Cuando el curador Leandro Comba le propuso a Diego Obligado, para su galerÃa de arte, una muestra conjunta de Silvia Lenardón y Mariana De Matteis, la propuesta sonaba rara: ¿qué tenÃan en común las obras de esas dos artistas? Sin embargo, mezcladas en hermosas y audaces instalaciones de pared, las obras de ambas se confunden. Con casi un año y medio en funcionamiento, Diego Obligado galerÃa de arte (Boulevard Oroño 29) ya es una garantÃa de calidad estética. Y desde el 30 de agosto hasta el 16 de noviembre va aún por más, con este diálogo entre dos poéticas que, con sus diferencias, tienen mucho en común.
Silvia Lenardón (Rosario, 1975) es hija de la escritora Gloria Lenardón y hermana de la fotógrafa y psicoanalista Cecilia Lenardón. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Nacional de Rosario, se dedica a la pintura, al dibujo, a la construcción de objetos, al teatro de objetos con la compañÃa El Pingüinazo (que formó con Guillermo MartÃnez y con la que anduvieron por el mundo mucho antes que el pingüino tuviera alguna connotación polÃtica) y a la docencia en la UNR y el Centro Audiovisual Rosario. Fue la última y más joven discÃpula de un Juan Grela que ya habÃa adoptado la geometrÃa a su modo tan personal y en sus últimos años se le animaba al surrealismo; huellas de esos dos perÃodos del maestro se leen en su propia obra, que los rosarinos pudieron ver en el Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el rÃo) y el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Oroño y el rÃo)
Lenardón lleva años elaborando un universo de imágenes hechas con lo mÃnimo. En http://silvialenardon.wordpress.com pueden verse algunos de sus dibujos y en http://www.perfoping.blogspot.com.ar hay registros de su obra en colaboración con Guillermo MartÃnez en teatro de objetos. Su sÃntesis es extrema. A semejanza del Grela tardÃo, no parte de la naturaleza para llegar a la forma sino a la inversa: parte de la geometrÃa para llegar a evocar la naturaleza con datos Ãnfimos.
La poética de los dibujos y objetos de Lenardón remite al dibujo infantil, sin que haya nada despectivo en esta apreciación, dicha tras los pasos de la descripción que hace Ernest Gombrich en su Story of Art del cubismo sintético de Picasso. Para Gombrich, si Picasso pinta como un niño es porque pinta la mesa que sabe, no la mesa que ve. El concepto de "mesa" rige esta economÃa.
Silvia Lenardón con dos pétalos dibuja un pájaro. Se apropia asà de toda una tradición modernista para hacer poesÃa visual. Y si de la sÃntesis a la condensación poética hay un paso, el siguiente paso es narrar con imágenes, construir novelitas gráficas; el siguiente, llevar esos acontecimientos a la escena, o al video animación. Sus formas, como ella suele decir, son "personajes". Se desprenden de la composición y navegan sin fondo por el espacio.
Mariana De Matteis nació en 1984 en Villaguay (provincia de Entre RÃos) y vive en Rosario. Es Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Nacional de Rosario, donde enseña. Además trabaja en el área de Educación del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario y co dirige con otra artista, LucÃa Alemandi, el proyecto Artur (www.arturrosario.com.ar) de recorridos por talleres de artistas rosarinos. Expuso en Argentina y en Uruguay. Realizó varias clÃnicas de obra y workshops (con Pablo Siquier y Silvia Gurfein, entre otros) donde fue afinando su técnica del dibujo invisible. O casi.
Sus pinturas para esta muestra combinan campos de color claramente visibles con planos "vacÃos" que sólo son tales a primera vista. De pronto, la mirada oblicua o un cambio de luz revelan súbitamente una arquitectura compleja de trazos, abstractos pero evocadores de un ramaje en un bosque. Los trazos son realizados a pincel en acrÃlico iridiscente o en barniz, técnica que vuelve imposible ver todo el dibujo de un solo golpe de vista. Hay que ir descubriéndolo. Entonces el tiempo y la memoria, en la recepción de esta obra, se vuelven un factor clave.
El dibujo, también en De Matteis, atraviesa todos los formatos artÃsticos que explora. A la inversa de Lenardón, De Matteis partió de la naturaleza; al principio, con una fidelidad fotográfica, a través del calcado de fotos, y desde allà llegó a la forma geométrica pura por uno de esos azares iluminadores que están detrás de los grandes descubrimientos. Lo autobiográfico está presente, al igual que en Lenardón, pero de un modo reconocible y literal: en estudios que vinculan el hábitat y los habitantes. Su punto de partida fueron "registros fotográficos de los diferentes lugares en los que vivà por determinado tiempo, incluidos los campings".
Un dÃa de 2008, descubrió que era más interesante el trazo del lápiz en el papel carbónico mismo: "Una vez levanté el carbónico y vi que me interesaba más lo que pasaba aquÃ". Asà surgió Rectángulos azules (2008), obra sobre la que la artista escribe: "A simple vista, sólo se percibe un conjunto de rectángulos azules. Las imágenes se vuelven fantasmales; de acuerdo a la incidencia de la luz y al desplazamiento del espectador, el dibujo va dejándose ver". Le interesa "la inestabilidad de estas representaciones, en las que todo puede aparecer o desaparecer con sólo movernos un centÃmetro".
"Es cartel francés", indica De Matteis el viernes a la tarde, experimentada guÃa de su propia obra y la de su colega, señalando los dos nombres y los dos apellidos puestos en espejo. En efecto, el diseño gráfico de la papelerÃa y las paredes de sala por Cristian Faulkner acompaña el concepto del montaje, donde el todo es más que la suma de las partes. Los espacios abiertos pintados por De Matteis son acechados, sobrevolados, contaminados, invadidos, espiados por los "personajes" de Lenardón, sus pequeños objetos en madera esmaltada de cuidada terminación, cuyos colores puros irradian energÃa y felicidad.
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