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Domingo, 19 de enero de 2014
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El Cairo cumplió cuatro años como cine público y lanzó su propio portal web.

Películas para todas las pantallas

La plataforma virtual de Cine El Cairo abre la posibilidad de una doble pantalla. Ciclos de películas de autor, con estrenos periódicos y acceso gratuito. Los desafíos tecnológicos y la atención a los nuevos públicos.

Por Leandro Arteaga
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Ariel Vicente, es el coordinador y programador del espacio El Cairo Cine Público.

En septiembre último, Cine El Cairo cumplió cuatro años de vida como espacio público y lo celebró con una novedad: un portal web desde el cual disfrutar de ciclos de cine, sin suscripción, con acceso libre y gratuito. A partir del año que comienza, la programación promete consolidarse (ver recuadro), con atención a las posibilidades de difusión que la plataforma supone. Si el lector ingresa a http://www.elcairocinepublico.gob.ar/ podrá elegir, hasta el momento, de dos ciclos: la trilogía de Raúl Perrone conformada por Luján (2009), Los actos cotidianos (2009), Al final la vida sigue, igual (2010); y el díptico de Mauro Andrizzi integrado por En el futuro (2010) y Accidentes gloriosos (2011).

"Originalmente, habíamos fantaseado con la posibilidad de poder estrenar en simultáneo una película tanto en sala como de manera on-line, pero las condiciones todavía no están dadas, ya que lo que es on-line sigue estando un poco al margen del criterio de los distribuidores" explica Ariel Vicente, Coordinador y Programador de El Cairo Cine Público, a Rosario/12. "Tenemos un cine que es un espacio público, que por un lado tiene una programación cultural y a la vez otra comercial, allí las normas que rigen son las del mercado de la distribución, y la venta por demanda on-line no es entendida todavía como un negocio por las distribuidoras. Si bien en Argentina los distribuidores están comprando esos derechos, no los utilizan porque no termina por ser rentable, puesto que la película aparece rápidamente colgada en Internet de manera ilegal. Al ser un espacio público, El Cairo apela, por supuesto, a la legalidad. Cada uno de los ciclos que estamos armando, son ciclos por los que se han pagado los respectivos derechos, con el propósito de que estén disponibles on-line al menos durante un año. Como la lógica de la red es muy demandante en cuanto a novedades, lo que vamos a hacer es renovar el ciclo cada quince días. Tenemos que ver de qué manera construimos estos ciclos a medida que conseguimos los derechos respectivos. Como es una ventana bastante nueva, a veces los distribuidores no tienen ese derecho, lo que hará que tengamos que localizar a los realizadores o productores de manera directa".

-¿Hay experiencias similares en el país?

-En Argentina está Comunidad Zoom (http://comunidadzoom.com/) y ahora Cine El Cairo. Lo que vamos a tener como diferencial es la posibilidad de distribuir o difundir on-line materiales locales, proponer una ventana de la producción local al mundo. En el caso de las películas que estamos programando, aún cuando sean independientes y no hayan tenido mucho espacio en sala, pertenecen al circuito comercial. El servicio que brindamos es para cualquier habitante, sea de la provincia o del país, que quiera acceder a esos materiales. Es un servicio que obliga a trabajar y pensar desde otra lógica.

-Es una sala compleja, mantiene su arquitectura histórica y anuda problemáticas nuevas, atenta a un público que no ha conocido las grandes salas.

-Parece que la magia de El Cairo se produce cuando uno ingresa, es una sala atípica, en Argentina ya no quedan tantas. Sabemos que no se llena siempre, pero en muchísimas funciones se completa. Y es pública. Es un fenómeno particular, si uno lo compara con cualquier ciudad capital del mundo no se encuentran muchas experiencias parecidas. Estuve contactándome con diferentes salas de programación similar en Europa, y las salas son chiquitas o han sido remodeladas, y ninguna es pública. Ante la posibilidad de abrir la pantalla on﷓line creo qua a más de uno, incluso a mí, le generó ciertos ruidos, ya que implica otra lógica, muy distinta a la de la sala tradicional. Pero no nos podemos quedar cruzados de brazos, hay que seguir construyendo nuevos públicos. A la pantalla on﷓line también la asocio a las nuevas generaciones, que son quienes miran más desde su casa, y que cuando van al cine suelen hacerlo porque hay una propuesta de comunicación y publicidad muy fuerte. El cine ya no es un espectáculo barato. Lo que veo son muchas posibilidades, potencialidades de invención, de cómo ver, qué ver, incluso de cómo programar entre estos dos espacios, el del orden de lo real y el de lo virtual. Hay una potencialidad que implica ponerse a innovar y crear. Hoy lo audiovisual se complejizó, trasciende la sala tradicional, hay nuevos medios y vías, y nuevos relatos para cada una de esas vías.

-Son rituales distintos, o quizás ya no exista el ritual de ir al cine.

-Hoy en el cine se lleva comida, la gente se para en cualquier momento, es raro, creo que el ritual que aprendimos e incorporamos era el de llevar maní con chocolate y dejarse atravesar por la película, meterse en ese universo, y salir de ahí recién cuando se prendía la luz, ahí terminaba la magia. Eso está en crisis. A nivel simbólico, imaginario, El Cairo implicaba recuperar ciertos rituales, que para algunos serán aburridos, pero la idea es la de concentrarse y dejarse emocionar. Pensar en términos on﷓line, donde uno administra qué se va a proyectar, en qué momento, cuando uno de los tantos factores que hacen que la gente vaya menos al cine quizás sea ese medio, nos generó cierta contradicción. Nuestro desafío es ver ahora cómo diferentes lógicas de ver películas puedan convivir, cruzarse. Y eso es más del orden de la experiencia. No tenemos prefijado un modo, tenemos que ir indagándolo a través de esta nueva propuesta. En los ciclos que estamos programando hay algunas películas que en su momento pasaron por salas y fueron estrenos de El Cairo, hay otras que estamos pensando de qué manera programarlas en un espacio para después pasarlas al otro. Lo que ofrece como ventaja la vía on-line es poder "correrse" de la ciudad, para que la película sea vista en cualquier lugar- concluyó.

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