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Lunes, 8 de septiembre de 2014
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Se estrena otro film admirable del cine italiano, Che strano chiamarsi Federico

Viaje visionario y fraternal abrazo

En su última creación, el impecable Ettore Scola, lejos del documental, nos propone recrear el universo del mago y soñador Federico Fellini, en una incursión al interior de la misma creación artística, abriendo un diálogo con su maestro y amigo.

Por Emilio A. Bellon
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Scola brinda una deliciosa fábula para contar el universo del gran Fellini.

Debo reconocer que al leer el diario en la mañana de ayer experimenté una fuerte desilusión al observar que el tan esperado film de Mario Martone, Il giovane favoloso, presentado en la Sección Oficial del reciente Festival de Venecia, no había sido considerado a la hora de la premiación. De esta manera, la última obra de este realizador nacido en Nápoles a fines de los años '50, director de Teatro di Guerra, L'amore molesto, Noi credevamo, entre otras (vistas algunas de ella gracias al canal Europa Europa), pasó a ser otro de los silenciados por el jurado, pese a que ésta, su última obra mereció, al finalizar su proyección, un prolongado aplauso por más de diez minutos.

En este film, que tuvo su primer "ciak" a mediados del 2013, que será estrenado en Italia el 30 de este mes, Martone recrea desde la destacada actuación de Elio Germano, aspectos biográficos y páginas de la obra del eximio y sensible poeta y filósofo Giacomo Leopardi, cuyos cantos y diálogos, epistolario y cuaderno de notas, han comenzado a ser revalorizados en estos últimos años, desde distintas perspectivas.

¿Cuál será ahora, a nivel internacional, el destino de este film que en este Festival de Venecia, en su edición número 71, fue completamente ignorado por un Jurado integrado por los notables nombres del compositor Alexandre Desplat, los actores Tim Roth y Carlo Verdone, el realizador Elia Suleiman, entre otros? ¿Qué los habrá llevado a no otorgarle, pese a los admirables comentarios y notas críticas publicados en diarios internacionales, ni siquiera una mención? Más aún, el pensamiento de Leopardi, su ideario y su obra lírica hoy nos alcanza a través de sus interrogantes, de su posicionamiento respecto de las falsas consolaciones, de la soledad como estado natural del hombre.

Pude ver en estos días, a través de Internet, diferentes escenas de este film que no sabemos, a partir de esta decisión y dictamen, en qué países se dará a conocer. Lo cierto es que estos breves momentos que nos hace llegar este medio lograron conmoverme por ese tono de nostalgia, de pasión vocacional, de infortunios y de contadas alegrías que caracterizan la dolorosa vida de este, mi amado poeta que nació en una neblinosa Recanati un 29 de junio de 1978.

De igual manera, también en Venecia 2013 se presentó fuera de concurso este film que hoy podemos admirar en una única sala de nuestra ciudad, Che strano chiamarsi Federico, de Ettore Scola; junto a otro imperdible, Vivá la libertá, de Roberto Andó, una más que recomendable muestra del cine crítico de hoy, que a través de la figura del doble desenmascara, jugando con la poética pirandelliana, escenificando de manera chaplinesca, al clásico monólogo de Hamlet, de William Shakespeare.

En el film de Scola, cuya última realización Gente de Roma,(mosaico que se diseña desde historias de la vida cotidiana, estrenado hace una década), se nos invita a recrear el universo del soñador y mago Federico Fellini, desde el vocablo Homenaje. Un fraternal abrazo une a estos dos guionistas y realizadores, desde aquel encuentro que tuvo lugar en la misma revista satírica en la que ambos se conocieron, el Marc'Aurelio. En ese entonces, Fellini contaba con treinta años y Scola recién había cruzado los veinte. Desde ese fundacional concepto de humorismo, cifrado en sus caricaturas, ambas volverán a reencontrarse en diferentes momentos.

Y es así que en Venecia 2013, a veinte años del fallecimiento de su amigo y admirado Federico Fellini, Ettore Scola presentó este inolvidable film que reconstruye desde una teatralización, aspectos significativos de la obra del gran Federico, alternado con imágenes de archivo, secuencias de films; jugando igualmente con el blanco y negro y otros valores cromáticos. E invitándonos a internarnos en ese universo visionario que parece recordarnos las palabras iniciales de su penúltimo film, Intervista, dichas por el mismo Federico: "Pensaba comenzar este film con el relato de un sueño que tuve la otra noche...".

Desde el título, que nos recuerda a uno de los versos de una de las poesías de Federico García Lorca, el final, que corresponde a De otro modo: "Entre los juncos y la baja tarde/ ¡qué raro que me llame Federico!", Scola va ofreciendo diferentes perspectivas que van ubicando a este film en un terreno que está muy lejos de definirse como "documental", que no es sólo una sucesión de citas y guiños, que no responde a un "biopic".

Así, nos propone un viaje hacia el interior mismo del quehacer artístico, abre el diálogo con Fellini, su amigo y maestro, con quien compartió vivencias, sueños e ideales durante 50 años; a quien invitó a participar en uno de sus films más entrañables, Nos habíamos amado tanto, de mediados de los años '70, en el que se recrea una secuencia en la mítica Roma del mismo Fellini, en la que se está filmando el encuentro amoroso, legendario y aurático, en la Fontana di Trevi, entre Marcello y Anita Ekberg.

Scola nos recuerda al mismo Federico Fellini como un travieso y transgresor Pinocchio. Nos lo presenta de esta manera. En su itinerario, escenificado como fábula, redescubrimos el montaje del acto creador, la concepción misma del cine como sueño y artificio. Y ambos se vuelven a hermanar en su mirada sobre la gran Comedia Humana, en sus pasarelas del destino, en la atmósfera evocativa de este gran Teatro de Ilusiones.

Y en este viaje al que se nos invita, llegamos al Estudio Cinco de Cinecittá, allí donde ﷓como en Intervista﷓ el cielo se está pintando para esa otra gran puesta en escena. En este mismo espacio en el que Fellini recreó a su Rímini natal, al mismo mar surcado por el "Rex" ante el asombro de los que estaban en una canoa, ante la pregunta de ese anciano ciego que tocaba el acordeón en Amarcord; en ese mismo ámbito en el que la Venecia de un desmisticado Casanova se transfiguraba en un mar de plástico.

En ese mismo Studio donde Ettore Scola, ante la presencia de su amigo Federico, filmó el mismo transcurrir de la vida en La familia, a lo largo de ochenta años. En este mismo lugar, en el que Federico, desde el confidente pedido que le hizo a su compañera Giulietta, nos hizo llegar su largo adiós.

Qué extraño llamarse Federico. Diez (10) puntos.

(Che strano chiamarsi Federico)

Italia, 2013

Dirección: Ettore Scola

Guión: Paola y Silvia Scola

Fotografía: Luciano Tovoli

Música: Andrea Guerra

Intérpretes: Tommaso Lanzoti, Sergio Rubini, Maurizio De Santis, Emiliano De Martino, Giulio Forges Davanzati, Antonella Attili, Ernesto D'Argenio.

Duración: 90 minutos

Sala de estreno: cines Del Centro

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