciertos rasgos de sus captores.

Giordano y Fossa alcanzan con este, uno de sus m谩s logrados trabajos de dramaturgia, abrevando en una fuente bastante compleja y que supone un compromiso con una mirada que intenta desacralizar ciertos aspectos solemnes de algunas pr谩cticas pol铆ticas que se resisten a ser desterradas.

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