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Domingo, 20 de octubre de 2013
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Héctor "Nene" Molina, designado "Cineasta Distinguido" de Rosario.

Todas las cosas tienen movimiento

Un bullicio de afectos acompañó a Molina durante su distinción en el Concejo de la ciudad. Una trayectoria que lo sitúa como referente en la tarea cinematográfica. Las amistades, las divergencias, y el cine como herramienta política.

Por Leandro Arteaga
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Además de docente, Molina es vicedecano de la Facultad de Ciencia Política y RRII.

Declarado el pasado viernes "Cineasta Distinguido" de Rosario, por el Honorable Concejo Municipal, Héctor Molina suma un reconocimiento que articula una tarea que reparte actualmente entre la docencia y sus funciones como Vicedecano de la Facultad de Ciencia Política y RRII.

En el cine de Molina se cifra un recorrido que se remonta al viejo Arteón, a sus talleres de cine, a la figura de Néstor Zapata, al quehacer compartido -y pionero, si bien es una palabra a la que se resiste- con Gustavo Postiglione, al devenir narrativo en forma de cortometraje (Cabecita negra, Los oficios terrestres), mediometraje (Noche de ronda), largometraje (Ilusión de movimiento) y televisión (la miniserie El Hechicero, entre otras), a la tarea actoral y técnica (intérprete y fotógrafo en numerosos films de Postiglione), así como a la figura institucional que significa la Escuela Provincial de Cine y Televisión de Rosario.

Eso sí, rosarino por adopción, ya que el acta de nacimiento dice que fue en Buenos Aires. Algo que supo reprocharle, recuerda Molina entre anécdotas de afecto, su amigo y poeta Fabricio Simeoni, cuyo nombre, dice, espera que bautice al Pasaje Zabala. Simeoni, fallecido apenas cuatro días antes de la distinción en el Concejo, estuvo sin embargo presente desde aplausos interminables, tan intensos como los dedicados al mismo homenajeado.

Cuando Rosario/12 le pregunta a Molina cómo lo hace sentir el reconocimiento, responde con evasivas que rápidamente improvisa acerca del "estrés, la emoción, el cariño que lo agobia", para inmediatamente cambiar de tono y aclarar: "fue buenísimo, muy lindo, pero lo más tremendo va a ser tener que volver a la angustia habitual, a la depresión... ¡va a ser lo más duro!"

-Hay algo que pasa en momentos así y que es auténtico. Hay un afecto compartido, que no tiene comparación.

-¡Quiero creer lo mismo que usted! Por un momento, uno se siente un privilegiado, porque no tenemos ganas de que nos anden cascoteando, al menos frecuentemente. La verdad es que ¡está bueno! Si fue consecuencia de una circunstancia, o producto de la iniciativa de alguien, que seguramente lo hizo con la mejor intención, ¡pero cómo no vamos a estar atentos a aceptarlo! Me gusta mucho que haya sido en un lugar como en el Concejo Deliberante, en uno de estos ámbitos donde, según ciertas recurrencias y exabruptos, se dice "cueva de choros, ladrones, corruptos, etc."; seguramente habrá funcionarios, políticos, periodistas, artistas, sin talento o corruptos, pero quiero quedarme con la idea de que hay un montón más que no lo son, de que hay muchos que seguramente laburan, que se comprometen, que le ponen cariño a las cosas porque, si no, tenemos que barajar y dar de nuevo.

-Rescato la manera irónica con la cual Gerardo Martínez Lo Ré hizo referencia a aquellos años de amistad con vos y Postiglione: "Yo fui el único que no creyó en el cine".

-Aparte de ser amigo y hermano del alma, Gerardo es alguien muy inteligente, y tiene esos chispazos de síntesis y sabiduría. Con él hemos compartido esto que tiene que ver con el contagio y la contaminación, es decir, cuando algo se pone en marcha, si hay un vínculo afectivo, ideológico, estético, con gente cerca y atenta a esa movida, sea por inercia o curiosidad, se termina por generar un contagio: "¿a ver qué está haciendo éste?" "¡yo también puedo hacer lo mismo!". Yo creo en estas cuestiones, en operar por contagio. Y si bien puede parecer un lugar común, las cosas se ponen en movimiento cuando aparece la voluntad de muchos, después no las parás más. Lo único que no hay que permitir es el tema de la descalificación, algo que pasa mucho y también en la política, como el cliché de que son todos una manga de choros, de corruptos, "que se vayan todos", no, no, sino todo lo contrario, que no se vaya ninguno. Quiero al tipo laburador y comprometido, aunque sea alguien con quien no coincida. En el cine, en la poesía, en los medios, pasa algo muy parecido o a veces más venal, en donde, y no se sabe por qué, se escucha decir "por las dudas, no quiero que a éste le vaya muy bien", como si, desde el vamos, el dispositivo fuese: "ojalá que reviente". Cuando la convivencia tiene que ver con pactos, con reglas. Le ha pasado a los tipos más grandes que nosotros, que han militado o filmado, cerrados en discusiones por un montón de sellos partidarios o políticos, que si bien era algo que podía tener su costado pintoresco, se relacionaba con determinados momentos del país. Por mi parte, en la Facultad, durante la vuelta de la democracia, vivimos un momento muy copado, divertido, apasionado, pero las cuestiones básicas no nos generaban ese enfrentamiento. Con el tema de las artes pasa lo mismo. Lo importante es que lo hayas hecho; creo en ser riguroso, autocrítico y crítico con los demás.

-Lo cierto es que si más gente hace cine la que se beneficia es la actividad. Se nota, de hecho, una renovación importante.

-¡Eso es lo saludable!

-Y con una tarea política que ayuda, con una voluntad estatal -nacional, provincial, municipal- que acentúa la producción audiovisual.

-Soy optimista. Creo que esto viene así a partir del empuje de lo que hicieron otros, si bien no creo en estas cosas de los pioneros ni de que el baile empieza cuando llego yo, sino que son fuerzas, energías imparables. Cuando se abre una fisura, después no se vuelve atrás. Sin la posibilidad de una industria que permita la autogestión y el financiamiento, las políticas que tienden a la protección de la creación nacional son fundamentales, porque a nivel continental lo que sigue habiendo es una competencia despareja y desleal- concluyó.

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