En el año 2001, León Ferrari, junto al Club de ImpÃos, Herejes, Apóstatas, Blasfemos, Ateos, Paganos, Agnósticos e Infieles fundado por él, solicitó al Papa que gestionara el desalojo y la demolición del infierno. En 2004, su retrospectiva en el Centro Cultural Recoleta suscitó expresiones de censura del entonces monseñor Bergoglio, hoy Papa Francisco. En 2005, Ferrari donó al Museo de la Memoria de Rosario varias láminas de su serie de obra gráfica titulada Nunca más, inspirada en el informe homónimo de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de las Personas (Conadep), donde se reúnen testimonios y evidencias de los crÃmenes contra los derechos humanos cometidos por la última dictadura. Esas imágenes habÃan acompañado la reedición en 1996, junto al diario Página/12, del informe editado en 1984 por Eudeba. En 2007, a los 87 años, León ganó un León de oro en la Bienal de Venecia. En 2009, en el Museo Castagnino, dijo que los artistas del Renacimiento se hicieron cómplices de la propaganda ideológica de la Iglesia para aterrorizar a los fieles con imágenes del infierno. Cuando falleció el 25 de julio pasado (tal vez indignado aún porque su público se escandalizaba de que expusiera aves vivas y no de lo que habÃan padecido las vÃctimas del terrorismo de Estado), Ferrari era considerado uno de los artistas más importantes del mundo. No habÃa logrado abolir el infierno teológico, pero sà denunciar algunas de sus versiones terrestres y polÃticas con una contundente retórica visual.
Con el oportuno tÃtulo de Profanaciones, una exposición de esas visiones infernales puede visitarse en el Museo de la Memoria (Córdoba 2019) desde el miércoles pasado hasta fines de noviembre (de martes a viernes de 12 a 18, y sábados, domingos y feriados, de 17 a 20).
No existen registros fotográficos de la barbarie de los centros clandestinos de detención de la dictadura que ensangrentó al paÃs entre 1976 y 1983, pero el informe Nunca Más preservó el testimonio de los sobrevivientes. Sobre ellos ha trabajado el artista.
Su obra busca minar el poder del arte religioso como fundador de mundos imaginarios que luego legitiman los horrores de la opresión en lo real. Aquella idea de que "como es arriba es abajo" se traduce a que, como dicen los discÃpulos de Gramsci, la superestructura determina la infraestructura en alguna medida. Y esa medida del poder de la imagen, cabe agregar, ha sido para Ferrari el campo polÃtico de su intervención artÃstica. Fotos de archivo, reproducciones de grabados célebres y recortes de prensa informando del hallazgo de cadáveres en el RÃo de la Plata, coexisten en sus montajes dialécticos, que apuntan a formar en el espectador un pensamiento crÃtico respecto del poder. La estrategia del montaje ya estaba presente en su obra La Civilización occidental y cristiana (1965). "Continúo con los collages", dijo Ferrari a Rosario/12 en 2009. "Compuse varios con las noticias publicadas en la prensa sobre las torturas en Irak ilustrándolas con las torturas en los lindos infiernos del arte cristiano", agregó con lúcida ironÃa.
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